El virus del odio – Por Laura Quiun – Doctora en Psicología – Especial para jupsin.com
- Muchas veces, cuando somos agredidos, atacados, vulnerados, acosados, objeto del odio del otro, sin querer terminamos siendo contaminados por ese odio.
- No hay escenarios perfectos, el anterior no lo era, este no lo es, son escenarios de luces y de sombras. Para sanar de este virus, el del odio, solo cuando aceptamos esa dualidad, esa imperfección como parte también nuestra, hallaremos paz.
El odio contribuye a que las heridas abiertas supuren más
Hay un virus igual de invisible, más letal y que está entre nosotros desde hace mucho más tiempo que la COVID-19.
Hay un virus igual de invisible, más letal y que está entre nosotros desde hace mucho más tiempo que la COVID-19
Se trasmite de boca en boca, puede deberse a situaciones que nos han ocurrido a nosotros o hechos que nos han trasmitido.
Permanece debido a que se alimenta continuamente de nuestras ideas, pensamientos y sentimientos, quedando muchas veces diluido u olvidado aquello que hizo que sintiéramos como lo hacemos. Se trata del odio.
Cuando empecé a escribir en jupsin.com, muchas de las historias transcurrían en primera persona. Quisiera nuevamente volver a ella, compartiendo que reconocer que puedes estar contaminada por el virus del odio no resulta nada agradable, pero siendo consciente de que cuando lo haces puede resultar productivo.
El otro virus, el virus del odio
En ocasiones, cuando atraviesas un mal momento y te entras en espacios con códigos distintos a aquellos que te son familiares, si estás con el virus dentro, posiblemente fijes tu atención en aquello que te separa, dejando de lado todo el aprendizaje que está trayendo consigo este cambio de aires y paradigmas.
Alimentamos este sentimiento y terminamos formando parte de esa misma comunidad de destrucción que tanto odiamos
Cuando estás con el virus del odio, difícilmente podrás empatizar con el otro, con su propio dolor, focalizándote solo en una parte de la realidad. Privándote, sin querer otras cosas que pasan delante tuyo sin saberlo.
Muchas veces, cuando somos agredidos, atacados, vulnerados, acosados, objeto del odio del otro, sin querer terminamos siendo contaminados por el mismo.
No me refiero a la rumia, sino al contenido de la misma, a esos pensamientos que se focalizan en aquello que pasó, en lo que nos hicieron, o en el mira lo que hizo o aquello que otros hicieron.
Alimentamos este sentimiento y, sin querer, terminamos formando parte de esa misma comunidad de destrucción que tanto odiamos.
El cambio no va por no sentir precisamente, sino de darnos el permiso de sentir esa rabia, que resulta algo muy diferente del dejarse llevar por este sentimiento.
Aceptación plena
Solo desde la aceptación plena, identificando aquello que nos está haciendo sentir rabiosos, y desde allí conectar con nuestras propias necesidades paradójicamente será cuando consigamos trascender la rabia y desconectar con la comunidad de odio.
Las condiciones se volverán inseguras a nivel emocional y material. Avivará miedos y creará espacios para que se esparza este otro virus
Quizá, desde esa aceptación de ese espacio convulso como algo que forma parte también de nosotros, podremos conectar con aquello que le pasa al que agrede.
Y desde allí identificar respuestas creativas a este momento, más acordes con nuestros valores y principios.
En este escenario posterior al COVID nos enfrentamos a un cambio y a una reconstrucción.
Para algunas personas, las condiciones se volverán inseguras tanto a nivel emocional como a nivel material. Avivará miedos y creará espacios para que se esparza este otro virus.
Un ejemplo son los hechos de los que hemos sido testigos de manera reciente, la situación abuso policial hacia George Floyd, las posteriores protestas frente al racismo y al abuso de parte de la policía a la comunidad afrodescendiente.
Estos sucesos han dado paso a otras protestas, en otras partes del mundo, que ponen en relieve situaciones de abuso hacia grupos que constituyen minoría frente al grupo de poder mayor.
Odio y heridas que supuran
Protestas en algunos casos pacíficas y otras contaminadas por el “otro virus”, que ha contribuido a dar un giro distinto a esta situación desencadenando actos de violencia y vandalismo.
Es lo que tiene el odio, contribuir a que las heridas abiertas supuren más, que se abran heridas viejas y que las voces oprimidas antes pasivas, consigan clamar venganza.
El odio contribuye a que las heridas abiertas supuren más, que se abran heridas viejas y que las voces oprimidas antes pasivas, consigan clamar venganza
El mal existe, campea por allí a sus anchas, sin embargo, el camino del odio, no es el mejor antídoto para su destrucción.
A nadie le gusta sentirse atacado, vilipendiado, acosado, echado de lado. Sin embargo, seguir alimentando las diferencias, lo único que consigue es que estas cada vez sean más grandes, polarizando el mundo en “ellos” y “nosotros”.
De este otro virus, no nos protegemos portando mascarillas ni lavando con gel nuestras manos. De este otro virus nos protegemos aceptando el estado de angustia y malestar…
… siendo compasivos con nosotros mismos, desde la regulación emocional, desde la identificación de nuestras necesidades. Desde allí, desde ese espacio de autoaceptación, solo desde allí, podremos empatizar con el otro:
- Explorando espacios alternativos a la crítica
- Acercándonos al otro desde la aceptación y estableciendo límites
- Encontrando en el conflicto una posibilidad de aprendizaje y crecimiento
- Acercándonos a su resolución desde la creatividad, desde nuestros valores y creencias
- Alejándonos de la tierra tóxica del odio
¿Te atreves a abrazar el cambio?
Ambos virus nos tocan. Parafraseando el título de la película de Lelouch, “A los unos y los otros”.
‘Este virus nos toca’, parafraseando el título de la película de Lelouch, ‘A los unos y los otros’.
Al igual que en esta película cada uno tiene una historia trágica, pero conectar con la creación hará que conectemos con la vida.
Nuestra vida, a día de hoy, puede que cuente como lo hace esta película con la misma música, pero como en ella, el momento actual hace que bailemos de forma distinta.
No hay escenarios perfectos, el anterior no lo era, este no lo es, son escenarios de luces y de sombras. Para sanar de este virus, el del odio, solo cuando aceptamos esa dualidad, esa imperfección como parte también nuestra, hallaremos paz. ¿Te atreves a abrazar el cambio?