Conocer las emociones: la alegría. Este es el título del nuevo artículo de la psicóloga Silvia Chamorro sobre la adquisición temprana de rutinas saludables, dentro del concepto de Parentalidad Positiva.
Silvia aborda la parentalidad positiva partiendo de la crianza y educación en salud. De esta forma, dispondremos de todas las claves para una salud plena.
La psicóloga se centra ahora en las emociones. Y finalizará con una serie de artículos sobre estilos comunicativos y su importancia en la comprensión y asimilación del mensaje por las y los menores.
Te lo contamos en jupsin.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre igualdad y salud.
Nadie nos puede decir cómo criar o educar, cada situación es única. Pero en cualquier caso, la información siempre es útil para decidir.
La idea de estos artículos es ofrecer información a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables de una o un menor. Incluimos propuestas útiles y aplicables que conviertan la crianza en algo constructivo y agradable.
Conocer las emociones: la alegría
Silvia Chamorro – Psicóloga especializada en Intervención Social
Con el presente artículo concluimos el apartado dedicado a las emociones y me encanta poder decir que lo termino con alegría.
La alegría es una de las emociones básicas más agradables de experimentar, ocurre como una reacción a acontecimientos positivos:
- Alcanzar una meta u objetivo
- Una experiencia satisfactoria o placentera
- La contemplación de algo hermoso (un paisaje, las estrellas, tu bebé, arte, etc.)
- Un olor agradable
- La sensación de pertenencia y aceptación en familia o grupos sociales
- El reconocimiento de otras personas
Y cuando un malestar desaparece o disminuye:
- Superar una situación que genera estrés, ansiedad o miedo
- Curarse de una enfermedad o dejar de sentir dolor físico
- Resolver un conflicto o encontrar la solución a un problema
- El contacto social cuando previamente la persona se sentía sola
- Aliviar necesidades fisiológicas como el hambre, la sed o el sueño
La alegría se contagia
La emoción de la alegría es una de las que consigue un mayor grado de empatía por parte de las demás personas. Lo podemos simplificar si pensamos en la expresión, que seguro habréis escuchado alguna vez, de «La alegría se contagia».
Esta expresión va más allá de que si oigo a una persona reír me pueden entrar ganas de reír o sonreír a mí también. Implica que puedo sentir una alegría genuina si una persona que aprecio consigue un logro importante o si supera una situación difícil.
Este contagio no ocurre de igual forma con otras emociones. Por ejemplo, puedo empatizar con que mi hija/o tenga miedo a la oscuridad o asco al barro, pero eso no desencadenará en mi la emoción de miedo ni de asco.
¿Cómo se manifiesta la alegría?
La alegría es una emoción que puede manifestarse de varias maneras:
- De forma natural frente a algo que te hace sentir bien y disfrutas.
- Como respuesta espontánea frente a situaciones graciosas concretas (cuando un chiste, video o escena te hacen gracia o cuando te hacen cosquillas).
- Intencionadamente (usando la sonrisa a modo de respuesta evitando así tener que dar otra o de forma sarcástica y burlesca)
- Para hacer daño, cuando la risa es hacia alguien
- Como consecuencia del consumo de alguna sustancia psicoactiva y/o alcohol.
- Como satisfacción frente a la desgracia ajena
- Como trastorno de la salud mental en caso de ser excesiva (esquizofrenia, bipolaridad, distimia)
La expresión de la alegría
Al pensar en una persona alegre nos imaginamos a alguien sonriente, contenta/o y con buen humor, aunque, al igual que con el resto de emociones que ya hemos trabajado, cada persona tiene una forma única de vivir y expresar su emoción.
Expresión corporal de la alegría
El indicio más significativo y fácilmente reconocible de la emoción de alegría se corresponde con la expresión facial, caracterizada principalmente por:
- Una elevación simétrica de las comisuras de los labios, conocida como sonrisa que será más o menos amplia dependiendo de la intensidad y veracidad de la emoción.
- El ascenso de las mejillas.
- Unas pequeñas arrugas conocidas como patas de gallo que se sitúan a la altura de los ojos y se generan al entrecerrar los parpados levemente.
Cuando nos sentimos alegres nuestra postura y nuestra respiración son más relajadas, nuestra posición corporal transmite abertura, hacemos más gestos y movimientos. La sensación general es de tener más energía de lo habitual.
A nivel bioquímico encontramos una mayor presencia de hormonas como la serotonina y las endorfinas, estrechamente ligadas a la sensación de bienestar.
Expresión cognitiva de la alegría
Cuando nos sentimos alegres, generalmente experimentamos bienestar, satisfacción e incluso éxtasis en algunos casos. En este estado, nuestra memoria es capaz de recordar más contenido y con mayor cantidad de detalles.
Estando alegres conseguimos tener un pensamiento más flexible que nos reporta muchos beneficios a la hora de encontrar soluciones frente a los problemas.
Sentir alegría nos incita a realizar conductas y actividades que promuevan que el estado de ánimo alegre continúe y a rechazar aquellas que nos resultan desagradables.
Expresión social de la alegría
La alegría puede expresarse con euforia y manifestaciones externas o con calma y de una forma más interna e individual.
Es importante valorar el contexto en el que la emoción se manifiesta, ya que la cultura y las normas sociales modularán lo adecuado de expresar la emoción de una u otra forma. Un ejemplo:
«Nuestra hija o hijo a tenido que presentarse a realizar exámenes de recuperación, si aprueba pasará de curso, si suspende tendrá que repetir. Espera la nota con impaciencia y finalmente le llega un correo mientras disfruta de una tarde de piscina con amigas y amigos, ¡Ha aprobado todo!»
La reacción esperable sería la eufórica, contarlo en voz alta, reír, abrazarse, saltar y celebrar.
Cambiemos ahora la situación de escenario:
«Nuestra hija o hijo a tenido que presentarse a realizar exámenes de recuperación, si aprueba pasará de curso, si suspende tendrá que repetir. Espera la nota con impaciencia y finalmente le llega un correo mientras disfruta de una obra de teatro con su familia, ¡Ha aprobado todo!»
La reacción esperable en este caso sería la interna debido a las normas sociales aplicables al contexto, probablemente informaría de la noticia a sus familiares en voz baja y recibiría breves elogios en el mismo tono y quizá contacto físico como agarrarle la mano. El grado de satisfacción individual es el mismo, pero expresado de otra manera.
Utilidad
Al profundizar en la forma en la que se expresa la alegría ya se han mencionado varias cosas útiles: nos adapta al contexto, nos ayuda a recordar mejor, nos sentimos más enérgicas/os, etc. Pero esto no es todo.
Diversas investigaciones han demostrado que la sonrisa, junto con el contacto visual, son dos grandes aliados de la comunicación social o interpersonal.
Las personas alegres y sonrientes resultan más llamativas, generan el acercamiento de los demás, facilitan la comunicación y conservan durante más tiempo sus relaciones.
Cuando la alegría se convierte en algo malo
Hay dos situaciones en las que la alegría puede convertirse en algo que resulte perjudicial para la persona.
La primera de ellas y con la que hay que tener una especial precaución al tratar con adolescentes, es el abuso de sustancias que al consumirlas desencadenan artificialmente una reacción casi inmediata de alegría y de felicidad.
En mi opinión es evidente el peligro que corren las y los jóvenes de generar dependencia a consumir, especialmente cuando en sus entornos cercanos no consiguen experimentar momentos de alegría y placer.
La segunda de las situaciones en las cuales la alegría puede ser algo perjudicial es en el caso de que se manifieste de forma excesiva, llevando a un estado anormal de excitación, energía y afecto.
Ninguna emoción, por muy agradable que sea, es buena en exceso.
Esta segunda situación se clasifica desde la psicología como algo patológico, bajo el nombre de manía o si lo síntomas se dan en menor grado de hipomanía.
Se da un estado de hiperactivación general; apenas se duerme, como unas 3 o 4 horas al día; se genera una autoestima irreal y desproporcionada, estas personas tienen la convicción de que conseguirán grandes logros y proezas.
Mis emociones, mi responsabilidad
Al igual que en el resto de artículos de esta serie (sorpresa, miedo, asco, tristeza, ira), Insisto en que todas y todos tenemos y sentimos emociones. Darles espacio para que se expresen y escucharlas es imprescindible para poder reconocerlas y comprenderlas. Y por último y quizás más importante, dejarlas ir.
En este proceso somos las y los protagonistas, nadie sabrá mejor que nosotras/os lo que sentimos y porqué nos sentimos así.
En el caso de las criaturas a nuestro cargo nuestra tarea es la misma que con el resto de destrezas que se aprenden a lo largo del desarrollo, acompañar hasta que sean autónomas/os.
Reconocer y gestionar las emociones es un logro tan importante o más que vestirse sin ayuda o aprender a escribir.
En el caso de la alegría, podemos ayudarles a integrarla en el día a día preguntándoles por cosas que les hacen sentirse bien, por las sensaciones que tienen cuando están alegres, por si conocen alguna persona alegre o con qué personas se sienten más alegres.
Espero que este apartado de la serie de artículos sobre parentalidad positiva cumpla con su propósito de ayudar a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables del cuidado de algún menor a conocer y poder reconocer más fácilmente las emociones propias y de las y los menores, facilitado así su gestión y mejorando la salud mental y relacional de todas y todos.
(1) Criar o educar en salud física
(2) Criar o educar en salud mental
(3) Criar o educar en salud social y relacional
(4) Criar o educar en salud sexual y reproductiva
(5) Conocer las emociones: la sorpresa
(6) Conocer las emociones: el miedo
(7) Conocer las emociones: la tristeza