¿Se trata solo de acoso? – Por Laura Quiun – Comunicadora Social – Doctora en Psicología
- Hacer la vista gorda y adaptarte a tanto dolor, normalizar, finalmente, puede ser aceptar algo que es totalmente inaceptable.
‘Que el engaño no me sea indiferente’
Empiezo el artículo para jupsin.com con la estrofa de esta canción. Posiblemente, muchas de las cosas que estén aquí escritas, si me has leído antes, te resulten familiares. Sin embargo, aunque resulte duro, habrá alguien para quien sean útiles porque lamentablemente empieza a navegar en estas aguas turbias del acoso:
“Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.”
(León Gieco)
Lo cierto es que el acoso laboral existe tanto como el acoso sexual. No solo existen, en ocasiones coexisten. Y es importante tener en cuenta que se trata de acosos diferentes.
Lo cierto es que el acoso laboral existe tanto como el acoso sexual. No solo existen, en ocasiones coexisten
Las acciones que lo constituyen tampoco son las mimas. Sin embargo, el hecho de que se den situaciones que no terminen de encajar como alguno de los dos tipos de acoso, no significa que no tengamos que darnos cuenta ni tampoco desestimar cualquier demanda sobre las mismas porque los hechos no terminan de ajustarse a ellos, ni mucho menos porque uno se nombre tratándose del otro.
Ni que orientemos nuestros esfuerzos en formar y diferenciar de qué hablamos. Pero sobre todo tener en mente que más allá de que se llame como se llame hay un marco contextual que facilita que pase o que se normalice aquello que daña. Un marco sobre el cual, en ocasiones, está en nuestras manos, otra en nuestra competencia poder cambiar. En otros momentos, no.
‘Que el dolor no me sea indiferente’
Posiblemente, si has abierto los ojos ante situaciones de agresión, tu radar y tu sensibilidad ante cualquier tipo de maltrato sea mayor. Esto es muy distinto a que exageres o inventes cosas, simplemente has adquirido la posibilidad de ver aquello que sucede delante. Aunque posiblemente ya lo sabías, quizá sería importante que te preguntes: ¿cómo actúas frente a ello y qué pasa en tu interior a nivel corporal?
“Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.
(León Gieco)
Si has abierto los ojos ante situaciones de agresión, tu radar y tu sensibilidad ante cualquier tipo de maltrato sea mayor
Hay veces que ese descalificar lo que haces, al mismo tiempo que quitarte lo que haces y hablarte como si fueras una inútil, puede llegar a pegársenos y creérnoslo tanto que olvidemos que es el otro el que actúa así.
Son sus acciones, sus juicios, sus miedos, no tú. Pudo ser otro. Posiblemente tenga mil causas que le lleven a actuar así, pero más allá que entiendas qué le motiva ser así, otra muy distinta es que permitas que siga sucediendo.
¿Cambiarlo/a? Solamente cambia quien quiere hacerlo… Tienes posibilidad de hacerlo en aquello que está en tu área de control, y el otro va más allá.
Es posible salir
Tomando este precepto, la regla principal es no tomarte lo que pase como algo personal, y puede resultar paradójico porque claramente afecta tu persona y realmente te tienes que tomar a personal algo, a ti mismo, no las acciones que ejerzan en tu contra. Toma tiempo, y más que algo que tengas que hacer, es algo que sería bueno que forme parte de tu visión de futuro.
Decir que es posible salir del acoso implica, en primer lugar, reconocer que todo esto sucede
Decir que es posible salir del acoso implica, en primer lugar, reconocer que todo esto sucede.
Aunque sea duro, no eres el único o la única. Y según cómo lo mires y escarbando un poco más, veas que lo único que no has sido es el único o la única.
Echártelo a la espalda y tirar puede ser una opción, recordando siempre el aprendizaje y teniendo en mente ese futuro, que aunque tome su tiempo y en este momento seas incapaz de verlo, detrás de tanta injusticia hay un aprendizaje, y entre todo esto en el futuro hay algo mejor para tí. Hacer la vista gorda y adaptarte a tanto dolor, normalizar, finalmente, puede ser aceptar algo que es totalmente inaceptable.
Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.
…
Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.
(León Gieco)
Marchar es una opción, otra opción diferente es crear una cultura diferente
Marchar es una opción, otra opción diferente es crear una cultura diferente. Cuando hablo de una cultura diferente, es aquella que puedes formar en tu propio hogar, con tu pareja, con tu familia, amigos y amigas, una de respeto, una en la que la confianza implique dejar y soltar, sabiendo que el otro y la otra es lo suficiente capaz y por qué no decir de aprender de todo aquello que se le presenta por delante.
¿Si este aprendizaje adquirido se convirtiera en una energía que es aquello que estaría moviendo en tu vida en este momento? ¿Este movimiento que estaría creando?
Permitidme que cierre el artículo con las líneas de esta canción:
“Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo
Cambia el clima con los años
(…)
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño
Cambia todo cambia”
(Julio Numhauser)