Mobbing, un término que parece no casar mucho con las nuevas tendencias de situar a las personas en el centro de las organizaciones, y convertir al Talento en el motor de las compañías. Permitidnos hoy hablar sin tapujos de este asunto, al que no podemos dar la espalda, porque todos somos potenciales víctimas de maltrato en nuestros entornos laborales.
En España el acoso laboral está tipificado como delito en el artículo 173 del Código Penal, que a estos efectos entiende como acoso laboral el “hostigamiento psicológico u hostil en el marco de cualquier actividad laboral o funcionarial que humille al que lo sufre, imponiendo situaciones de grave ofensa a la dignidad”. Sin embargo, no existe una legislación específica que castigue a aquellas personas y organizaciones que practican mobbing contra sus empleados.
La crisis económica ha incrementado el número de casos, si bien es cierto que muchas de las víctimas no se atreven a denunciar, y lo soportan por temor a perder su trabajo.
Un grave problema en crecimiento
Según datos extraídos de estudios realizados en los años 2005 y 2006, por el Dr. Iñaki Piñuel, cerca de dos millones de españoles sufrían acoso. La crisis económica ha incrementado el número de casos, si bien es cierto que muchas de las víctimas no se atreven a denunciar, y lo soportan por temor a perder su trabajo.
¿Las causas?: una opinión diferente, la solicitud de una jornada reducida, un buen trabajo que deja en evidencia la falta de habilidades de tus superiores, o el simple hecho de no reír las gracias. Los motivos no importan, lo que verdaderamente importa son las consecuencias: baja autoestima, sentimiento de culpa, la sensación de que no sirves para nada, de que si tus compañeros te dan la espalda será por algún motivo, y todo ello desemboca en procesos depresivos e intenciones suicidas.
Pero el acosado no es solo el que sufre, porque su familia también es víctima de las consecuencias de este maltrato. La dignidad, un derecho fundamental al que ningún ser humano puede ni debe renunciar, queda relegada a un último lugar. En esta sociedad competitiva, lo que importa es ascender, obtener las palmaditas de tus jefes y cobrar un buen sueldo al final de mes.
Debemos defender nuestra dignidad
la dignidad es un valor que hemos de defender a toda costa, porque el acoso no solo afecta a los adultos, uno de cada cuatro jóvenes españoles sufre acoso escolar, o bullying. Incluimos un vídeo publicado por Change.org, en el que en pocas imágenes se plasma el sufrimiento que un adolescente puede sufrir.
https://www.youtube.com/watch?v=XAQWc8cEoUU&feature=youtu.be
Y nosotros, la gente de la calle, ¿qué podemos hacer?, denunciar los casos que observemos.
Ante esta situación, cada vez más frecuente, hemos de reaccionar: exigir una legislación que castigue a los acosadores y a las empresas que lo consienten y lo encubren; conseguir que la depresión por mobbing se considere enfermedad profesional; reclamar de los jueces una mayor sensibilidad hacia estos casos que no solo se resarcen con indemnizaciones, sino con castigos a los maltratadores.
Y nosotros, la gente de la calle, ¿qué podemos hacer?, denunciar los casos que observemos que se producen, ponernos del lado del acosado y no del acosador, porque, en cualquier momento nosotros podemos convertirnos en víctimas.
Y nos vais a permitir concluir este post con el poema ‘Ellos vinieron’, que durante muchos años se ha atribuido a Bertold Brecht, y que sin embargo lo pronunció por primera vez el pastor Martin Niermöller: