Elena Rubio, la psicóloga en tus zapatos
¿Qué se necesita para ser un acosador? ¿Vale cualquiera para acosar?
¿Qué se necesita para ser un acosador? ¿Vale cualquiera para acosar?
Bien es cierto que cuando lo vemos desde fuera, miramos al acosador como un ser despreciable e inhumano, que ha instigado, forzado, violado o maltratado a otro compañero, amigo, mujer, etc.
Pero, ¿qué pasa por la cabeza de una persona que es capaz de hacer tanto daño?
El perfil del acosador
Podemos ver en qué situaciones se ‘cocina’ un acosador desde la infancia.
- Ya hemos hablado en otros artículos de la autoestima del acosador. En muchas ocasiones, esta persona ha sufrido una infancia difícil, donde se ha recalcado continuamente la poca valía que tiene, lo mal que hace las cosas, que siempre necesita de otros (los padres, habitualmente) para hacerlas…
“Viendo que otros son más débiles, puedo pensar que soy fuerte, y no ese inútil que me decían que era”
- Cuando una persona, desde pequeño, escucha esos mensajes tan inhabilitantes, el aprendizaje que se queda es “Yo no valgo. No merezco ser querido”.
- Y en ocasiones, la manera de salir de ahí es utilizar el revulsivo de la violencia y el acoso. La persona aprende que la única manera de ser visto y ser apreciado es desde la fuerza y desde la humillación del otro.
- “Viendo que otros son más débiles que yo, puedo pensar que yo soy fuerte, y no soy ese inútil que me decían que era”.
Narcisistas, pero capaces y resolutivos
Con este tipo de personas narcisistas es difícil trabajar. Rara vez piden ayuda, no la necesitan, por supuesto. Deben hacer ver a los demás (y a sí mismos) que son perfectamente capaces y resolutivos.
Con los narcisistas es difícil trabajar. No piden ayuda, por supuesto. Deben hacer ver que son capaces
Por el contrario, podemos encontrarnos con personas que han recibido todo lo contrario. Desde pequeños se les ha dicho que son los mejores, que pueden con todo, que no hay nada que se les pueda resistir.
Dicho de esta forma, puede parecer una manera muy positiva de reforzar la autoestima de una persona, pero nada más lejos de la realidad.
Si bien hay que motivar y no poner frenos a las capacidades de las personas, de pequeños sí necesitan que se marquen los límites adecuados para comprender que no están solos en el mundo, que no deben pegar, que no siempre pueden salirse con la suya cuando quieren algo. Deben respetar al otro y respetarse a sí mismo.
El difícil equilibrio
No es fácil encontrar ese equilibrio, requiere esfuerzo y tesón sobretodo por parte de los cuidadores (padres, en la mayoría de los casos). A menudo es más fácil dejarles hacer, no estar continuamente ‘luchando’ para hacer entender al niño los límites del respeto y del cuidado, pero debemos ser conscientes de las consecuencias de esto.
Si con 3 o 4 años nadie le explica al niño que no puede pegar continuamente a su hermana o a su amiguito del parque, que pegar tiene unas consecuencias.Y por el contrario se le justifica porque tiene celos o envidia, y se le loa porque se hace referencia a ‘lo bien puestos’ que los tiene ya tan pequeño, no podemos pretender que con 15 años quiera respetar a esa hermana o a esos compañeros. Y a los 25 a la chica/chico que se encuentre en una discoteca, ni a los 40 a su pareja o compañero de trabajo.
Existen las personas que se dejan llevar, que se juntan con un acosador y, por no decir que no, por sentir la necesidad de ‘manada’ hacen lo que sea, sin pensar en las víctimas
La tolerancia a la frustración será nula. No sabrá gestionar un NO de otra persona ni podrá tolerar ver que alguien es mejor que él/ella en algo. “A mi me enseñaron que yo era el mejor en todo y que yo lo podía conseguir todo, al precio que fuera”.
También aquí será difícil trabajar para tratar de cambiar estas ideas, pero nunca es imposible.
Necesidad de grupo: la manada
Tenemos también el perfil de las personas que se dejan llevar. Que se juntan con un acosador, y por no saber decir que no, por sentir la necesidad de grupo (o manada) hacen lo que haya que hacer, sin pensar en las víctimas.
Aquí hay también una baja autoestima de trasfondo, esa necesidad de grupo y aceptación a cualquier precio, fieles al grupo hasta casi la muerte.
Hechos en el horno desde la infancia
Así, podemos ver que algunas de estas personas acosadoras se han ido ‘fraguando en el horno’ desde la infancia.
Algunas de estas personas acosadoras se han ido ‘fraguando en el horno’ desde la infancia
En manos de los cuidadores está, en muchos casos, el ser conscientes de los mensajes que se mandan, del ejemplo que se da y de asegurarse de dar una educación basada en el respeto, la empatía y el amor al otro y a uno mismo.
Cuando uno es consciente de que no lo ha hecho o lo está haciendo así, por los motivos que sean, está a tiempo de pedir ayuda y trabajar por el cambio.
Ana
3 de julio de 2018 at 21:06
No creo que una infancia de esas caracteristicas sea solo el motivo que lleva a una persona a ser un acosador…maltratador….Mi infancia no fue un lecho de rosas…todo lo contrario y yo no soy una acosadora ni maltratadora de los demás para darme valía.
El poder….en el peor sentido de la palabra….el sentir que se puede dañar al otro al que se le ha envidiado y que no le va a pasar nada. La venganza de la envidia acumulada….el ver la vida destrozada y cómo sufre el otro desesperadamente…debe ser un gran aliciente para el acosador cobarde e inutil….siempre al amparo y a los pies del poderoso político corrupto
Elena Rubio
4 de julio de 2018 at 07:38
Hola Ana, estoy totalmente de acuerdo contigo. Si lees detenidamente el artículo, se menciona que esto ocurre en ocasiones, que algunas (y recalco algunas) de estas personas acosadoras se han ido fraguando desde la infancia… luego tienen que darse otras circunstancias, como que se favorezcan estas situaciones en los centros escolares, en las empresas, etc.
Por ponerte otro ejemplo, cuando se tiene la autoestima baja, se puede reaccionar como explico en este artículo (con violencia y tratando de hacer ver lo contrario a la realidad), pero también se puede comportar uno de la forma contraria (no cuidándose, no luchando por lo que uno quiere o incluso yendo más lejos, no sabiendo lo que uno quiere para sí, porque siempre pone el foco en el otro). Las maneras de actuar de cada uno son muy diferentes, y dependen también del resto de circunstancias que se van dando a lo largo de la vida.