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Conocer las emociones: la sorpresa

Adquisición temprana de rutinas saludables (5).
Serie de artículos sobre Parentalidad Positiva.
Silvia Chamorro, psicóloga especializada en intervención social

Conocer las emociones: la sorpresa. Este es el título del nuevo artículo de la psicóloga Silvia Chamorro sobre la adquisición temprana de rutinas saludables, dentro del concepto de Parentalidad Positiva.

Silvia aborda la parentalidad positiva partiendo de la crianza y educación en salud. De esta forma, dispondremos de todas las claves para una salud plena.

La psicóloga se centra ahora en las emociones. Y finalizará con una serie de artículos sobre estilos comunicativos y su importancia en la comprensión y asimilación del mensaje por las y los menores.

Te lo contamos en jupsin.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre igualdad y salud.



Nadie nos puede decir cómo criar o educar, cada situación es única. Pero en cualquier caso, la información siempre es útil para decidir.

La idea de estos artículos es ofrecer información a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables de una o un menor. Incluimos propuestas útiles y aplicables que conviertan la crianza en algo constructivo y agradable.

Silvia Chamorro es psicóloga y está especializada en intervención social.

Conocer las emociones: la sorpresa

Silvia Chamorro – Psicóloga especializad en Intervención Social

Las emociones se han convertido en un interés frecuente en ciencias como Psicología, Antropología, Sociología y Filosofía. Y, también, en ciencias más puras como Fisiología y Neurociencia.

Y es que, las emociones son algo constante en nuestras vidas, tienen lugar cada día, en casa, en el trabajo, en los ratos libres, ejerciendo el papel de madre o padre, pareja, amiga/o y cuando estás a solas. Ocurren hasta cuando duermes.

Está claro que conocer nuestras emociones es algo que debería ser de interés general. Por eso, en el presente y próximos artículos aportamos información sobre cómo identificar, interpretar y gestionar cada una de las emociones consideradas básicas (según Paul Ekman):

  • Sorpresa
  • Tristeza
  • Alegría / Felicidad
  • Miedo
  • Asco/ Aversión
  • Ira /Enfado

Distintas publicaciones comparten esta idea de las emociones básicas. Goleman, por ejemplo, coincide con cuatro de las seis emociones propuestas y redefine la alegría como felicidad y el asco como aversión.

Leslie Greenberg suscribe las emociones básicas con una única modificación, sustituye la ira por enfado. Con su teoría sobre emociones añade una visión crucial, que no sólo es importante conocer la conducta que se está realizando, sino también la emoción básica que está detrás de la conducta.

Parentalidad positiva

El tema central de esta serie de artículos, que no podemos perder de vista, es la parentalidad positiva. En este caso, en la importancia de conocer las emociones y gestionarlas durante la crianza para generar vínculos seguros con las y los menores a nuestro cargo.

La forma en la que las personas adultas expresan y gestionan (o no expresan y no gestionan) las emociones será un ejemplo a imitar para muchas y muchos menores. También influyen mucho los patrones emocionales y los vínculos de apego que existan en la relación con el padre, madre, abuela, abuelo, etc.

Si queremos ayudar a nuestros pequeños con sus emociones primero tenemos que gestionar las nuestras propias con éxito. Tenemos que ser capaces de reconocer y acceder a las emociones que nos atraviesan, escucharlas, aprender y salir de ellas para seguir adelante.

Emociones: la sorpresa

La sorpresa es una emoción neutra, breve y ambigua que se produce tras un acontecimiento inesperado, extraño o nuevo. Rápidamente, la sorpresa se adapta a otras emociones agradables o desagradables según el acontecimiento que la haya generado.

Es la emoción que se expresa de forma más breve y la que desaparece con mayor rapidez. Tiene la función de prepararnos para reaccionar ante acontecimientos inesperados.

Veamos. Imagina que has encontrado un objeto con valor sentimental que habías extraviado, tendrás una reacción inicial de sorpresa seguida de algún sentimiento agradable.

Ahora, por el contrario, imagina que has perdido un objeto con gran valor sentimental. La primera reacción al darte cuenta es de sorpresa, pero en este caso seguida de sentimientos desagradables como la tristeza o la culpa.

La sorpresa es la emoción que se expresa de forma más breve y la que desaparece con mayor rapidez. Tiene la función de prepararnos para reaccionar ante acontecimientos inesperados.

La representación de la sorpresa  

Identificar nuestras emociones conlleva un trabajo de conexión interna que debe ser constante, pero que nos resultará más sencillo cuanto más aprendamos a escuchar nuestro cuerpo.

En ocasiones somos capaces de identificar la emoción, cuando el sentimiento es tan fuerte que es evidente, pero en muchas otras ocasiones sentimos algo en el cuerpo que no sabemos cómo traducir.

En el caso de la sorpresa, se da un aumento momentáneo de los procesos neuronales necesarios para responder a las demandas cognitivas de atención, protección y resolución.

La sorpresa tiene expresiones faciales asociadas:

  • Abrir mucho la boca y los ojos.
  • Levantar las cejas queriendo descubrir datos del acontecimiento o situación imprevista.
  • Disminuye la frecuencia cardiaca, así como la dilatación de las pupilas y la vasoconstricción de la piel.
  • Y, en general, todos los músculos de la cara se tensan.

¿Qué función tiene? ¿Para qué es útil?

Bien, ahora que ya sabemos identificar cuándo nuestro cuerpo experimenta sorpresa, nos toca interpretar la emoción.

Como ya hemos mencionado, la sorpresa nos prepara para responder, activa nuestros sentidos y nuestra red neuronal hacia un único propósito, obtener la mayor información posible sobre lo que está ocurriendo y reaccionar de forma adaptativa.

Además, también es un potenciador del recuerdo, ya que se ha evidenciado que las situaciones con un componente emocional de sorpresa permanecen más tiempo y más nítidamente en la memoria de las personas.

La sorpresa, una emoción del presente

La sorpresa es una emoción de tiempo presente, no nos sorprendemos por algo que ya ocurrió o pensando en algo que podría ocurrir, nos sorprendemos por algo que ocurre en tiempo real. Algunas situaciones comunes en las que identificamos la sorpresa:

  • Encontrarte con una persona que hace tiempo que no veías.
  • Que te den un susto.
  • Ganar un premio en un juego de azar.
  • Perder o encontrar algún objeto. 
  • Cuando conseguimos hacer algo de lo que no nos creíamos capaces.
  • Por el contrario, cuando no conseguimos hacer algo que creíamos poder hacer.
En ocasiones somos capaces de identificar la emoción, cuando el sentimiento es tan fuerte que es evidente, pero en muchas otras ocasiones sentimos algo en el cuerpo que no sabemos cómo traducir.

Desajuste emocional

Identificar e interpretar la emoción no es un proceso sencillo, especialmente cuando no tenemos información ni práctica suficiente. En muchos casos cometemos errores, que repercuten en estos desajustes del proceso emocional.

En el caso de la sorpresa, la secuencia deseable sería algo así como: «Un acontecimiento inesperado me sorprende, decido si es una sorpresa agradable o desagradable y doy una respuesta adaptativa al acontecimiento».

Lo deseable no es lo que ocurre siempre

Pues bien, esto es lo deseable, pero no es lo que ocurre siempre. Veamos. En una conversación con tu pareja te dice por primera vez, «he estado pensando y me gustaría que tuviéramos un/una hijo/a».

Es posible que, dada la magnitud de la propuesta, el cerebro no sea capaz de analizar toda la información disponible. O quizás ni siquiera pueda decidir si la sorpresa genera sentimientos agradables o desagradables para conectarla con otra emoción. La respuesta que demos en este caso, probablemente, sea desajustada. 

Podemos experimentar la sensación de quedarse en blanco, de no saber qué decir. La sorpresa ha sido tan intensa que nos ha desorientado.



Emoción secundaria

Responder de forma deseable, en este caso, supondría identificar que me sorprende la propuesta e identificar la emoción con la que conecta. En este caso, podría ser la confusión.

Será desde esta emoción secundaria desde la que emitiré la respuesta adaptativa. Por ejemplo, «no sabía que querías tener familia ahora mismo, me alegro de que me lo hayas dicho, pero me siento confusa y necesito tiempo para pensar antes de hablar seriamente sobre ello»

El ejemplo representa un desajuste a la hora de emitir una respuesta, pero el problema puede ser previo, hay personas que tienen dificultades con la experimentación de la propia emoción de sorpresa.

Generalmente son personas con poca confianza en sí mismas y en sus capacidades de responder con éxito ante eventos imprevistos. Por eso, intentan controlar y prevenir las situaciones inesperadas evitando aquellas experiencias que suponen exponerse a lo desconocido.

Entrenar para conseguir el objetivo

Las emociones son uno de nuestros pilares fundamentales. Están relacionadas directamente con nuestra personalidad, habilidades sociales, autoestima y autoconcepto, etc. 

Conocer las emociones no es leer un libro o un artículo que decía que…, escuchar un podcast que…, o ver un documental que… Conocerlas es leer, escuchar y ver dentro de nuestro propio cuerpo y saber traducir aquello que sentimos, pero no entendemos. 

La complejidad emocional de las personas es muy amplia y cada persona a su vez es única. Solo uno mismo puede saber con exactitud qué es lo que está sintiendo, que emociones están activas. Cuando consigues eso, modificar los comportamientos resulta más sencillo y estas cada vez más cerca del objetivo. 

¡Déjate sorprender por las emociones!

(1) Criar o educar en salud física

(2) Criar o educar en salud mental

(3) Criar o educar en salud social y relacional

(4) Criar o educar en salud sexual y reproductiva

Silvia es graduada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca y cuenta con un Máster en psicología de la intervención social por la Universidad de Murcia.

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