Estoy segura que todo ha cambiado y lo ha hecho para mejor. Estoy segura de que el sistema educativo ha sufrido una gran transformación encabezada por profesionales con auténtica vocación por enseñar que confían en el futuro de los niños y los jóvenes.
Estoy segura de que ahora nada tiene que ver con lo que fue. Y no hablo de los años 50 ó 60 donde el lema era “la letra con sangre entra”. Estoy hablando de tiempos mucho más cercanos.
Profesores y niños con etiquetas
En las décadas de los 80 y los 90, el acoso escolar existía pero se le restaba importancia bajo la máxima de “son niños” y con eso se justificaba todo. Sin embargo, las consecuencias eran las mismas, niños con etiquetas a los que les perseguían a lo largo de toda su etapa escolar… o al menos así lo recuerdo yo…
Pero no hablo sólo de lo que yo viví, hablo de mil conversaciones con gente de mi generación que revelan experiencias parecidas en sus colegios.
La figura de los profesores es y era de gran relevancia y desgraciadamente algunos de ellos no estaban a la altura de la gran responsabilidad de su puesto.
Seguramente no eran conscientes de las consecuencias que tenía algunas de sus rutinas en las aulas, pero lo cierto es que los educadores, en ocasiones, tenían un papel muy relevante en el acoso escolar, bien porque no le daban la mínima importancia, bien porque eran ellos, precisamente, los que fomentaban el acoso.
Una profesora, de cuyo nombre no quiero acordarme, solía llamar piojo a una compañera que era un poco más pequeñita, teníamos 10 años
Sé que el sistema educativo ha cambiado, que los profesores lo son por convicción y que se preocupan por reciclarse, que en su formación tiene especial relevancia la psicología infantil y que son conscientes de la importancia que tienen sus clases para potenciar las capacidades de los niños.
Hoy los profesores saben que un alumno puede ser brillante en matemáticas y menos hábil en lengua y eso no le hace ser un mal estudiante.
Cuando mi generación, de la E.G.B., B.U.P. y C.O.U., estaba en el colegio, había profesores que, insisto seguramente inconscientemente, incitaban y legitimaban a los abusadores para que se sintieran respaldados a la hora de burlarse de sus compañeros que aún vivían en una inocencia más infantil.
Profesores… de cuyo nombre no quiero acordarme
Pondré algunos ejemplos que yo viví como espectadora. En aquel entonces ya sabía que aquello no era como debía ser un buen profesor. Recuerdo una profesora, de cuyo nombre no quiero acordarme, que solía llamar piojo a una compañera que, por aquel entonces, era un poco más pequeñita que el resto, teníamos 10 años.
Durante mucho tiempo algunos de sus compañeros la trataron como si realmente fuera un piojo, poca cosa…. Si la profesora, referente de educación y de saber estar, lo decía no había nada malo en que los demás lo secundaran ¿no?
Cuando venían del Ministerio para evaluar el nivel académico, el Colegio pedía a los padres de los alumnos menos aventajados que ese día no llevaran a sus hijos a clase
El etiquetaje en el colegio lo era para lo positivo y para lo negativo. Si eras buen estudiante lo eras para siempre. Una vez todos tuvimos que repetir un examen en B.U.P. porque la que siempre sacaba notas excelentes había suspendido y eso no podía ser, algo había fallado y no podía ser la alumna.
Sé de otro colegio, y estoy segura que no era una práctica exclusiva de este centro, que cuando venían del Ministerio para evaluar el nivel académico, le pedían a los padres de los alumnos menos aventajados que ese día no llevaran a sus hijos a clase… l
Lo que no sé es cómo se lo decían a los padres y cómo estos podían explicárselo a sus hijos. Tampoco sé cómo les habrá afectado a los hombres y mujeres que sé son ahora.
La sensación que tengo es que en los 80 y los 90 los profesores se preocupaban por cumplir con el temario, aunque algunos se limitaran a leerlo en alto en clase, más que a realizar una metodología que ayudara a los alumnos a aprender y a motivarse por el estudio… o al menos así lo recuerdo yo.
Estoy tranquila porque sé que las cosas han cambiado, pero sí preocupa saber que algunos de esos profesores siguen en activo con el hastío acumulado 20 años después.