A veces, no nos pasa lo que deseamos que nos pase porque no nos lo permitimos. Ya sé que parece una locura pero nuestra vida es un reflejo de lo que llevamos dentro, de nuestras dudas e incertidumbres, de nuestras necesidades ficticias y nuestras creencias limitantes…
Si no creemos merecer algo, nunca lo conseguimos… Si no confiamos en nosotros, nadie podrá confiar porque transmitimos con nuestros gestos todas y cada una de las debilidades que deseamos esconder.
Hasta que no asumimos lo que somos y nos conocemos, hasta que no amamos lo que nos hace vulnerables, no somos capaces de superarlo y usarlo para crecer…
Nuestra vida es un reflejo de lo que llevamos dentro, de nuestras dudas e incertidumbres, de nuestras necesidades ficticias y nuestras creencias limitantes…
Conocer tu sombra te permitirá brillar
Llega un momento en tu vida en el que te das cuenta de que ya has asumido tus errores (todos ellos eran necesarios para aprender) y tus debilidades (conocerlas y abrazarlas hace que dejes de temerlas y que se conviertan en fortalezas) pero la vida sigue sin traer resultados…
Si no conoces tu sombra, tus miedos y reconoces lo que hay en ti que más te araña, jamás podrás mostrar tu luz y brillar como mereces… Si huyes de ti, te alejas de ti mismo, de tu yo real, del que todo este tiempo te está diciendo que dejes de traicionarte y asumas tu grandeza…
Si admites tu errores y tus miedos, das un salto enorme, subes a la cima de golpe… Es entonces cuando nos sentimos tentados de desconfiar y volver atrás el camino andado y renegar de lo que hemos descubierto sobre nosotros y mandar a paseo nuestra nueva forma de ver la vida y vivir…
No paras de trabajar en ti y renunciar a algunas cosas que eran tóxicas para ti pero la vida no mueve ficha… Es como si no te movieras y estuvieras estático en el tablero… Aunque, no es que no pase nada, es que te mueves por dentro y tus cambios interiores se verán fuera pero debes tener paciencia…
El bambú japonés
Hace un tiempo, leyendo a mi admirada Laura Chica, encontré un cuento precioso que ilustra muy bien esa espera. Laura habla en su libro “Pon un coach en tu vida” del bambú japonés.
Se trata de una planta que tarda siete años en echar raíces. Se planta la semilla y se cuida, se trabaja, se mima, como hacemos con nosotros en un proceso de autoconocimiento, pero el resultado tarda, tarda mucho… La razón es simple, se trata de unas raíces que deben ser muy consistentes y crecer mucho hasta fijarse en la tierra porque van a soportar a una planta maravillosa y enorme…
El bambú japonés tarda siete años en mostrar los primeros brotes pero una vez lo hace crece rápido y toca el cielo…
Siete años esperando mientras la planta crece por dentro sin dar una señal, sin mostrar nada que sea un atisbo de esperanza… S
Sin duda, una prueba de confianza y de fe enorme, bárbara… Una prueba de la magnitud necesaria que alberga alguien que luego sustentará unas cañas de bambú que se alzarán unos treinta metros…
El bambú japonés tarda siete años en mostrar los primeros brotes pero una vez lo hace crece rápido y toca el cielo… Porque la raíz que lo sustenta es tan grande, equilibrada, sólida y se sustenta en metros de tierra enraizada que es inamovible e inquebrantable…
¿Sabéis qué le pasa al bambú? Que el viento más fiero nunca lo arranca, nunca lo consigue desequilibrar porque es elástico, se adapta, se mece con el vaivén de las ráfagas, porque se deja llevar y no se resiste… Y cuenta con unas raíces que todo lo aguantan…
Equilibro, autoestima, autoconocimiento, salud y paz interior
Tú eres bambú. Aunque para llegar a medir treinta metros debes soltar lastre y decidir que mereces esa altura porque ya eres lo que deseas, porque lo que sueñas está en ti… Y luego, trabajar en tu interior, construir unas raíces sólidas de equilibro, autoestima, autoconocimiento, salud y paz interior…
Y un día, cuando no te quepa ninguna duda de que mereces lo mejor, cuando hayas soltado la necesidad de demostrarle al mundo y ser aceptado, cuando no necesites que otros te demuestren amor para amarte, verás los primeros brotes…
Y llegarás alto. Y por más que el viento más huracanado sople, tu te mantendrás firme y te mecerás con él… Te adaptarás a su baile y cuando acabe, volverás a tu forma inicial… Y notarás que estás en ti, que sigues siendo tú mismo, porque lo llevas dentro es tan sólido y maravilloso que nada de lo que pasa fuera puede romperte ni destrozarte…
Crecer es cuestión de estar atento a la vida y estar presente en ella, notar quién eres y sentir la vida a través de ti
Crecer es cuestión de estar atento a la vida y estar presente en ella, notar quién eres y sentir la vida a través de ti…
Ver las señales que te llegan y decidir que puedes cada día… Soltar la culpa por no ser cómo crees que el mundo te reclama y sentirte libre para hacer y ser lo que deseas…
Aprender a quererse y permitirse lo bueno, lo mejor… A veces, no nos pasa lo que soñamos que nos pase porque nos resistimos a lo bueno, porque nos asusta tocar la felicidad y luego perderla, porque no nos han enseñado a ser felices y pensamos que es un subidón constante y no volver nunca estar triste…
Y ser feliz es estar en paz y asumir la tristeza cuando llega para comprender qué nos aporta y qué podemos aprender de ella porque confiamos en nosotros y sabemos que nuestras raíces son sólidas y que nos tenemos a nosotros mismos….
Permíteme ser tú y confía…
El camino que nos lleva a crecer es complicado pero maravilloso… Tan sólo pide paciencia y dejar se llevar. Soltar la necesidad de controlar lo incontrolable (todo lo que pasa fuera de nuestro interior está fuera de control e intentar controlarlo es una ilusión)…
Cuando estés cansado, cuando pienses que nada llega y la paciencia te falle, recuerda que eres bambú…
No podemos controlar el viento, ni el sol, ni la lluvia que harán crecer y transformarán nuestros tallos, sólo podemos apostar por nuestras raíces y concentrarnos en ellas… Y confiar que el viento sirva para esparcir nuestra semilla, que nos haga más sabios y fuertes al mecernos en él y adaptarnos a los cambios…
Y permitirnos ser lo que realmente somos, sin esperar que venga otro a salvarnos o darnos la fórmula mágica porque sólo nosotros tenemos el poder de echar raíces…
Cuando estés cansado, cuando pienses que nada llega y la paciencia te falle, recuerda que eres bambú… Y nota que lo que importa es lo que llevas dentro y confía en ti porque tienes un gran poder que has olvidado mientras te fijabas sólo en lo que está ahí fuera… Permítete ser tú y confía…
Ángeles Espínola Zetina.
10 de enero de 2018 at 02:00
Gracias Merce. Abrazo cariñoso.
José Manuel Mañú Noain
11 de enero de 2018 at 10:39
Enhorabuena por el estupendo artículo que incluye el ejemplo tan gráfico del bambú.
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