Una de cada tres trabajadoras del hogar vive en la pobreza en España. Este es el demoledor dato del informe realizado por Oxfam Intermón y titulado ‘Esenciales y sin derechos’.
De todas las trabajadoras del hogar de la UE, el 28% trabajan en España. Equivalen a toda la población de Cantabria y, a pesar de que las familias invierten en sus servicios 7.250 millones de euros, una de cada 3 vive en la pobreza.
En el informe se analiza qué falla en nuestras políticas públicas para que el 5% de todas las mujeres trabajadoras en España estén excluidas de derechos básicos y los que tienen reconocidos no sean más que papel mojado.
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Una de cada tres trabajadoras del hogar vive en la pobreza
Medio millón de trabajadoras del hogar en España no tienen reconocidos los mismos derechos que el resto de las personas asalariadas.
Carecen de prevención de riesgos laborales, prestación por desempleo o protección por despido. A la falta de reconocimiento formal de determinados derechos hay que añadir que son mucho más vulnerables a no ver cumplidos aquellos derechos que, en teoría, sí tienen.
Mujeres y migrantes
Se trata de mujeres, algo más de la mitad migrantes. Una de cada cuatro vive en situación irregular. Desempeñan su trabajo en soledad, en el espacio privado de los hogares de otros y sufren una alta dependencia económica. Antes de la COVID, el 32,5% vivía bajo el umbral de la pobreza. Una de cada seis en pobreza severa.
«Sin que exista un reparto equitativo de las tareas de hogar y de las responsabilidades del cuidado entre hombres, mujeres, empresas y el Estado, han sido las que han hecho posible la masiva incorporación de la mujer al mercado laboral», asegura el Informe.
Y añade, «Gracias a ellas, nuestro Estado se puede permitir no invertir en políticas públicas de cuidados al nivel que otros países de nuestro entorno».
Sin ellas, el mundo se pararía
«Familias y administraciones han externalizado a bajo coste los trabajos más esenciales de nuestra sociedad y economía, los que hacen posible que la vida continúe. Nuestro modelo de organización de los cuidados pasa por ellas».
De las trabajadoras del hogar de la UE, el 28% trabajan en España. A pesar de que el sueldo medio de las trabajadoras del hogar es el equivalente a menos de la mitad del sueldo medio del conjunto de las personas asalariadas, v el valor real de su trabajo es incalculable.
La COVID-19 ha sido una gran llamada de atención: sin cuidados no hay nada. Si las trabajadoras del hogar pudieran hacer huelga, el país se paralizaría. El mundo dejaría de girar.
La deuda contraída es inmensa y es hora de pagarla
Ratificar el Convenio 189 de la OIT de trabajo decente para trabajadoras del hogar es el primer paso para devolver la deuda contraída mientras avanzamos hacia otra manera de organizar los cuidados en nuestra sociedad.
En el informe, Oxfam Intermón hace una propuesta sobre cómo llevar el Convenio 189 a las políticas públicas con modificaciones en distintos marcos legales y a varios niveles administrativos.
La situación laboral y de vida de las trabajadoras del hogar no puede mejorar significativamente sin cambios en lo que son dos vasos comunicantes del empleo de hogar:
- Sistema para la Autonomía
- Atención a la Dependencia (SAAD) y la Ley de Extranjería
Equiparar derechos y obligaciones
Hace casi una década que se planteó equiparar los derechos y obligaciones de las trabajadoras del hogar al resto de asalariadas y buscar vías para que accedan a la prestación por desempleo.
Sin embargo, cada vez que se acerca la fecha de integración plena en la Seguridad Social se acaba posponiendo; se mantiene sine die a un grupo de amplio de población en la precariedad y la pobreza para que su trabajo sea asequible para el resto.
En 1931, se introdujo en España el primer seguro público por desempleo. Precisamente, que entre las últimas en ser protegidas estén las trabajadoras del hogar y cuidados —mujeres, pobres y migrantes—, dice muchas cosas —y no muy buenas— de nuestra sociedad.
Cuidados de larga duración y atención a la dependencia
España invierte relativamente menos en cuidados de larga duración y atención a la dependencia, y eso se nota en la estructura ocupacional de las mujeres. Existe una correlación entre las trabajadoras de servicios sociales y las del hogar; a más de las primeras, por una mayor inversión pública en cuidados, menos de las segundas.
Mientras que en Finlandia el 9% de sus trabajadoras se dedica a los servicios sociales y a la asistencia residencial, tan solo el 0,32% de su fuerza laboral está empleada en el trabajo del hogar. En Bélgica, estas cifras son del 7,8% y 0,08% respectivamente y en Países Bajos del 8% y el 0,13%.
Sector refugio
Medio millón de trabajadoras del hogar de nuestro país está distribuido de forma dispar entre las CC.AA. Mientras que suponen el 5% del total de mujeres trabajadoras en España, son apenas el 2,9% en Canarias, o el 2,8% en Extremadura. En Madrid, llegan al 7,5%.
Aunque de media algo más de la mitad de las trabajadoras del hogar y cuidados son extranjeras, esto cambia sustancialmente dependiendo de la CC.AA.
El trabajo del hogar sigue siendo un sector refugio para trabajadoras españolas en las regiones con menos dinamismo económico. Mientras que, en Galicia, tan solo el 25% es de origen extranjero, este porcentaje sube al 79% en Baleares. Una de cada cuatro de las extranjeras, 70.000 mujeres, se encuentra en situación irregular.
Estrés, el agotamiento y el aislamiento
Unas 40.000 mujeres trabajan como internas. Nueve de cada diez son extranjeras y una de cada cuatro cuida a un adulto dependiente.
Se trata de un trabajo especialmente vulnerable a los abusos en los que la presencia en el domicilio de los empleadores se convierte en una disponibilidad plena.
Todas las mujeres que trabajaban como internas y entrevistadas para esta investigación reportaban preocupación por su salud mental y emocional debido al estrés, el agotamiento y el aislamiento.
Jornadas muy cortas o extremadamente largas
La parcialidad no deseada alcanza el 65% de las trabajadoras que trabajan por horas y, además, la baja intensidad laboral está muy presente. Una de cada cuatro trabaja menos de 10 horas a la semana.
Por otro lado, la modalidad de interna presenta jornadas interminables. Más de una de cada diez trabaja más de 61 horas semanales y el 7,4% más de 71 horas.
La presencia de las mujeres en los domicilios de los empleadores y su escaso poder de negociación las lleva a estar disponibles para requerimientos continuos. Sus vidas quedan supeditadas a las de sus empleadores.
Sector informal
Una de cada cuatro trabajadoras desempeñan todo su trabajo en la economía sumergida. De ellas, la mitad se encuentra en situación administrativa irregular.
Sin embargo, la informalidad en el sector es amplia ya que no todas las personas empleadoras de mujeres que trabajan por horas pagan sus cotizaciones. Un 36% del trabajo del hogar es informal.
Su capacidad de negociación es extremadamente limitada, lo que las deja expuestas a abusos o violaciones de
derechos laborales. Además de la alta informalidad con jornadas parciales —en su mayoría involuntarias—, sus condiciones laborales son precarias, ya que carecen de prevención de riesgos laborales, prestación por desempleo o protección por despido.
Capacidad nula para decir ‘NO’ o reclamar
La acción sindical no existe. El 85% de las mujeres que trabajan por horas se encuentra entre el 10% de personas asalariadas con menos ingresos.
Sin prestación por desempleo, protección contra el despido ni, en muchos casos, posibilidad de acceso a prestaciones de asistencia social, su capacidad para decir no o reclamar mejoras laborales es nula.
Convenio 189 de la OIT
El actual Gobierno ha manifestado su voluntad de ratificar el Convenio 189 de la OIT de empleo decente para las trabajadoras del hogar.
Sin embargo, la adhesión de España a este instrumento internacional no tiene por qué traer consigo una mejora real de la vida y condiciones de empleo de estas trabajadoras.
Es necesaria una transposición ambiciosa que entienda la relación que el sector tiene con políticas como la atención a la dependencia o la gestión de las migraciones.
¿Qué hay que cambiar?
- El Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) se debe hacer cargo de los cuidados de larga duración e integrar a las trabajadoras del hogar que hoy están cuidando de dependientes. Hasta 650 millones de euros podrían estar yendo directamente desde las arcas públicas a trabajadora sin cualificación o control y, en muchas ocasiones, empleadas en la economía sumergida.
- Hay que igualar sus derechos y obligaciones en materia de protección social a los del resto de personas asalariadas. Una inversión de unos 630 millones de euros permitiría reducir el impacto en un posible incremento de la economía informal de aumentar las cotizaciones y podría, potencialmente, sacar de la economía sumergida hasta 2.600 millones de euros en salarios y más de 830 millones en cotizaciones a la Seguridad Social.
- Ley de Extranjería. Hay que promover una regulación extraordinaria como paso previo a una nueva Ley de Extranjería que contemple canales de migración regular y deje de ser una fuente de precariedad y sufrimiento gratuito e innecesario.
- Prevención de Riesgos Laborales. Los riesgos, especialmente psicosociales, son recurrentes en este trabajo. Las trabajadoras entrevistadas para este informe reportan tener o haber tenido serios problemas de estrés, ansiedad y/o síntomas de trastornos depresivos agravados por trabajar como internas.
- Diálogo social y negociación colectiva. Es necesario articular un proceso pautado y transparente de diálogo social que integre al conjunto de organizaciones de trabajadoras, de cara a transponer el 189. Y, de cara a poder contar en algún momento con un convenio colectivo negociado por agentes sociales que realmente representen a las partes, replantear el concepto de “representatividad” e incentivar la creación de una patronal.
- Inspección del trabajo. La inviolabilidad del domicilio dificulta la acción de la inspección, pero no la impide. Hay espacio para desarrollar más inspecciones de oficio que eviten la necesidad de que trabajadoras, altamente dependientes, denuncien a sus empleadores.