La víctima en el acoso familiar. Una vez que la situación se produce, y alguien se encuentra inmerso en el acoso familiar ¿por qué no aprender de la situación y sacar provecho para evolucionar?
Llorar puede servir para desahogarse, por un tiempo, pero no arregla la situación
Llorar puede servir para desahogarse, por un tiempo, pero no arregla la situación.
Como un virus informático que se ha instalado en el sistema, toca revisar todo y actualizarse, aprender a poner protección y construir una seguridad. Te lo contamos en jupsin.com.
La víctima debe pasar de pantalla
Que el virus del acoso familiar pueda destruir una persona está en manos de esa persona, en su situación personal, en su fortaleza, en su entorno, en su forma de ver la vida.
Ya no sirve ser víctima, como en un juego, es necesario pasar de pantalla y desbloquear otras partes de la vida
Querer cambiar una situación así, comienza por cambiar uno mismo y no entrar en el juego de siempre. Se puede huir (consejo muy recomendado) para no tener relación, pero ¿qué ocurre cuando se comparten espacios y otras relaciones?
Tener claro cómo funciona el acoso permite aprender a no volver a entrar como víctima e instaurar unos límites claros para evitar sufrir daños continuamente.
Ya no sirve ser víctima, como en un juego, es necesario pasar de pantalla y desbloquear otras partes de la vida. La víctima decide si quiere seguir viviendo lo mismo o se arma de valentía, adquiere nuevas herramientas y sigue adelante, porque la vida no se acaba aquí.
La víctima en el acoso familiar
Hay veces que se piensa que la vida es eso que se está viviendo en un preciso momento, pero la vida es mucho más y existen muchas formas de vivirla.
Se puede ser víctima en un momento dado. Sufrir por ello es comprensible cuando no se han tenido las herramientas o el conocimiento adecuado para haber reaccionado de otra manera.
Ser víctima en un momento dado no significa que hay que quedarse de víctima por siempre
Por eso, una vez pasada la experiencia inicial, es responsabilidad propia elegir cómo se actúa en consecuencia.
Es decir, ser víctima en un momento dado no significa que hay que quedarse de víctima por siempre ante la misma situación.
Se puede pasar mal, sentirse humillado, avergonzado, temeroso de volver a pasar por el calvario de las acciones que una familia tóxica puede llevar a cabo, y cargar con la cruz por algún tiempo.
Pero en algún momento se toca fondo por tiempo suficiente o se conoce a la persona que ayuda a ver con otros ojos, o se ve una película inspiradora, y salta una chispa diferente en la víctima.
Llega la hora de tomar una decisión, porque no es posible continuar igual, el precio a pagar es muy alto.
Tomar perspectiva y decir basta
La decisión puede ser ignorar la situación, hacer como que no existe, que no importa, hacer caso omiso, (bien para las personas que les sirva).
Pero la decisión puede ser también analizar la experiencia con otra mirada, tomar perspectiva, agarrar el toro por los cuernos y decir basta.
Si ya es difícil mirarse al espejo en el día a día, más difícil es cuando se vive una situación tan cargada emocionalmente
Ser consciente del problema siempre es un gran paso, es el primer paso para poder cambiar y que, haga lo que haga la familia acosadora, no afecte a la víctima.
Si ya es difícil de por sí mirarse al espejo profundamente en el día a día, más difícil es cuando se vive una situación tan cargada emocionalmente.
Cuando se es víctima de acoso familiar, de violencia psicológica por mucho tiempo o por poco pero muy intensamente, hay que tener en cuenta que se dan cambios en el cerebro que llevan a la víctima a ese estado de desesperación del que piensa que no puede salir.
Se ven afectadas la memoria, la atención y los procesos cognitivos. Por lo tanto el estado de la víctima no solo se afecta psicológica y emocionalmente, sino que también se ve afectada físicamente.
La indefensión aprendida
La indefensión aprendida se da cuando una persona ha normalizado comportarse de forma pasiva ante circunstancias y situaciones adversas como el acoso y la violencia, se inhibe y no se actúa.
Es importante buscar ayuda especializada, profesionales especializados, asociaciones, otras víctimas que han pasado por una situación similar
En resumen, no se defiende porque piensa que no va a servir de nada ya que posibles acciones que haya ejercitado no han tenido ningún resultado, por lo que piensa que no tiene capacidad de cambiar nada.
Es característico en víctimas de violencia (psicológica y física) y víctimas de acoso, ya que a pesar de haber intentado salir de la situación que les atormenta el resultado no ha sido el esperado y pierden toda esperanza.
Es por esto que es tan importante buscar ayuda especializada, profesionales conocedores del tema, asociaciones, otras víctimas que han pasado por una situación similar.
Encontrar personas que desde el primer momento comprendan a la víctima es importante, ya que abren una puerta de esperanza en ella. Y sobre todo y muy importante, crean confianza.
Saber que no va a ser juzgada sino acogida y ayudada es uno de los ingredientes básicos en la recuperación de la víctima.
Comprender el proceso y superarlo es la forma de cerrar la herida que el acoso abrió, la cicatriz quedará como recuerdo, pero ya no dolerá.