“No te preocupes, he tenido cuatro hijos, perdí la inocencia hace mucho”. Esta frase la escuché hace unos días en una conversación mientras iba en el Metro. Me quedé pensando y cuestionándome porqué siempre relacionamos la inocencia o el fin de la inocencia al comienzo de la vida sexual de las personas.
Para mí, la inocencia está compuesta por cada una de las pequeñas parcelas que ocupan nuestra vida y que son tan ilimitadas como todas las experiencias que se pueden vivir a lo largo de una existencia.
Se pierde un poco de inocencia cuando se fracasa en una relación por primera vez, y por segunda y por tercera y cada vez que pierdes a una persona por el camino.
Entonces, nos damos cuenta de que las relaciones no son como en los cuentos, ni como en Instagram o Facebook, ni como te lo cuenta esa amiga que nunca ha discutido con su marido.
Y pierdes esa inocencia y aprendes a querer de verdad y puede que en ese momento aparezca esa persona que será perfecta para ti, aunque imperfecta para cualquier otro.
Se pierde la inocencia cuando…
Y esto pasa en todo tipo de relaciones. Se pierde la inocencia cuando ves que tus padres no lo saben todo y tienen miedos y contradicciones. Se pierde la inocencia cuando muere un ser querido y sientes ese desarraigo que te desubica y te obliga a buscar tu identidad de nuevo. Se pierde la inocencia cuando te enteras de que esa amiga, que nunca discute con su marido, le fue infiel a pocos días de casarse.
Me pregunto si la inocencia es una forma de ser o es un estado puntual que se pierde de golpe
Me pregunto si la inocencia es una forma de ser o es un estado puntual que se pierde de golpe.
Prefiero pensar que no se deja de ser inocente por amar a una persona y tener relaciones con ella, tampoco por tenerlas cuando dos personas adultas lo decidan se quieran o no.
El sexo es sólo una parcela de la vida de las personas, importante por supuesto, pero tanto como todas las demás.
La inocencia nunca se pierde del todo
La pérdida de la inocencia tiene connotaciones negativas y, por algún motivo, se asocia al despertar sexual. Sin embargo, yo creo que se produce con cada paso que vamos dando a lo largo de la vida y así vivimos de verdad, sin ‘gafas rosas’.
La pérdida de la inocencia significa que coleccionamos recuerdos, que experimentamos, que podemos elegir lo que queremos y lo que no. Pero la inocencia nunca se pierde del todo porque siempre nos quedan cosas por vivir, sentimientos que experimentar, dolor que sufrir y placer que disfrutar.
Maria del Carmen
7 de diciembre de 2017 at 19:37
Buena reflexión