ENTREVISTA | Liliana Cancela, Doctora en Bioquímica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina
«Muchas mujeres en Argentina entran en crisis con su carrera científica cuando transitan la etapa del postdoctorado”
Por Valentina Waisman – Red Libres
Se habla mucho del ámbito científico y la participación de la mujer por estos días. Siempre es interesante conocer historias de mujeres fuertes que lograron enfrentar las adversidades, que inspiran y rompen con los estereotipos de género que hay alrededor de estas profesiones.
Historias de mujeres fuertes que lograron enfrentar las adversidades, que inspiran y rompen con los estereotipos de género
De esta forma, visibilizamos problemáticas que día a día deben enfrentar las mujeres en todo el mundo, y que les dificulta muchas veces alcanzar puestos de jerarquía y liderazgo en la carrera científica.
Para conocer un poco más de cerca qué pasa en el mundo de la ciencia en Argentina, Red Libres tuvo la oportunidad de entrevistar a Liliana Cancela, Doctora en Bioquímica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina, y ahora la comparte con los seguidores de jupsin.com en todo el mundo.
Conversamos con Liliana para hacer un recorrido por su vida profesional en dos dimensiones: por su experiencia personal como científica en Argentina y como mujer en la ciencia.
RL. ¿Cuándo fue la primera vez que pensó en ser científica y porqué eligió dedicarse a la ciencia?
LC. La primera vez que pensé en dedicarme a la ciencia fue después de leer la biografía de Marie Curie. Vi en ella una persona con una vida muy interesante, no solo apasionada por la ciencia sino con una vida familiar muy cuidada.
Me sentí identificada en el tema de la curiosidad por conocer y explicar distintos fenómenos naturales. Tanto la convicción de esta mujer por hacer ciencia obligándola a migrar de su país natal, como el esfuerzo y dedicación para lograrlo, fue muy inspirador para mí.
Lo que no tenía claro era qué especialidad dentro de la ciencia quería seguir, desde chica decía que quería hacer ciencia o medicina
Lo que no tenía claro era qué especialidad dentro de la ciencia quería seguir. Pero desde chica decía que quería hacer ciencia o medicina.
Cuando decidí estudiar Bioquímica, me mudé a Córdoba -mi familia vivía en una pequeña ciudad en el sur de Santa Fe-. Me gustó la organización de esta carrera, la idea de perfeccionarme y viajar.
Mientras hacía mis prácticas de Bioquímica Clínica en el Hospital de Niños de Córdoba, con 20 años, me agregué a la cátedra de Farmacología en la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC. Me habían gustado los contenidos de neurofarmacología, y eso me motivó a acercarme.
Así que, a mis 21 años, cuando finalizaba el cuarto año de la carrera, todas las tardes cuando salía del hospital me desempeñaba como ayudante de cátedra. Ahí comencé también a realizar tareas de investigación en mecanismos neuroquímicos de fármacos psicoestimulantes.
Antes de recibirme ya había solicitado la beca de CONICET para hacer un doctorado en este lugar. Definitivamente, mi vocación era ser científica. Me recibí de bioquímica un 30 de marzo y el primero de abril empecé el doctorado, a los 22 años.
Fueron 5 años de doctorado. Diez días después de recibir el diploma de Doctora nació mi primera hija. Fue un año maravilloso.
RL. ¿Cómo le influyó su historia familiar y el ser mujer en esa decisión profesional?
LC. Mi historia familiar me ayudó de forma positiva, porque era un entorno donde se valoraba mucho el conocimiento. Me daban mucha confianza en que yo podía hacerlo.
Mi papá siempre hablaba mucho conmigo, él era muy lector, un autodidacta. Mi mamá siempre nos acompañó y nos estimuló a estudiar. Así crecí, con esa tradición familiar donde el estudio estaba en el centro de la escena. Nunca hubo diferencias en la crianza según el género, nunca sentí que nos criaban distinto.
Nunca hubo diferencias en la crianza
según el género, nunca sentí que nos criaban distinto
Durante la carrera el ser mujer tampoco sentí que influyó para nada. La primera vez que sentí que había algo que me hacía ruido respecto al género fue cuando iba terminando el doctorado.
Me casé a los 24 años y tuve mi primera hija a los 27 años. Ahí sentí que la biología me tironeaba. Tuve que escribir la tesis de doctorado en un período de tiempo récord, estando embarazada de 8 meses.
El apoyo de mi familia, mi marido y mis padres, fue clave para alcanzar ese hito tan importante en mi carrera profesional.
El tema después fue el posdoctorado. En esta etapa verdaderamente hace crisis la mujer científica. Fue una época que el CONICET no daba becas externas y no existía internet. Tenía muy claro que quería irme al exterior y apliqué a una beca a Milán y la gané. Pero cuando se enteraron de que yo tenía una hija me dijeron que mejor no. Fue un golpe fuerte. Con mi marido estábamos preparados para esta experiencia fue una gran desilusión y mucha impotencia.
Ahí empecé a aplicar a Canadá para el Medical Research Council, pero competía con los canadienses. Muy difícil. Después fui seleccionada en Argentina para la beca del National Institute of Health (NIH), EE.UU, pero en la segunda etapa de la selección, el laboratorio de Estados Unidos que me había elegido no logró no logró el puntaje necesario.
En esa época del posdoc, empecé a sentir que ser mujer tenía consecuencias distintas a ser hombre
En esa época del posdoc, empecé a sentir que ser mujer tenía consecuencias distintas a ser hombre.
A los dos años de aplicar al NIH, el director de ese Instituto de Estados Unidos donde yo había aplicado, me ofrece un contrato. Y es la primera vez que yo me voy a hacer un posdoc, a la edad de 37 años.
En esa oportunidad, partí con mi madre y mis tres hijos para realizar este posdoc, mi marido apoyando a la distancia y viajando todo lo que pudo para estar con nosotros. La contención familiar fue fundamental.
La segunda vez que me fui, después de los 45 años, fue cuando gané el concurso internacional para extranjeros de la beca NIDA/INVEST Fellowship, para trabajar en un centro de referencia en neurobiología de la adicción a drogas en la Medical University of South Carolina. Duró un año y me fui con mis hijos.
Fue una etapa distinta, yo ya tenía definida mi carrera. Había ingresado a la Carrera del Investigador de CONICET y sabía perfectamente lo que quería en cuanto a mis objetivos científicos.
La etapa del posdoc es donde muchas veces las mujeres “cuelgan los botines”
La etapa del posdoc es donde muchas veces las mujeres “cuelgan los botines”, porque si vos no hacés un posdoc, es muy difícil avanzar en la carrera científica de Conicet.
Y hacer ese posdoc cuando tenés hijos, es muy difícil sino tenés ayuda. Por ello, acá el rol del estado es fundamental en el diseño de políticas públicas que ayuden a las mujeres. No todos cuentan con la posibilidad de una ayuda familiar.
En Israel, por ejemplo, están fomentando que las mujeres hagan pasantías cortas, por ejemplo, de 4 meses. Y en esos casos cuando vuelven le dan una beca a la mujer para que no se resienta el ingreso económico que aportaba el marido. Ayudan a la mujer y al marido. Si no existen estos incentivos, las mujeres no se pueden desarrollar.
RD. ¿Qué es la ciencia para usted?
LC. Es una manera de ver el mundo. Una manera de ver la realidad que te rodea, de entender los problemas. Hay ciencia en todos lados. El científico es curioso por naturaleza. Se hace preguntas. Es un método, no te convencen fácilmente, tiene que haber evidencia para ir construyendo ese conocimiento.
La ciencia es una manera de ver el mundo, de ver la realidad que te rodea, de entender los problemas. Hay ciencia en todos lados
Por eso siempre fue claro para mí que quería hacer ciencia.
Lo difícil fue obtener y concretar las oportunidades para realizar los posdoc mientras uno tiene una familia.
Conciliar la vida familiar con la laboral, eso no fue fácil, aunque tenía claro lo que quería.
Y a pesar de las dificultades, mi experiencia personal familiar con mis hijos y mi compañero de vida, fue una fuente de energía que me inspiró durante toda mi carrera.
RL. El 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, declarado por Naciones Unidas. En España, hay actividades de concienciación y sensibilización para visibilizar la labor científica de las mujeres y fomentar las vocaciones en las niñas. ¿Existe en Argentina alguna iniciativa similar?
LC. Si, existen iniciativas. Desde las áreas de las ciencias sociales, las ciencias duras, en el museo de la ciencia, en el polo científico, el CONICET, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Es importante naturalizar una profesión que la pueden desempeñar tanto las mujeres como los hombres
Quizás no todo lo que podríamos hacer. Inclusive a las propias mujeres nos da un poco de pudor ponernos en primera línea muchas veces. Porque a veces los hombres científicos no ven ese sesgo, entonces parece que te quieres auto visibilizar.
Pero es importante naturalizar una profesión que la pueden desempeñar tanto las mujeres como los hombres.
Las mujeres aportan mucho de intuición. Por tradición muchas veces llevan a la mujer a dedicarse más a los hijos y esto lleva a tener menos tiempo para resolver los problemas. La mujer suple esta situación con otras habilidades.
RL. ¿Adónde le gustaría llegar con sus investigaciones?
LC. Me gustaría cerrar un mecanismo biológico a nivel cerebral con respecto a la adicción a drogas, y poder llegar a proponer intervenciones farmacológicas o algún otro tipo de terapia que interfiera en ese mecanismo de adicciones, mejorar la salud de las personas.
RL. Muchas niñas no consideran la ciencia y la tecnología como una opción de trabajo porque hay una falta de referentes femeninos en este ámbito o no se visibilizan. ¿Cómo le contarías a un grupo de niñas tu profesión y fomentar su curiosidad científica libre de estereotipos de género y así dar visibilidad al trabajo de las mujeres científicas?
A las niñas que quieren ser científicas les diría que es divertido, les mostraría algún tipo de experimento en el microscopio, alguna célula que se mueve, cosas tangibles, la ciencia está mucho más cerca de nosotros de lo que uno cree.
Por eso, es muy bueno el trabajo que está haciendo el polo científico de visibilizar la labor de los científicos en general, y para el caso de la mujer tiene que haber una cuota extra para romper otros estereotipos que al varón no hay que rompérselos.
A las niñas que quieren ser científicas les diría que es divertido, les mostraría algún tipo de experimento en el microscopio, alguna célula que se mueve, cosas tangibles
RL. Entonces, ¿la ciencias no es cosa de hombre y algo incompatible con la vida familiar?
La historia demuestra que la ciencia no es cosa de hombres. Hay mujeres que han realizado grandes descubrimientos científicos. Y es compatible con una vida familiar. Por supuesto, cuando hay valoración y acompañamiento mutuo.
RL. Según la ONU, el avance de la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia se ha estancado e incluso hay un retroceso (las investigadoras a nivel mundial solo alcanza al 28%). ‘Economía Feminista en Argentina’ habla de defeminización de la ciencia. Hay mayoría de mujeres en puestos iniciales de la carrera de investigación (becas doctorales) donde superamos el 50%, pero en los puestos jerárquicos (investigador superior) somos apenas el 25%.
En Argentina, las mujeres alcanzan hasta el 60% de investigadoras asistentes en la carrera de CONICET. Pero cuando llegamos al nivel superior, es donde disminuye abruptamente nuestra participación.
En medio de la carrera científica, la etapa entre los 25 y 40 años, es la biológicamente productiva de la mujer y cuando se compite para entrar al Conicet. Es cuando tienes que tener las mejores publicaciones, el mejor posdoc.
Ahí es donde muchas mujeres
en la carrera, se van perdiendo.
Por las obligaciones familiares
Entonces, muchas mujeres pueden llegar a ingresar haciendo un sacrificio, es decir, postergando su maternidad e ingresan, pero después la competencia y la crianza de los hijos le resultan incompatibles. Ahí es donde muchas mujeres en la carrera, se van perdiendo. Por las obligaciones familiares.
En general, no solo hay menos mujeres, sino también menos hombres. Hay crisis vocacional. El tema que sos posdoc hasta los 35 años o más inclusive, sin obra social, sin cobertura, comparándolo con otras profesiones que a esa edad ya estás más consolidado.
La barrera principal para que los jóvenes elijan ciertas carreras, como la científica, es lo económico, el ingreso. El Estado no estimula lo suficiente que determinadas profesiones se desarrollen. Es necesario que haya más presencia estatal.
Hacia una ciencia más equitativa
La conversación con Liliana nos deja muchas reflexiones. La participación femenina en la carrera científica en Argentina alcanza el 53% y es reconocida, según Unesco, como uno de los mejores países del mundo en este sentido.
Pero la dificultad se observa en crecer y ocupar lugares de rangos medio y alto por las mujeres, ya que en los niveles de principal y superior, los hombres representan el 63% de los investigadores.
A nivel mundial, la participación femenina no excede nunca el tercio (32% en Europa y 20% en Estados Unidos). Se observa el mismo fenómeno en cuanto a su participación en los puestos jerárquicos de investigación.
La participación femenina en la carrera científica en Argentina alcanza el 53% y es reconocida, según Unesco, como uno de los mejores países del mundo en este sentido.
Como surge de la experiencia de Liliana y de muchas otras científicas, para poder conseguir que las mujeres alcancen puestos de liderazgo en la carrera científica es importante ofrecerle a la mujer una red de apoyo.
Dora Barrancos, directora por Ciencias Sociales y Humanidades del Conicet, señala que ha habido cambios en el Conicet para achicar la brecha de género.
Las investigadoras embarazadas disponen de un año más para presentar el informe obligatorio anual; se incorporó un protocolo para llevar adelante las denuncias de acoso; y el directorio del Conicet no avala reuniones científicas que no tengan equidad de género.
A su vez, se pueden nombrar otros avances como por ejemplo: el derecho a una licencia por maternidad si sos becaria, antes solo era “privilegio” de las investigadoras que ya estaban en carrera; la excepcionalidad automática en la edad para ingresar a la carrera, según el número de hijos (36, 37 o 38 años; dependiendo si la mujer tiene uno, dos o tres hijos respectivamente). Este beneficio también comenzó a aplicar para las becarias.
Así, las convocatorias de becas doctorales extendieron el límite de edad de 30 a 32 años y, en posdoctorales, de 35 a 37 años. Lo mismo ocurre con las becas postdoctorales, donde una científica con 40 años y 3 hijos tiene posibilidad de presentarse, cuando antes no tenía esta opción.
Es muy importante promover un intercambio de ideas, experiencias y buenas prácticas relacionadas con políticas más inclusivas de igualdad de género en ciencia y tecnología para implementarlas a nivel local, nacional, regional e internacional.
Por ejemplo, el Instituto Weizmann de Ciencias en Israel, donde se le brinda a la mujer una prioridad para obtener vivienda dentro del instituto, y para tener un lugar en la guardería. A su vez, el Instituto cubre la diferencia de costos cuando las mujeres quieran viajar menos días a una conferencia porque necesitan estar con sus hijos, ya que son vuelos más caros.
Es primordial lograr una distribución más equitativa de las tareas domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres
También a aquellas mujeres que serán madres por primera vez, pueden realizar un curso con especialistas que les ayudan en la transición de lo que significa tener un bebé y continuar con el proyecto de investigación.
Es primordial lograr una distribución más equitativa de las tareas domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres. Hasta que la sociedad no logre hacer este cambio, el Estado tiene una enorme deuda y su mayor desafío en implementar políticas que brinden asistencia a la mujer para facilitar condiciones más equitativas.
Por ejemplo, proveer jardines maternales en todos los trabajos y un sistema de previsión social que evite que la atención de adultos recaiga siempre en las mujeres.
Es necesaria una mayor presencia del Estado para desarrollar estas profesiones, tanto en la implementación de políticas de igualdad de género como en términos presupuestarios, promoción y visibilización de estas actividades.
Liliana Cancela, mujer, argentina y científica
- Realizó su postdoctorado en la Louisiana State Univertity, EE.UU. (1995-1996).
- En el año 2002, realizó una pasantía de 3 meses en la Université Bordeaux II, Francia, para trabajar en mecanismos neurobiológicos del estrés y vulnerabilidad a la adición.
- En el año 2004, ganó la beca del Instituto Nacional de Drogas de Abuso de EEUU (NIDA/INVEST Fellowship), para trabajar durante un año en un prestigioso centro de referencia sobre neurobiología de la adicción en la Medical University of South Carolina, EE.UU.
- Obtuvo la beca DAAD Fellowship en el año 2010 para trabajar en el Institute of Molecular Psyquiatry – Universität Bonn, Alemania, durante dos meses.
- Es profesora titular en el departamento de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba e Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina.
- Vicedirectora del Instituto de Farmacología Experimental en Córdoba (IFEC-CONICET-UNC). Ha sido mentora de diez estudiantes de doctorado.
- Posee numerosas y prestigiosas investigaciones acerca de los mecanismos neurobiológicos de la adicción a opiáceos y psicoestimulantes, cocaina y anfetamina, y mantiene colaboraciones con investigadores de Francia, Alemania y EE.UU.
Fotografía de cabecera: Unciencia