Corría el mes de febrero cuando surge en mí la idea. Para ser más exactos, eran los últimos días del mes y me encontraba, por período de tres semanas, en Madrid. Allí se estaba desarrollando un curso de especialización dirigido a responsables de Unidades de Familia y Mujer de toda España.
Me llamo Álvaro, soy Inspector de la Policía Nacional, padre, marido, feminista y autor de la “La lucha contra la violencia de género: vivencias de un Policía”
En mi caso, fui convocado en calidad de Jefe del Grupo de Investigación de la U.F.A.M. de Málaga.
Vais a tener que disculpar mi olvido, he empezado la casa por el tejado.
Tenía tantas ganas de contar el origen de este proyecto que obvié mi presentación.
Me llamo Álvaro, soy Inspector de la Policía Nacional, padre, marido, feminista y autor de la “La lucha contra la violencia de género: vivencias de un Policía”.
Creo que con esto es suficiente para el propósito de este artículo para jupsin.com.
Hay salida a la violencia de género
Decía que el proyecto surge en Madrid, concretamente a raíz de disfrutar de una magnífica ponencia de Marina Marroquí. Esta mujer, que sufrió el machismo en sus carnes, es la Presidenta de AIVIG y desarrolla un trabajo magnífico con adolescentes.
Fue terminar su charla y hacerme las siguientes preguntas: “¿Y si plasmo en papel mis vivencias?; ¿y si les cuento a ellas, en particular, y a la ciudadanía en general que hay salida?; ¿y si acerco la Policía a la sociedad, para generar confianza?; ¿y si facilito herramientas para la detección de los signos del maltrato y, de paso, genero algo conciencia social?”.
El único ‘requisito’ para ser víctima de violencia de género es ser mujer
Este inicial “y si” pronto se convirtió en un “me pongo manos a la obra”.
Sin ir más lejos, esa misma tarde en la soledad de mi habitación del hotel me equipé con papel y bolígrafo y comencé a esbozar la idea.
En primer lugar decidí buscar 6 mujeres de perfiles distintos, de ambientes y edades dispares, con el solo objetivo de demostrar que el único ‘requisito’ para ser víctima de violencia de género es ser mujer. Ni más, ni menos.
En segundo lugar, opté por finales felices, supervivientes que de una manera u otra dejaron huella en mí y en mi equipo de trabajo.
“Les contaré cómo viví mi trato con estas valientes, qué recuerdos dejaron impresos en mi mente. Deben saber, por un lado, que el maltrato es duro, es dolor y sufrimiento, sin embargo, por otro lado, al final de cada historia deberé abrir una puerta a la esperanza. Al ‘sí hay salida’; al “otra vida es posible’”.
La importancia del apoyo externo
Con la estructura principal desarrollada, solo me faltaba la manera de introducir una serie de reflexiones, de carácter pedagógico y en estrecha relación con los relatos, para de esta forma dar respuesta a la última pregunta. Os refresco la memoria: “¿Y si facilito herramientas para la detección de los signos del maltrato y, de paso, genero algo de conciencia social?”
En el primer relato quise destacar el papel del apoyo externo y cómo poder detectar los signos del maltrato
Al respecto decidí dotar cada historia de un comentario que analizara las claves de la supervivencia de la mujer en la que me inspiro.
Por ejemplo, en el primer relato elegido quise destacar el papel del apoyo externo y cómo poder detectar los signos del maltrato.
La joven que me sirve de modelo se enfrentó al proceso penal con la inestimable ayuda de su hermana. De hecho, fue esta última quien le dio el último empujón para denunciar y enfrentarse de cara a su maltratador. Sin ella, nada de lo que juntos conseguimos hubiera sido posible.
El maltratador
En el segundo relato, que versa sobre la situación de maltrato a la que fue sometida una adolescente, me decanté por enfocar la reflexión en torno a la importancia de la educación. Recordemos que si queremos prevenir la violencia y conseguir la igualdad, el éxito pasa sin duda por enseñar con perspectiva de género.
El maltratador es un manipulador, mentiroso, machista, celoso obsesivo…
El tercer relato, con el que pretendo demostrar que no existe un perfil de víctima ni de autor, incluye una referencia a la coordinación.
Muchas veces nos centramos en la mujer y damos de lado al agresor, figura principal y sin la cual no estaríamos hablando de problema social.
Si bien no existe un perfil definido, sí podemos aludir a ciertos rasgos de personalidad que podrían ser tildados de comunes y recurrentes.
El maltratador es un manipulador de primer nivel, mentiroso, machista, celoso obsesivo y en muchos casos, muy hábil en las relaciones sociales. Este último ‘accesorio’ le va a permitir ganarse al entorno de la víctima, caer bien y convertirse en el ‘buen padre y buen vecino’ que a veces oímos en televisión, después de lamentar el asesinato de otra mujer.
Dicho esto, retomo el hilo del contenido de las reflexiones. Si la educación es fundamental, la coordinación entre los distintos operadores en violencia de género es primordial.
En este apartado he pretendido exponer la manera en que se lleva a cabo en Málaga, donde a mi parecer hay grandes vínculos entre instituciones y cierta unidad de acción. Aún así, nos queda mucho camino por recorrer.
Espero de corazón que este proyecto ayude a muchas mujeres a encontrar la salida
Combatir el machismo
Os he adelantado, a grandes rasgos, el contenido de los tres primeros relatos y las reflexiones que los acompañan. Esto asciende a un 50% de la obra, porcentaje más que aceptable para que os hagáis una idea del objetivo perseguido y sobre todo, de la estructura del libro.
Para saber qué depara la otra mitad os emplazo a leer mi libro; a sumergiros en él con esperanza y ganas de empaparos de recursos para combatir al machismo.
Si todavía os encontráis indecisos/as intentaré daros otro motivo para haceros con un ejemplar de “La lucha contra la violencia de género: vivencias de un Policía”: el 25% de los beneficios serán donados a asociaciones sin ánimo de lucro, cuya finalidad es ayudar a víctimas y supervivientes.
Espero de corazón que este proyecto ayude a muchas mujeres a encontrar la salida.