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«Yo en tu lugar», un ejercicio de empatía

Te propongo un trato. Tú, si quieres, me cuentas tu historia y yo me callo. No espero a que hagas pausas para hablar de mí y decirte que a mí me pasó lo mismo…

«Yo en tu lugar», un ejercicio de empatía – Un relato de Mercè Roura que te hará pensar y no te dejará indiferente – jupsin.com


Tú, si quieres, me cuentas tu historia y yo me callo

Te propongo un trato. Tú, si quieres, me cuentas tu historia y yo me callo. No espero a que hagas pausas para hablar de mí y decirte que a mí me pasó lo mismo…

No me paso el rato construyendo una respuesta ni pensando que estoy por encima de tus miedos y lamentos…

Tú me hablas y yo respeto tus silencios porque sé que todos y cada uno de ellos tiene un sentido y está impregnado de la misma necesidad de comunicarte que todos tus gestos y palabras.

«Yo en tu lugar», un ejercicio de empatía

Tú me hablas y yo no te juzgo ni pienso que yo en tu lugar estaría menos triste, menos cansada, menos preocupada, menos enfadada, menos rota, que sería más valiente o que habría solucionado el tema hace años porque no es verdad.

Porque si yo fuera tú, tendría tus creencias y miedos, habría sido educado y limitado de la misma forma y ahora estaría en tu piel, sentado, esperando que alguien me escuche sin juzgar ni tener que sentir vergüenza de nada.

Te escucho con todo mi ser, no sólo con mis oídos

Porque yo en tu lugar estaría igualmente perdido y agotado, habría llegado a las mismas conclusiones y necesitaría mucha ayuda…

Tú me hablas y yo te escucho. Te escucho con todo mi ser, no sólo con mis oídos.

Te escucho con mis manos que si me permites tocan las tuyas para que además de verme cerca, me notes contigo. Te escucho con mis brazos que se abren para recibir tus palabras…

Te escucho con mis ojos que miran los tuyos sin invadirlos, diciéndoles que me importas, que quiero saber qué sientes y que si me lo pides, buscaré alguna palabra que te conforte y que no te exija y si no la encuentro me callaré.

Tú me hablas y yo te escucho. Te escucho con todo mi ser, no sólo con mis oídos.

Te escucho con mis gestos y con el espacio que ocupa mi cuerpo en el espacio que nos separa, para que nos una, para que sepas que estoy para ti, sin prisas ni compromisos…

Sin que escucharte me obligue a opinar ni decir nada que tú tengas que cumplir u obedecer. Sin liturgias ni ceremonias más allá de respirar. Sin que tengamos que solucionarnos la vida aquí y ahora…

Te propongo un trato

Te propongo un trato. Tú me miras y yo te miro. Y puede que no tengamos que decir nada más ni necesitemos saber nada nuevo, como si toda la sabiduría del mundo estuviera contenida en una mirada…

Toda la sabiduría que necesitamos para superar esta tarde quebrada por tu miedo  y tu angustia está ya en nosotros y sólo necesitamos encontrar el interruptor que nos permita abrirnos a ella.

Tú sueltas tu necesidad de gustarme y yo de ser perfecta

Tú sueltas tu necesidad de gustarme y yo de ser perfecta. Tú lloras si quieres y yo honro todas y cada una de tus lágrimas.

No te pido que te calmes, ni que ceses tu llanto, ni que sientas nada que ahora de ningún modo podrías sentir…

No te pido que superes nada, no te exhorto a que ahora lo veas todo distinto, no te apremio para que olvides nada, no te cuento ningún cuento más triste para que sientas que tu cuento no es suficiente triste para conmoverme…

No te pido que te calmes, ni que ceses tu llanto, ni que sientas nada que ahora de ningún modo podrías sentir…

Si quieres te acompaño un rato

No intento hacerte reír si no te sale para que fuerces tu risa y te olvides de explorar esa tristeza que aflora en ti y que es sano conocer y aceptar… Eso es empatía.

No busco palabras para ti, ni recetas mágicas, ni historias de monjes budistas que sueltan piedras y superan miedos… Eso ya llegará otro día. No voy a negar tu dolor ni minimizar tu sufrimiento diciendo algo absurdo.

No voy a darte normas para pasear por tu vida porque a mí ya me cuesta pasear por la mía

Hoy estoy aquí y respeto tu deseo gigante de no hacer nada ahora para salir de tu cueva. Tu necesidad omnipresente de seguir lamentando lo que pasa y no superarlo hoy porque estás cansada.

Acepto tus quejas y tus respiraciones entrecortadas… No voy a intentar animarte ni arrastrarte a una nueva vida.

No voy a pedirte que sonrías ni que disuelvas tu dolor en un café, un pastilla o una serie absurda en la que dos se aman y no lo saben…

No voy a darte normas para pasear por tu vida porque a mí ya me cuesta pasear por la mía. No voy a insistir en que debes amarte más porque si todavía no te amas es que no puedes todavía o no sabemos cómo. No voy a recomendarte que leas libros ni te apuntes a cursos que ahora no aprovecharías.

Estaré aquí, porque quiero, para cuando decidas tú levantarte, si quieres que te acompañe un rato

No voy a pedirte que seas otra persona porque yo en tu lugar crea que no sería como tú… Porque además sería mentira.

Estaré aquí, porque quiero, para cuando decidas tú levantarte, si quieres que te acompañe un rato.

Te propongo un trato… Vamos a compartir este momento sin expectativas. Sin límites, sin pensar a dónde nos lleva, sin buscar soluciones, sólo para que sepas que me importas.

Sonríe, por favor

Periodista y formadora en comunicación, marca personal e inteligencia emocional. Más de 17 años de experiencia en radio y televisión. Ahora ayudo a las personas a conseguir que potencien su talento y lideren sus vidas. Me apasionan las palabras y su poder para cambiar nuestra forma de pensar y de vivir. Su primer libro ‘Amo la Imprudencia de mis Palabras'. El momento de cambiar y ser grandes es éste. Su último libro ya está disponible: 'Cosas que debí decirte hace cien años'

8 Comments

8 Comments

  1. Ismael

    3 de agosto de 2020 at 23:04

    Magnífico relato. Cuando la empatía, hoy en día, debería ser tan necesaria, casi, como el agua. Gracias por esta lectura.

  2. alicia luengo

    4 de agosto de 2020 at 14:10

    «yo en tu lugar»—como de costumbre borrè lo escrito tocando dònde no debìa.sòlo dirè que son pensamientos ò reflexiones puestas en palabras que son fiel reflejo de mis sentimientos,quiero retroceder en el dolor pero estoy estancada.muy bueno como todo lo que nos regala en palabras merce.

  3. Gloria López Pacheco

    5 de agosto de 2020 at 00:10

    Me encanta lo que escribes Merce, me encuentro en el flujo de energía de tus palabras y también de tus silencios. Te abrazo a la distancia con mi mucho cariño.
    Terapia CAMPECHE .
    De México viviendo en Canadá

  4. Pedro

    5 de agosto de 2020 at 18:35

    Relato para un momento delicado de la vida ..la empatia es fundamental en los momentos de confinamiento .muchas gracias
    Cariños cordiales
    Pedro Pablo

  5. Estrella Garrido

    6 de agosto de 2020 at 11:36

    «Yo en tu lugar“
    Que estupendo sería que en los colegios desde pequeñitos, se les enseñara a relacionarse desde la empatia, la escucha atenta , el no juicio, a ponenerse en lugar del otro.
    Palabras realmente sabias.
    Gracias Merce Roura.

  6. Benjamin

    8 de agosto de 2020 at 16:33

    Que maravilloso «Yo en tu lugar, un ejercicio de empatia» en estos tiempos que el encierro nos saca de balance emocional a muchos y necesitamos ser escuchados y comprendidos. Me gustó la lectura mucho, felicidades y que sigan los éxitos.

  7. Jesús María

    11 de agosto de 2020 at 13:55

    Felicitaciones Merçe por tus palabras, respetuosas, cuidadosas, que me ayudan a ser humano.

  8. Sílvia Dolores

    12 de agosto de 2020 at 10:26

    Me ha encantado este relato. Qué importante es escuchar a la otra persona. Gracias!!!!!

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