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Troles: los Pot, Pat, Poopey y Holley 2.0

Recuerdo cuando era joven que mi madre nos decía siempre eso de: ‘Tened cuidado con los acosadores’. Por entonces esos acosadores los ‘pintábamos’ desnudos y sólo con una gabardina, que abrían a su paso por al lado de jovencitas que comían pipas en un banco. Los tiempos han cambiado, y a los acosadores de gabardina ahora se les llama troles.

Recuerdo cuando era joven que mi madre nos decía siempre eso de: Tened cuidado con los acosadores’. Por entonces esos acosadores los ‘pintábamos’ desnudos y sólo con una gabardina, que abrían a su paso por al lado de jovencitas que comían pipas en un banco. Los tiempos han cambiado, y a los acosadores de gabardina ahora se les llama troles.

El troll en el bosque 2.0

Si yo oigo la palabra troll, inevitablemente pienso en David el Gnomo (serie que nos marcó a los niños de mi generación). Pot, Pat y Poopey, además de Holley que era el único capaz de pensar, eran los malos de la serie, y constantemente estaban tratando de molestar a los gnomos, buscando la atención y la venganza. Pues válgame el ejemplo de mi infancia, para extrapolar esta figura del troll al bosque 2.0 de hoy en día.

Nos pasamos horas interactuando en las redes sociales. Como los gnomos paseando por el bosque. A veces no somos más que meros espectadores de vidas ajenas, de personas de nuestro entorno, de amigos, de famosos o de completos desconocidos. Y al tiempo que observamos, que a nadie se le olvide, también somos observados.

Provocamos en otras personas las mismas sensaciones, buenas y malas, que otras personas nos provocan a nosotros. O puede que multiplicadas. Depende del nivel de ‘trolismo’. Detrás de cada árbol del bosque, hay un troll, mejor o peor, pero que te está observando. Si esa figura de control es tu amigo o alguien con buenas intenciones, bienvenido sea, pero, ¿y si no lo es…?

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Los troles buscan, desde el anonimato de la Red, reventar comentarios, ponerte de mal humor, hacer saltar tus alarmas de seguridad, y destruirte

La razón de los troles cibernéticos

¿Cuál era la intención de Pot, Pat, Poopey y Holley? Perdón por el improperio, pero sólo querían ‘joder’ a los gnomos.

Esa es también la ‘razón de ser’ de los troles cibernéticos. Personas que buscan, desde el anonimato que te permite la Red, reventar cualquier comentario, ponerte de mal humor, hacer saltar tus alarmas de seguridad, y, en el peor de los casos, destruirte.

Las herramientas de estos troles 2.0 no son su fuerza física o su inteligencia (la mayoría son como Pot, Pat y Poopey); su herramienta es el tiempo (varios estudios revelan que dedican más de 15 horas a la semana a esta maligna labor) y sus emociones reprimidas (la irá, la envidia, el sadismo, la psicopatía y la obsesión son algunos de sus caldos de cultivo).

Contra todo el bosque… O contra el pobre David el Gnomo. El trol puede tener un objetivo único (entonces ya hablamos directamente de acoso cibernético) o un objetivo colectivo, más basado en arruinar la convivencia en la Red.

A raíz de un nuevo programa de televisión con este nombre que nos ocupa, estamos viendo casos de este tipo, con un troll con nombre y apellidos y una víctima con nombre y apellidos. Trol y víctima se conocen, conviven (mejor o peor), como los troles y los gnomos.

Cristina Monge, periodista, experta en comunicación y siempre de 'buen humor'

Cristina Monge, periodista, experta en comunicación, marketing y redes sociales… y siempre de ‘buen humor’

No alimentes al troll (Don’t feed the troll)

Una de las leyes más conocidas de internet es ‘no alimentes al troll’ (don’t feed the troll, en su versión original en inglés): esto es, no le respondas, no entres a su juego, porque de ese modo sólo consigues activar su sadismo y darle disfrute, con lo que no te librarás nunca de su cacería.

Una de las leyes más conocidas de internet es ‘no alimentes al troll’ (don’t feed the troll, en su versión original en inglés)

Pero cuando el miedo, la impotencia y la frustración te invaden por este cyberacoso, cuando hablamos de insultos, descalificaciones, amenazas, suplantación de identidad, publicación de fotografías íntimas y datos personales…

Hay que denunciar (siempre es la primera opción, mucho antes incluso que ir a un programa de televisión).

Cuando una persona recibe un mensaje ‘troleado’ lo primero que hace es plantearse: ¿Es una amenaza? o ¿es una broma de mal gusto? Por desgracia, en la mayoría de los casos las víctimas del ataque pasan del asunto, confiando en que se calmen las aguas, sin llegar a tomar ningún tipo de medida, aunque sea de forma preventiva. Es decir, el gnomo se mete en su guarida, esperando que el trol se aburra y se vaya.

A veces este ‘Don’t feed the troll’ funciona, pero cuando es un troleo más personalizado y sostenido en el tiempo, cuando somos David el Gnomo (protagonista de la serie y principal foco de animadversión de los troles), hay que tomar tres medidas:

  • denunciar a la policía
  • guardar todas las pruebas
  • aumentar la seguridad de nuestras credenciales

Está claro que cuanta menos información de carácter personal pongamos a disposición del atacante en las redes sociales, más reduciremos la posibilidades de que la cosa vaya a más.

Cantaba David el Gnomo: “Soy siete veces más fuerte que tú, y veloz, y siempre estoy de buen humor…”. Fuertes para enfrentarnos al ciber acosador, veloces para tomar las medidas preventivas y activas necesarias, y siempre, y para todo en esta vida y en este bosque 2.0, es mejor estar de buen humor.

35 años, licenciada en Periodismo, experta en Marketing y Social Media. Más de 10 años trabajando como periodista y community manager en relevantes puestos de diferentes medios y empresas. En la actualidad, socia fundadora de M3Estrategia, agencia de Comunicación Integral perfecta para los nuevos tiempos.

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