Cuando estudié Sociología tuve una asignatura que estaba dedicada a estudiar los distintos genocidios que se han producido en la historia moderna en todo el mundo.
Analizamos con horror el exterminio nazi, el vaciado de cesto de Camboya, las distintas dictaduras sudamericanas…. Fue muy duro leer sobre aquello y tener que documentarnos sobre experiencias de gente que sobrevivió y que quedó marcada física y mentalmente de por vida.
Un día, el profesor nos preguntó, ‘¿pensáis que de pronto miles de personas se volvieron locas para decidir secundar estas torturas y matanzas?’
La verdad es que hasta ese momento, la frase más recurrente era ‘menudos locos’, pero esa pregunta nos hizo cuestionarnos qué pasó realmente para que gente normal se convirtiera en asesinos que, en muchos casos, nunca se plantearon el mal que estaban haciendo.
La normalización del mal
Existen muchas teorías que explican los mecanismos que se ponían en funcionamiento para condicionar la voluntad de las personas implicadas en los genocidios, pero la que más me llamó la atención fue la de la banalidad del mal, de Hannah Arendt.
La teoría de la banalidad del mal alerta de lo importante que es tener capacidad de discernir el bien y el mal para que el entorno no anule tus propios juicios
Esta alemana de origen judío desarrolló su teoría durante el juicio al dirigente nazi Adolf Eichmann, responsable de transportes durante el Holocausto.
Para Arendt, Adolf Eichmann no era un loco antisemita, sino una pobre mente sin juicio crítico que le permitiera cuestionar las órdenes que estaba recibiendo y las consecuencias de sus actos.
La teoría de la banalidad del mal alerta de lo importante que es tener capacidad de discernir el bien y el mal para que el entorno no anule tus propios juicios dándote una opinión formada de lo que sucede a tu alrededor.
La normalización del mal lleva a dar por buenos los más terribles acontecimientos.
¿Generan los medios con sus noticias la normalización del mal?
El otro día recordé esta teoría cuando leí el titular “La muerte de Robin Williams provocó que los suicidios aumentaran un 10% en EEUU”.
Esta noticia me hizo pensar en la responsabilidad que tenemos los medios de comunicación en la normalización de determinadas conductas, aunque con su difusión sólo haya una intención meramente informativa.
Me da miedo pensar que conductas atroces se perciban como corrientes porque otros las hacen y animen a mentes sin juicio crítico a imitarlas
Recuerdo que hace tiempo en los medios se evitaba a toda costa decir la palabra suicidio porque estaba ‘demostrado’ que hería sensibilidades y que era mejor no ponerlo encima de la mesa como opción.
Me da miedo pensar que la difusión de las noticias genere la normalización del mal, la banalidad del mal. Me da miedo pensar que conductas atroces se perciban como corrientes porque otros las hacen y animen a mentes sin juicio crítico a imitarlas.
Otro ejemplo cercano lo tenemos con el caso de La Manada. Desde la publicación de la noticia han salido publicados varios casos de denuncias a jóvenes por violaciones en grupo.
Conductas buenas de tanto normalizarlas
¿Se ven esas mentes legitimadas a hacer semejantes aberraciones porque otros también lo hacen? ¿Terminan pensando que son normales esas vejaciones y que no hacen daño?
Lo cierto es que hay declaraciones de los acusados en los juicios que nos pueden llevar a la misma conclusión a la que llegó Hannah Arent en el juicio de Adolf Eichmann. Son mentes que no piensan que lo que hacen es realmente horrible, sino que se dejan llevar por un entorno que ha banalizado ese mal dándolo por bueno.
La violencia de género, la corrupción, el acoso escolar, el acoso laboral… son asuntos de las noticias que cada día leemos, oímos y vemos en los medios de comunicación y que damos a conocer a esas mentes sin juicio crítico. Por eso creo que son tan importantes todas las iniciativas dirigidas a la mentalización del mal de estas conductas que a veces han sido dadas por buenas de tanto normalizarlas.