Comunicar de forma efectiva: Estilo Pasivo-Agresivo. Publicamos un nuevo artículo de la psicóloga especializada en Intervención Social y Orientación Educativa Silvia Chamorro sobre la adquisición temprana de rutinas saludables, dentro del concepto de Parentalidad Positiva.
Silvia aborda la parentalidad positiva partiendo de la crianza y educación en salud. De esta forma, dispondremos de todas las claves para una salud plena.
En anteriores publicaciones descubrimos las dimensiones que conforman la salud y las emociones consideradas básicas, comunes para todas las personas.
Continuamos ahora con una serie de artículos sobre estilos comunicativos y su importancia en la comprensión y asimilación del mensaje por las y los menores.
Te lo contamos en jupsin.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre igualdad y salud.
Nadie nos puede decir cómo criar o educar, cada situación es única. Pero en cualquier caso, la información siempre es útil para decidir.
La idea de estos artículos es ofrecer información a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables de una o un menor, incluyendo propuestas útiles y aplicables que conviertan la crianza en algo constructivo y agradable.
Comunicar de forma efectiva: Estilo Agresivo
Silvia Chamorro – Psicóloga – Intervención Social y Orientación Educativa
En anteriores artículos hemos profundizado en los estilos de comunicación pasivo y agresivo y los principales rasgos que los definen. Imagino que no os sorprenderá que el estilo pasivo-agresivo contiene características de ambos, podemos incluso decir que es un estilo híbrido, lo cual dificulta generalizar rasgos y comportamientos, ya que el abanico de posibles combinaciones es más amplio.
Podemos encontrar personas que adoptan este estilo partiendo de un autoconcepto negativo, similar al que se presenta en el estilo pasivo, con sentimientos de inferioridad y dificultad para comunicar de forma sincera sus necesidades y pensamientos.
Son personas que evitan el conflicto y los desacuerdos, incluso cuando son necesarios. Al no confrontar cuando se sienten dolidas, molestas, utilizadas, desatendidas, etc. acumulan malestar y resentimiento hasta que finalmente explotan y su respuesta es la comunicación agresiva.
Respuesta agresiva o explosión emocional
Desgraciadamente el estereotipo de estas situaciones es el de la mujer o la madre que frente a un acontecimiento de pequeña magnitud, como por ejemplo no haber realizado una tarea doméstica o haber olvidado un compromiso, responden con una gran intensidad y agresividad, manifestando rabia y enfado de manera completamente inusual en ellas.
Más desgraciadamente aún, la lectura del entorno frente a este tipo de situaciones suele ser responsabilizar y culpabilizar a la persona por ese comportamiento aparentemente injustificado, retroalimentando así la idea de que comportarse de forma pasiva y no comunicar su malestar es la única opción aceptada socialmente.
Del amor al odio
Otro ejemplo que representa este estilo comunicativo podría ser la ruptura de relaciones de amistad o pareja de forma abrupta e inesperada.
De una forma similar al ejemplo anterior la persona siente que la relación es desequilibrada, generándole esto incomodidad y malestar, pero no lo pone de manifiesto. Cuando se siente desbordada, en lugar de comunicar a la otra lo que le ocurre, toma la decisión de alejarla, evitando así la confrontación.
Tras la ruptura se libera psicológicamente todo el malestar acumulado, reafirmando así su decisión y entendiendo que tiene que defenderse de la otra persona si esta acude a pedirle explicaciones o intenta recuperar/restaurar la relación.
En ambos casos la respuesta puede ser justificada, dado que estas personas han visto traspasados sus límites en numerosas ocasiones.
La problemática reside en la incapacidad de comunicar asertivamente lo que les ocurre en el momento, impidiendo así la posibilidad de alivio, cambio, mejora o reparación y en la desconcertante respuesta que suele ser entendida como injustificada o injusta por la agresividad que la caracteriza.
Lobo con piel de cordero
Por último, también podemos encontrar dentro de este estilo a personas que, partiendo de una base de superioridad y egoísmo similar a la presente en el estilo agresivo, encuentran útil mostrarse y comunicarse de forma pasiva como medio para conseguir sus objetivos.
En lugar de imponer sus deseos de forma explícita hacen sentir mal a la otra persona hasta que cede. Tienen poca empatía, no piensan en las necesidades de los demás, manipulan al entorno para satisfacer sus propias necesidades.
Características del estilo pasivo-agresivo
Algunas características que pueden manifestar las personas con estilo pasivo-agresivo son:
- Dificultad para seguir las normas de otros, les incomoda la autoridad y las jerarquías.
- Les cuesta poner nombre a los problemas y dialogar sobre ellos.
- Muestran la inconformidad de manera sutil, se ocultan tras la broma y la ironía.
- Son incongruentes entre lo que dicen y lo que hacen. Por ejemplo, muestran conformidad con un plan cuando realmente están en desacuerdo y, después, o lo sabotean intencionalmente o van y hacen notar a los demás que están molestas.
- Se comunican de manera ambigua, por ejemplo, haciendo cumplidos a modo de insulto: «Tienes buena figura con lo mucho que comes».
- Son castigadoras, buscan hacer sentir mal a las personas que les han causado daño o malestar. Usan con frecuencia los silencios culpables, comúnmente conocidos como ley del hielo, a veces tras una situación concreta y otras sin motivo aparente, obligando a la otra persona a adivinar qué ocurre y qué ha podido hacer mal.
- Sienten envidia al compararse con los demás y aunque en ocasiones te feliciten por tus logros pueden infravalorarlos tiempo después o minimizarlos de forma sutil. Por ejemplo: «Has sacado muy buenas notas, si te esfuerzas lo harás tan bien como tu hermano/a.»
- Utilizan el chantaje emocional y la manipulación con lo que se denominan mensajes Tú. Por ejemplo: «Tú verás…Tú sabrás… etc.»
Adaptación al entorno
Las personas que escogen este estilo de comunicación provienen generalmente de entornos donde sus necesidades han sido ignoradas o incluso utilizadas en su contra («que quejicas, lloricas, flojo/a… eres»), donde decir que no puede conllevar represalias o castigos y donde las normas son estrictas e inflexibles.
Por supuesto y como en otras ocasiones hemos mencionado, también se puede utilizar este estilo por imitación de las figuras de crianza.
Hemos mencionado varios ejemplos de comunicación y conducta típicos de las personas con un estilo pasivo-agresivo, pero recordemos que la persona no es así, elige o aprende a comunicarse así, y también puede elegir cambiar y comunicarse de forma asertiva.
Si tenéis interés en saber cómo hacerlo no podéis perderos el próximo artículo de la serie de comunicación efectiva donde abordaremos el estilo asertivo.