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Paula Santolaya: ‘No son cosas de críos’

“¡Zorra, pelota, pija…!”
Estos eran algunos de los insultos que escuchaba en clase durante mis años escolares por rechazar a un chico, sacar buenas notas o vestir un chándal de Nike.
El callejón que conducía al patio del colegio, actualmente trasladado a un barrio periférico, me recordaba al de una plaza de toros donde los bravos de mi clase me acorralaban para cornear mi autoestima y pisotear mi orgullo.

“¡Zorra, pelota, pija…!”. Estos eran algunos de los insultos que escuchaba en clase durante mis años escolares por rechazar a un chico, sacar buenas notas o vestir un chándal de Nike.

El callejón que conducía al patio del colegio, actualmente trasladado a un barrio periférico, me recordaba al de una plaza de toros donde los bravos de mi clase me acorralaban para cornear mi autoestima y pisotear mi orgullo.

Acoso escolar, ¿cosas de críos?

También recuerdo la pasividad de los profesores, sus reprimendas inútiles y… la famosa frase que les exculpaba: “Son cosas de críos”.

El callejón al patio del colegio me recordaba al de una plaza de toros donde los bravos de mi clase me acorralaban para cornear mi autoestima y pisotear mi orgullo

Han pasado ya quince años y todavía perdura en mi memoria el llanto de mi mejor amiga, que también sufría acoso en su colegio; los insultos de mis acosadores; el silencio de mis supuestos amigos y amigas y la angustia de mi familia, que al fin se dio cuenta de la gravedad del problema.

Pero en vez de minar mi personalidad, esta experiencia me hizo cada vez más fuerte y jamás dejé de luchar.

Me repetía diariamente delante del espejo: “Yo soy normal, el problema es de ellos. Ya madurarán”.

Me alimenté durante años de este pensamiento e intenté llevar una vida normal. Con dieciséis años, tras ver que mis hostigadores no maduraban y que mis profesores no me ayudaban, me cambié de colegio. Pero…, ¡todavía continuó el acoso en la calle!

acoso escolar, jupsin.com, Todos a Una, Colegio Castilla

jupsin.com y el Colegio Castilla (Comunidad de Madrid) juntos contra el acoso escolar con la iniciativa formativa ‘TODOS a UNA’

Y al fin pude respirar tranquila

Mi madre decidió actuar con firmeza y acudió al director del colegio para amenazarle con denunciar el hecho ante la Policía, el Juzgado, el Consejo Escolar, la Administración Educativa, los medios de comunicación… Y al fin pude respirar tranquila.

A veces, pienso que tengo el deber de contar mi historia para ayudar a los chicos y chicas a enfrentarse a este problema

Tiempo después, un niño llamado Jokin se suicidó en Fuenterrabía víctima del matoneo escolar.

Este suceso accionó las campañas contra el bullying y tanto las administraciones educativas como el profesorado comenzaron a asumir un fuerte compromiso, tardío en mi caso, ante el acoso escolar. Compromiso que evidentemente ha fracasado a juzgar por los hechos que se publican.

A veces pienso que tengo el deber de contar mi historia para ayudar a los chicos y chicas a enfrentarse a este problema, pues desgraciadamente no todos pueden pronunciar aquella frase delante del espejo.

Curiosamente, me he encontrado con algunos de aquellos chavales que me hostigaban y me han pedido perdón porque, con el paso de los años, se han dado cuenta del daño que me hicieron. Aunque ya no tiene remedio, me queda este consuelo.


conRderuido, ruido, contaminación acústica

Asistente de Dirección en el Congreso de los Diputados. Licenciada en Derecho por la Universidad de Navarra, Máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid. Tesis doctoral en curso por la Universidad del País Vasco. Idiomas: inglés y francés. Comunicadora 2.0, articulista y redactora de contenidos Web para marcas. Fundadora de Don’t bully, be happy.

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