«Firmes pero con pies descalzos» ante los abusos sexuales en la Iglesia católica. Recogemos la reflexión profesional de María Noel Firpo, psicóloga y estudiosa del ‘Abuso y reparación en la Iglesia’.
Según expone, «nuestro deber es ponernos del lado de las víctimas. Son personas con heridas que no terminan de sangrar durante toda su vida».
Para la psicóloga, hay que visibilizar el problema y abordar de manera urgente «la protección a niños y jóvenes y reparar el daño causado a las víctimas».
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«Firmes pero con pies descalzos» ante los abusos sexuales en la Iglesia católica
María Noel Firpo – Psicóloga
El reciente informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica no ha sido ajeno a la polémica.
Somos conscientes que el tema de los abusos no es algo fácil de abordar. Lamentablemente, lleva pasando durante mucho tiempo de una manera silenciosa.
La institución no ha sabido estar a la altura para ofrecer la respuesta que este gravísimo problema necesita. Y no solo eso, sino que ha colaborado pasiva e incluso, activamente, en la perpetuación de dichos abusos, al encubrir mayoritariamente los casos, con todo lo que eso significa.
La naturaleza de los abusos es multicausal y diferente a otros ámbitos. En este tipo de abuso eclesial interaccionan factores de la propia estructura -clericalismo- con factores de naturaleza psicológica, espiritual y cultural.
Una herida que sangra durante toda la vida
Siempre y en respeto a las víctimas, nuestro deber es ponernos al lado de cada una de ellas. Son personas con heridas que no terminan de sangrar, prácticamente durante toda su vida.
¿A qué me refiero? En un entorno que se presupone confiable, seguro, amable, y además espiritual, cuando eres traicionado, no solo pierdes la confianza en la institución, sino que alimenta una desconfianza general en las personas.
Esto puede ser facilitador de una identidad distorsionada de uno mismo, donde siempre hay que intentar rehacerse de alguna manera, muchas veces con mecanismos de defensa muy primarios como la negación, la represión, o incluso creyéndose culpable por lo sucedido, etc.
Perdonarse, a veces es muy difícil. Hay que tener en cuenta que cada caso de abuso es individual, donde la psicopatología del abusador tiene un rol central.
¿Qué favorece este tipo de comportamiento?
El papa Francisco nos dice que «el clericalismo surge de una visión elitista y exclusivista de la vocación». Es un llamado a servir gratuita y generosamente a los demás, se pasa a vivir con un «poder a ejercer». Y todo abuso sexual, comienza con un abuso de poder.
La estructura piramidal, jerárquica, de la iglesia ayuda a que esto se produzca, si sus ministros no son coherentes con la vocación a la cual han sido llamados y a la vez han elegido, que es el servicio al prójimo.
Además, existe un respaldo institucional. Frente a los creyentes y feligreses, la Iglesia presenta a sus ministros como dignos de confianza. La persona que abusa ya sea física, psicológica o espiritualmente, es alguien en quien no se pone ninguna alerta, y menos un menor, ya que se supone que tiene que respetarte y en algunos casos, protegerte.
«Dios nos ha puesto en el camino»
Las dinámicas interpersonales que se juegan en las relaciones de este tipo son muy variadas. La seducción, que puede ser sexual, afectiva, intelectual, es uno de los primeros pasos en el círculo del abuso.
Es importante poner atención tanto a las estrategias del abusador como a las emociones que se despiertan en el menor o en el adulto seducido. Muchas veces comienzan con estrategias de privilegios, palabras de halago, valoraciones de la persona, como por ejemplo:
- «Tú eres alguien especial»,
- «Solo nosotros compartimos estos secretos»,
- «Dios nos ha puesto en el camino», etc.
Alabanzas con repercusiones en las emociones de quien las recibe. Esa relación es asimétrica, y la ilusión de «ser un elegido», nos hace caer en la trampa.
Cualquier persona puede ser vulnerable en una situación así. Todos tenemos necesidades de valoración y afecto, y es probable ceder demandas que nos hacen estar al lado de alguien «importante».
No hay un único perfil de abusador de menores
El abuso de menores siempre comporta una patología. No todos los abusadores llegan a este tipo de conductas de la misma manera: algunos son recurrentes, otros ocasionales, otros seductores, otros violentos, otras veces durante años se produce con la misma persona, o con personas diferentes. No hay un único perfil.
Tampoco existe evidencia que pruebe que determinada orientación sexual condice con los abusos. La orientación sexual no es una patología, o un trastorno. Si la persona es madura e integrada afectivamente, la atracción sexual se da hacia adultos, tanto sea del mismo sexo o del sexo opuesto.
Acercándonos a esta realidad firmes, pero con pies descalzos
Siendo el maltrato infantil la causa de psicopatología más importante que se puede prevenir, es fundamental que se aborde urgentemente.
Es inminente proteger a los niños y jóvenes, reparar el daño causado a las víctimas, sin ocultar más lo que ha pasado o puede seguir pasando.
Es decir, visibilizar el problema para una comprensión que instaure procesos de reparación de los daños cometidos y prevención para evitar su repetición.
Si no tenemos una aproximación al tema lo suficientemente profunda, constructiva y potencialmente transformadora, corremos el riesgo de intentar restaurar o prevenir con buena voluntad, pero sin resultados concretos.
Acercándonos a esta realidad firmes, pero con pies descalzos.
La autora – María Noel Firpo
- Psicóloga con Máster en Psicoterapia Psicoanalítica.
- Co-creadora del Programa TACTO (Trato Adecuado Con Todos)
- Diplomada en ‘Abuso y Reparación en la Iglesia’ por el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME)
El sufrimiento y la soledad de 445.000 víctimas de abusos sexuales en la Iglesia católica