¿Cómo puedo gestionar la ira de mis hijos? La ira es una de las emociones negativas más intensas que sentimos. Te lo contamos en jupsin.com con la ayuda de los especialistas médicos del Hospital Quirónsalud del Vallès.
La ira es una reacción compleja en la que se ponen en funcionamiento tres tipos de respuestas:
- Corporal, en la que el cuerpo se activa para la defensa o el ataque.
- Cognitiva, que depende de la valoración personal que hagamos.
- Gestión conductual de la situación.
¿Cómo puedo gestionar la ira de mis hijos?
No se debe confundir la emoción de la ira con la agresividad, que es una de las maneras en que se gestionan las emociones.
Experimentar y expresar la ira a través de la agresividad depende de las conductas que hayamos aprendido a lo largo de nuestra vida.
La ira bien manejada aporta beneficios ya que se trata de una emoción que no podemos dejar de sentir
La ira bien manejada aporta beneficios ya que se trata de una emoción que no podemos dejar de sentir. Es importante gestionar la ira a nuestro favor.
La ira hace que los niños sientan enfado, irritabilidad, resentimiento o furia ante distintas situaciones: si sienten miedo, ante algo que no les gusta, no conseguir lo que quieren, el fracaso, la sensación de frustración, el sueño, el cansancio…
Normalmente la ira también se produce cuando una persona no acepta un límite o una norma.
Bebés con temperamento difícil
Muchas veces, las personas tienen dificultades con la ira porque de pequeños han sido bebés con un temperamento difícil (dificultades para dormir, comer y relacionarse correctamente con sus cuidadores).
Desde las primeras etapas de la vida hay que facilitar estrategias para el control adecuado de la ira
Cuando estas personas crecen y se desarrollan, se encuentran con dificultades en su día a día que hacen que, en vez de gestionar correctamente sus conflictos, lo hagan desde la rabia.
Por ello, es importante que desde las primeras etapas de la vida se faciliten estrategias para el control adecuado de la ira, aprender a reconocer esta emoción y a canalizarla.
Por ejemplo, debemos ayudar a los más pequeños a aprender a identificar y a expresar qué les molesta, dotarles de estrategias de autocontrol como aprender a calmarse mediante la respiración o cualquier otra técnica que desvíe su atención de la situación que le ha provocado ira.
Hábitos de autonomía adecuados
Es fundamental que los niños adquieran unos hábitos de autonomía adecuados: puedan dormir en su habitación cuando por edad les corresponde, puedan comer de todo y no sólo aquellos alimentos que les gusten.
Además, no siempre pueden recibir toda la atención de los adultos, por ello se les entrenará (en función de su edad) a que puedan esperar a recibir una gratificación (ya sea de índole material o social).
Hay que educar a los niños en la frustración, tienen que entender que no siempre van a conseguir sus objetivos
Hay que tener presente, que el «motor» más potente que mantiene la motivación de las personas, siempre será la atención o el refuerzo social.
Además, hay que educar a los niños en la frustración, es decir tienen que entender que no siempre van a conseguir sus objetivos, sean cuáles sean.
En los casos en los que reaccionen desde la ira es adecuado ignorarles o quitarles un privilegio (horas de pantalla, quedar con un amigo…); reparar el daño (en el caso que rompan un objeto o agredan a una persona); o realizar una tarea para compensar dicho daño.
Si manifiestan la ira a través de: insultos, golpes, tono agresivo o provocaciones verbales constantes hay que actuar de manera rápida y contundente y buscar apoyo profesional en la mayor brevedad posible.
teresa fernandez
19 de enero de 2021 at 17:54
Excelente iniciativa