Tengo miedo – Un relato de Mercè Roura que te hará pensar y que, sobre todo, no te dejará indiferente – jupsin.com
Tengo miedo. Lo voy a decir en voz alta y no me importa. Nos pasamos la vida huyendo de lo que no queremos sentir y eso hace que no podamos ser nosotros mismos.
Nos pasamos la vida huyendo de lo que no queremos sentir y eso hace que no podamos ser nosotros mismos
Vivimos a provisional porque siempre estamos esperando que si tenemos cinco minutos de gloria nos caiga una daga encima y nos corte la respiración por habernos atrevido a soñar.
Tenemos miedo pero no le ponemos nombre porque nos asusta admitirlo, cuando precisamente, al ser capaces de nombrarlo, lo hacemos más pequeño y accesible.
Preferimos esconder nuestro dolor y nuestra ansiedad por si eso que tanto nos asusta pasa, preferimos no decirlo pero nos pasamos la vida pensando en él y dibujándolo con nuestros pensamientos, visualizando sus efectos y sintiendo su dolor.
… a no ser aceptada
Sin embargo, no me importa admitirlo. Tengo miedo, pero aquí estoy. Sentada ante su cara y diciendo su nombre en voz alta, para que me oiga, para que sepa que estoy harta de esquivarlo y esconderme de él, de vivir pendiente de si me pisa los talones, de ser una esclava de esta sensación que no quiero sentir y que me persigue cada día…
Tengo miedo a no ser amada. A esa soledad rotunda que llega cuando nadie te elige ni quiere estar cerca de ti
Tengo miedo, amigos. Miedo a no ser aceptada. Miedo a no hacer las cosas suficientemente bien y a no hacer suficientes cosas porque no puedo parar. Porque si no hago, parece que no soy, que no existo, que no valgo…
Tengo miedo a parar a pesar de estar muy cansada porque temo una especie de castigo divino por dejar de esforzarme hasta morir, por abandonar el sacrificio y unirme la vida, por permitirme descansar un rato y ver que tal vez hago demasiado.
Tengo miedo a no ser amada. A esa soledad rotunda que llega cuando nadie te elige ni quiere estar cerca de ti. A no gustar suficiente a nadie como para que quiera acompañarme en el camino.
Tengo miedo a estar sola, sola, sola… Tan sola que nadie me abrace ni acaricie nunca, que nadie diga mi nombre y un día no sepa que existo.
… a que no quede rastro de mí
Tengo miedo a no dejar nada en el mundo que hable de mí. A que cuando muera nadie cuenta mi historia, nadie sepa quién fue, nadie sepa de mí. A pasar por aquí sin gloria, porque pena ya tuve, y que mi nombre no quedé escrito en ningún lugar, como si no hubiera existido o peor todavía, como si habiendo hecho, no importara a nadie…
Tengo miedo a que no quede rastro de mí
Tengo miedo a que no quede rastro de mí. A no dejar nada hermoso, nada escrito, nada hecho con mis manos, nada distinto a como estaba cuando yo llegué… Que nadie nunca jamás se acuerde de mí, por los siglos de los siglos, o si se acuerdan, sea para decir que no fui nada…
Tengo miedo a no llegar a donde llegan los demás. A no comprender de qué se ríen y tener que fingir mi risa para poder así fingir mi inteligencia. A caer y no tener fuerzas para levantarme, a envejecer y que no haya nada en mi interior que compense que mi piel ya no sea tersa y mi cuerpo no sea joven y nadie me mire o, si me miran, que no me vean porque no importo.
Tengo miedo a ser invisible y, al mismo tiempo, a que se rían de mí
Tengo miedo a ser invisible y, al mismo tiempo, a que se rían de mí. A que me vean y me encuentren ridícula y triste, a que hagan mofa de mis ropas y mi forma de caminar, a que no comprendan mis sueños y les parezcan pequeños, estúpidos…
Tengo miedo a que se acabe el mundo y me encuentre durmiendo. A que me alcance el final sin haber encontrado mi principio, mi vida, mi sentido, mi para qué. Tengo miedo a despertar y que todos los días sean iguales y también tengo miedo a despertar y que todo sea distinto.
Miedo a sentir y a no sentir nada
Tengo miedo a moverme y quedarme quieta. A bailar y a no bailar nunca… A llorar y a ser incapaz de sacar las lágrimas acumuladas en mis ojos cansados.
Tengo miedo a amar y a no amar nunca. A morir y no morir nunca. Tengo miedo a sentir y a no sentir nada.
Tengo miedo a amar y a no amar nunca. A morir y no morir nunca. Tengo miedo a sentir y a no sentir nada
A veces, lo reconozco, me asustan más mis sueños que mis miedos.
Me asustan mis pensamientos, mis noches con inercia acumulada repasando historias y contando ovejas dormidas…
Mis tardes llenas de palabras y de libros donde busco respuestas que siempre llegan pero nunca me traspasan porque tengo demasiado miedo como para actuar y cambiar nada…
Tengo miedo a lo que soy y a lo que no me atrevo a ser. A la vida y a la muerte. Al sol porque es sol y a la luna porque es luna.
Tengo miedo de mí, por si no me callo a tiempo. Tengo miedo de mí por si no digo lo que debo y se me quedan dentro las palabras y un día me estalla la cabeza… Tengo miedo de pensar y quedarme quieta. Tengo miedo de actuar y no pensar…
Tengo miedo, pero no me importa
Tengo miedo de contar mis miedos y que todos me señalen con el dedo. Tengo miedo a no contarlos y señalarme yo por cobarde. Tengo miedo de hacerme preguntas y encontrar respuestas. Tengo miedo de no hacerme las preguntas y no encontrar nunca nada.
Tengo miedo, pero no me importa porque el miedo ya no me tiene a mí
Tengo miedo, pero aquí estoy, escribiéndome esta carta. Poniendo nombre a mis miedos y mirándolos a la cara…
Siendo valiente y cerrando heridas, desnundándome ante el mundo sin buscar excusas, comprendiendo que mis miedos son como todos los miedos y que no pasa nada…
Haciendo esta lista y soltando lastre…
Tengo miedo, pero no me importa porque el miedo ya no me tiene a mí.
Tengo miedo… ¿Y tú? ¿Te atreves también a hacer una lista como la mía?
https://www.youtube.com/watch?v=jVZIcqdGsUU&list=PLMoSyTNT2s1-pVTvsyU_GcAV7HczkEqw8&index=6&t=279s
Carlos
2 de enero de 2020 at 20:08
Merce, Gracias por escribir, sin duda alguna hay que afrontalos, caminar y convivir, si no cruzamos la raya, no conoceremos de que somos capaces, un abrazo
Johnny
11 de enero de 2020 at 01:48
Excelente reflexión, mi señora! Así me siento.
Karla Ruiz
11 de enero de 2020 at 17:24
Por casualidad empezó a leer, a medida que lo hacia, caigo en cta. de mis propios miedos, y el miedo a expresarlos, se necesita valor para reconocerlo, pero libera el hacerlo. gracias por ponerlo de esta forma ante mis ojos y enfrentarlos.
Susana villafañe
14 de enero de 2020 at 12:05
Excelente reflexión, aunque suene estraño desde hace aproximadamente 3 años vengo sintiendo miedos espantoso, después de recuperarse fisicamente de la anorexia, desarrolle un miedo a mi teléfono, que le pueda pasar algo y todo lo que me sucede lo relaciono con él , aun no teniéndolo conmigo, ese miedo me acompaña , y esa ansiedad cada vez que lo uso no desaparece , sino hasta que lo guardó… Si porque yo lo guardo, para que no le pase nada …y eso me limita no soy libre y esos pensamientos catastróficos de lo que pueda pasar le le acompañan siempre…como puedo salir de esto tengo 17 años…gracias…
Amenaira Marcano
19 de enero de 2020 at 03:13
Me identifico el escrito. Actualmente me encuentro en una encrucijada no se que hacer. Vivo en Venezuela donde me encuentro atada sin poder trabajar en mi carrera sin poder decir que emigro porque no es la solucion.
Josefina Marcano
21 de enero de 2020 at 17:17
Excelente, tema! Yo me atrevo a decir, que en estos tiempos tan convulsionados, la mayoría de nosotros y nosotras, estamos padeciendo de miedo, producto del modelo social y económico que nos han impuesto los dueños del mundo. Somos víctimas de ellos! Yo también tengo miedo! Tanto que no salgo de una enfermedad. Hipertensión, bronquitis, neumonía; pero aquí estoy, leyendo temas que me ayuden un poco a salir de ésto. Auguro éxitos para todos y todas!