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Álvaro Botias, En clave de igualdad, jupsin.com, Adarve

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Álvaro Botias nos presenta ‘En clave de igualdad’

«Son numerosos los motivos que me impulsaron a poner negro sobre blanco en esta ocasión: principalmente, el hecho de que la mejor medicina para combatir la desigualdad es la educación. En este caso, hablaríamos de concienciación, de generar conciencia e implicación en la lucha contra esta lacra social. A ambas habría que sumar, por supuesto, la meta de informar a la población sobre la actuación de los y las profesionales en este campo, poniendo el foco en la vía penal, mi especialidad».

Álvaro Botias nos presenta su segundo libro,En clave de igualdad’ Prólogo de Miguel Lorente y Epílogo de Susana Gisbert – Editorial Adarve – Especial para jupsin.com

  • «Son numerosos los motivos que me impulsaron a poner negro sobre blanco en esta ocasión: principalmente, el hecho contrastado de que la mejor medicina para combatir la desigualdad es la educación«.

  • «He contado con la inestimable ayuda de Esther, mi mujer, que aparte de pertenecer al género en desventaja, es la primera feminista de mi casa y una maestra en este transitar».



Aprovecho que Sofía y Óliver duermen para escribir estas breves reflexiones. Se trata de una oportunidad única, pues conciliar el sueño en horario nocturno se ha empezado a cotizar al alza en fechas recientes.

Muchos padres y madres sabréis de lo que hablo, ¿verdad? No es que yo haya descubierto la pólvora a estas alturas de la vida.

Sin más preámbulos, vaya a ser que alguno decida despertar y se me acabe el chollo, paso a presentaros “En clave de igualdad”, mi segunda obra.

Educación contra la desigualdad

Como el crimen en general, la etiología de sus páginas es, indudablemente, multicausal. Son numerosos los motivos que me impulsaron a poner negro sobre blanco en esta ocasión: principalmente, el hecho contrastado de que la mejor medicina para combatir la desigualdad es la educación.

La mejor medicina para combatir la desigualdad es la educación

En la misma línea, si nuestro lector –o lectora– fuera alguien con un bagaje vital a sus espaldas, en definitiva, una persona adulta, aplicaría la misma teoría que para la juventud pero con diferente concepto. En este caso, hablaríamos de concienciación, de generar conciencia e implicación en la lucha contra esta lacra social.

A ambas habría que sumar, por supuesto, la meta de informar a la población sobre la actuación de los y las profesionales en este campo, poniendo el foco en la vía penal, mi especialidad.

El abordaje de estos objetivos lo he llevado a cabo a través de pequeñas historias, en las que he intentado reproducir situaciones cotidianas desde diferentes focos.

La víctima

Por un lado, me centro en la víctima –en algunos relatos convertida ya en superviviente–: hablo de la dificultad de contar el sufrimiento a un total desconocido, por ejemplo, a un policía o a su médico de cabecera.

Las más jóvenes siguen creyendo que los celos obsesivos son una muestra de amor

También reproduzco conversaciones y actitudes que surgen entre las más jóvenes, quienes aún en un porcentaje significativo, por desgracia, siguen creyendo que los celos obsesivos son una muestra de amor.

Aquí he contado con la inestimable ayuda de Esther, mi mujer, que aparte de pertenecer al género en desventaja, es la primera feminista de mi casa y una maestra en este transitar.



Profesionales contra la violencia de género

Por otro lado, como segundo bloque, atraigo la atención hacia aquellos y aquellas que, desde diferentes ámbitos, combatimos la violencia de género.

Aquí tienen cabida profesionales del ámbito de la salud (médicos y médicas, personal de enfermería, etc); la Policía Nacional, con sus Unidades de Familia y Mujer; miembros de la judicatura, fiscales, letrados y letradas especializados; forenses y, por supuesto, psicólogas y otras profesionales de naturaleza asistencial.

Reproduzco episodios de explosión de la violencia e intento exponer la normalización del entorno

El maltratador

La tercera parte de la obra se centra en el maltratador, es decir, todo hombre que, de forma individual pero con unas referencias comunes ancladas en la cultura, hace uso de la violencia en sus relaciones de pareja.

Saco a colación las estrategias que se emplean para justificar cada agresión; reproduzco episodios de explosión de la violencia y, como no, intento exponer la normalización del entorno.

Con esto último, me refiero a la manera en que los demás callamos e incluso, en algunos casos, aprobamos este tipo de conductas que tienen un objetivo bien marcado: dominar y controlar a las mujeres.

Álvaro Botias: «Espero de corazón que os animéis a emprender este viaje conmigo y a unir fuerzas para vencer al gigante del machismo».

Cada gesto suma en la búsqueda de la igualdad

Para terminar, al igual que hiciera en mi primer libro, vuelvo a poner el foco en la importancia del apoyo externo.

Amistades, vecinos y vecinas, profesores –en la violencia sufrida por las más jóvenes–, adquieren protagonismo en las últimas páginas, con las que pretendo implicar a la sociedad en su conjunto en esta lucha.

Se trata de levantar la voz, de tender una mano amiga cuando ella más lo necesita

Se trata de levantar la voz, de tender una mano amiga cuando ella más lo necesita, de predicar con el ejemplo en nuestros ámbitos de relación. Cada gesto suma en la búsqueda de la Igualdad.

Antes de despedirme, haciendo honor a la verdad, os confieso que me quedé en mitad del segundo párrafo aquella mañana, cuando decidí acometer esta reseña.

El chollo me duró un par de telediarios, básicamente. La culpa tuvo nombre propio: Óliver. De hecho, he necesitado de varios días para finalizar el artículo. Gusto con sarna no pica.

Espero de corazón que os animéis a emprender este viaje conmigo y a unir fuerzas para vencer al gigante del machismo. Sólo ‘En clave de igualdad’ lo conseguiremos.



Por cortesía del autor, jupsin.com incluye a continuación un extracto del libro ‘En clave de igualdad’ (los resaltados han sido incluidos por nuestra redacción)

Segundo relato: UN ACTO DE VALENTIA

«Se dirigía a mí, de forma sistemática, con adjetivos como puta, fulana, gorda, desgraciada…». Macarena lo estaba haciendo de maravilla. Quedaba muy poco para terminar con su relato de dolor y sufrimiento.

«Se dirigía a mí, de forma sistemática, con adjetivos como puta, fulana, gorda, desgraciada…»

Ella era profesora de universidad y él, médico especialista en cirugía. Costaba asimilar que un hombre con su formación y fama fuera capaz de recurrir al menosprecio con esa facilidad. El machismo no entiende de edades ni de niveles culturales.

«Tranquila, Macarena, bebe un poco de agua y respira hondo. Ya casi estamos, valiente». No había dejado de llorar desde el inicio de la declaración.

La abogada especializada no le soltaba la mano ni dejaba de alentarla. ¡Qué bien poder contar con ella! Dos siempre aportan más que uno, sobre todo en el plano emocional. El acto de la denuncia finalizó con éxito.

Macarena, después de esas dos intensas horas, se mostró agradecida y las tres nos fundimos en un gran abrazo. Había puesto la primera piedra para ser libre.

Comentario

Con este microrrelato he pretendido dar una visión de conjunto de la toma de declaración de la víctima de violencia de género.

De paso, he querido poner el acento en algo de suma importancia: no existen perfiles definidos de mujer maltratada ni de agresor. El machismo no es selectivo.

No existen perfiles definidos de mujer maltratada ni de agresor. El machismo no es selectivo

Hemos visto como Macarena, profesora de universidad, sufrió el maltrato en sus carnes, a manos de alguien que también contaba con estudios superiores.

Al respecto, decía que no hay un perfil de mujer víctima, que el único requisito para caer en las redes del machismo es ser mujer.

Urge que la sociedad borre estereotipos de esta índole: muchas personas todavía creen que esta lacra solo la sufren mujeres en situación de pobreza, o aquellas de ámbito rural.

Se trata de mitos, creencias que se alejan enormemente de la realidad. Cualquier mujer, por el simple hecho de serlo, se convierte en potencial objetivo del machismo.

He conocido a abogadas, profesoras, empresarias, etc. que han venido a Comisaría a denunciar a sus parejas o exparejas por estos hechos.

La violencia de género no está reñida con el nivel cultural ni con la nacionalidad, en absoluto

La violencia de género no está reñida con el nivel cultural ni con la nacionalidad, en absoluto.

En este sentido solo admitiré afirmaciones o tesis que se parezcan a esta: «Existen poblaciones con mayor riesgo de exposición».

Para eso sirve la Criminología: se detectan colectivos más vulnerables y el Gobierno, por poneros un ejemplo de aplicación práctica, vuelca parte de sus esfuerzos en dirigirles campañas de concienciación y prevención específicas. Pero en ningún caso son las únicas que sufren violencia de género, ni mucho menos.

Álvaro Botias: «Basta con juzgar a la mujer una sola vez para que la perdamos».

El requisito indispensable para trabajar del lado de las víctimas es, sin duda, la empatía

Dicho esto, me centraré ahora en el acto de la denuncia. Hemos podido ver cómo la presencia de la abogada especializada, además de brindar a la mujer un asesoramiento experto, le trae seguridad y confianza.

El requisito indispensable para trabajar del lado de las víctimas es, sin duda, la empatía. Si no se cuenta con este recurso emocional, de poca ayuda podremos serles.

Policia especializada

Por último, no quiero marcharme sin hablaros de la narradora (la agente que cuenta la historia en primera persona).

Aún a sabiendas de que a lo largo de la obra corro el riesgo de ganarme el calificativo «cacatúa», por la cantidad de veces en que hago alusión a lo mismo, asumiré el riesgo. Soy un fiel seguidor de la repetición como mecanismo de aprendizaje.

Me refiero a la importancia del trabajo policial: para que este sea eficaz, la formación en perspectiva de género de los y las profesionales ha de ocupar un lugar de privilegio. Si queremos abordar esta problemática con probabilidad de éxito necesitamos policías especializados y especializadas.

Basta con juzgar a la mujer una sola vez para que la perdamos. «¿Y por qué no te fuiste de allí antes?», «Tendrías que haber denunciado cuando te pegó la paliza, no ahora»

‘Las tres nos fundimos en un gran abrazo’

Basta con juzgar a la mujer una sola vez para que la perdamos.

Hablo de un «¿y por qué no te fuiste de allí antes?» o «tendrías que haber denunciado cuando te pegó la paliza, no ahora».

Me refiero a «no entiendo cómo lo has aguantado tanto tiempo», o bien «si le hubieras hecho caso, no habrías tenido que llegar a esto».

Espero que esta suerte de juicios, tanto en Comisaría como fuera (también se han dado en boca de familiares o amigas de la mujer víctima, por desgracia), pasen a mejor vida de una vez por todas.

Quedaros con «las tres nos fundimos en un gran abrazo». Porque en esta frase se resume a la perfección lo que se siente cuando percibes que has ayudado a una mujer a buscar la salida.


jupsin.com te recomienda también el artículo ‘Un policía contra la violencia de género’.

(Córdoba, 1985). Ingeniero Químico, feminista, marido, padre. Apasionado del papel y la tinta. Inspector de Policía Nacional al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga. Combate a diario la violencia por razón de género y ayuda a sobrevivir a muchas mujeres. También es criminólogo en construcción con perspectiva de especializarse en victimología en el ámbito del maltrato machista. Su objetivo, demostrar que hay salida, que existe la esperanza.

2 Comments

2 Comments

  1. Inmaculada Silvia Ruiz González

    2 de septiembre de 2019 at 09:38

    Buenos días
    Enciendo el móvil y veo el artículo, buen inicio de semana «promete»

    Cuando leí el primer libro me encantó y en este segundo te has superado, presiento que tengo que hacer más sitio en mi librería, sólo es el principio (hay mucha tela en esto de la violencia de género).

    Educación = prevención, partiendo de esta premisa se pueden hacer muchísimas cosas y una de ellas es concienciarnos de que todos estamos en el mismo barco, un pequeño gesto puede ser decisivo para que una persona salga de una situación de acoso o simplemente se las vea venir y no lo sufra.

    Quiero darle las gracias a todas las personas que se implican y no pasan de largo ante estas situaciones.

    Enhorabuena. Agradecida por teneros de vecinos.

    Un beso y feliz semana.

    Inma

  2. Manuel

    2 de septiembre de 2019 at 10:34

    Muchas gracias por esta gran labor que haces. Estoy contigo en que la educación es la única solución sostenible.

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