Criar o educar en salud mental. Este es el título del nuevo artículo de la psicóloga Silvia Chamorro sobre la adquisición temprana de rutinas saludables, dentro del concepto de Parentalidad Positiva.
Silvia aborda la parentalidad positiva partiendo de la crianza y educación en salud. De esta forma, dispondremos de todas las claves para una salud plena.
Más adelante, la psicóloga se centrará en las emociones. Y finalizará con una serie de artículos sobre estilos comunicativos y su importancia en la comprensión y asimilación del mensaje por las y los menores.
Te lo contamos en jupsin.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre igualdad y salud.
Nadie nos puede decir cómo criar o educar, cada situación es única. Pero en cualquier caso, la información siempre es útil para decidir.
La idea de estos artículos es esa, ofrecer información a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables de una o un menor. Incluimos propuestas útiles y aplicables que conviertan la crianza en algo constructivo y agradable.
Criar o educar en salud mental
En el primer artículo de esta serie, Criar o educar en salud física, aporté algunas nociones sobre el concepto de salud y sus distintas áreas. Y profundicé en rutinas saludables de higiene alimentaria y actividad física.
Hoy, complemento esa información con recomendaciones para mejorar la adquisición de dos rutinas más, estrechamente ligadas con el descanso y la salud mental: la higiene del sueño y la higiene de estudio.
Las personas, tanto adultas como menores, somos capaces de reconocer y definir de forma más o menos exacta los síntomas de un problema de salud física.
Del mismo modo, también es frecuente que se acuda a la médica o médico para tratar dichos síntomas antes de que empeoren. Sin embargo, no se actúa igual cuando el problema de salud es mental.
Para entender esta diferencia de actuación es importante tener presente la percepción de la salud mental en nuestra sociedad que, aunque afortunadamente está cambiando, sigue presente en muchos casos.
La percepción colectiva se representa muy bien con una frase que creo será familiar: «Yo no necesito ir a la psicóloga/o, no estoy loca/o».
Tengo miedo …
En mi opinión, la traducción de la frase «no estoy loca/o» es «tengo miedo». Tengo miedo porque no sé lo que me pasa, tengo miedo a reconocer que padezco una enfermedad mental porque me expone a la crítica y al juicio social, tengo miedo porque desconfío del personal psicológico y psiquiátrico.
El miedo es una herramienta muy poderosa para motivarnos a actuar, pero también puede paralizarnos. Volvamos a la diferencia de actuación entre los problemas de salud física y salud mental y lo entenderemos.
… Necesito más información
Por lo general, las personas, tanto adultas como menores, no son capaces de reconocer ni definir los primeros síntomas de un problema de salud mental. No se representan de forma tan evidente como un catarro o un brazo roto y en muchas ocasiones se normalizan socialmente: «es una etapa», «la adolescencia es así».
Esto, unido a la mayor dificultad de acceder a servicios públicos de atención psicológica y al coste de los servicios privados hace que no se busque tratamiento y que los síntomas empeoren.
La desinformación a la hora de enfrentarnos a una enfermedad mental paraliza, se ponen en duda los síntomas o directamente se ignoran hasta que son graves y evidentes.
Aquí radica la utilidad de este artículo: a más información menos miedo y más capacidad para reaccionar si es necesario.
Prevención de la enfermedad y mejora de la salud mental
Seguramente, a estas alturas del texto han saltado tus alarmas: ¿está ocurriendo algo y no me he dado cuenta?
Esto no es necesario, en la mayoría de casos las y los menores parten desde la condición de buena salud mental. Si su desarrollo se da en un contexto sano lo habitual es que la buena salud se mantenga.
Para favorecer esta condición y prevenir posibles enfermedades conviene seguir las siguientes rutinas: higiene del sueño e higiene de estudio.
Higiene del sueño
Mantener una rutina de sueño adecuada es fundamental para recuperar el equilibrio físico y psicológico del cuerpo. Son muchas las funciones que se relacionan con el sueño: crecimiento, atención, memoria, aprendizaje, etc.
Dormir bien incrementa la sensación de descanso, mejora el estado de ánimo y la capacidad de organizar actividades, comidas, tareas, etc.
Consejos para dormir mejor:
- Realizar ejercicio físico durante el día, evitar hacerlo a última hora o antes de irse a dormir, ya que puede provocar activación y conseguir el efecto contrario al deseado.
- Reducir las siestas, lo ideal es alrededor de 30 min y que no supere 1 hora. (Este consejo no es aplicable a los más peques).
- Utilizar la cama solo para dormir. Estudiar, chatear, comer, trabajar, etc., mejor en otro lugar.
- Cenar mínimo una hora antes de intentar dormir y comer lo que se necesite, ni más ni menos, estar muy lleno o tener hambre dificulta el sueño.
- Establecer un horario y una rutina antes de ir a dormir: bañarse, tomar una infusión, leer, etc. Y, sobre todo, ¡evitar las pantallas!
- Reducir el consumo de bebidas estimulantes. Té, bebidas azucaradas, café y bebidas alcohólicas afectan al sueño.
- En las noches en las que aun siguiendo estos hábitos no se consigue dormir, se recomienda levantarse, realizar una actividad monótona y volver a la cama.
Higiene de estudio
A lo largo del crecimiento de cualquier menor los estudios van a ser una constante. La adquisición temprana de una buena rutina de estudio favorece el desempeño escolar, la concentración y la motivación. Además, reduce la fatiga mental y los momentos de conflicto familiar.
Algunas recomendaciones:
- El lugar ideal es contar con un escritorio que se destine únicamente al estudio, alejado de distracciones y ordenado. Si no es posible, al menos realizar la tarea siempre en el mismo lugar.
- Planificar la tarea y los materiales necesarios antes de comenzar favorece la concentración.
- Establecer un horario e intentar evitar las interrupciones.
- Respetar los periodos de atención y descanso. Cuanto más pequeñas/os tienen menos capacidad para mantener la atención y necesitan más tiempo de descanso (30 minutos aproximadamente).
- Una vez finalizado el tiempo de estudio la persona responsable debe repasar la tarea y felicitar y recompensar el esfuerzo.
Correcto desarrollo cerebral
Estas dos rutinas de higiene mental favorecen el correcto desarrollo cerebral de las y los menores y están a nuestro alcance, ya que se realizan en el entorno cotidiano del hogar.
Sería un error creer que se puede controlar por completo el entorno para que nada les afecte. Fuera de casa sus vidas son impredecibles, y así debe ser. Es enfrentándose a situaciones nuevas y difíciles donde las y los menores aprenden cómo superarlas.
Síntomas de deterioro de la salud mental
La función de las personas adultas es acompañarles en ese proceso de crecimiento sin entorpecerlo y, sobretodo, prestar atención a las señales o síntomas de deterioro de la salud mental. A continuación enumeramos algunos de los más comunes:
- No duerme bien, le cuesta seguir rutinas y hábitos de higiene alimentaria.
- Conductas regresivas de aprendizaje como orinarse involuntariamente cuando antes no lo hacía o pérdidas de vocabulario y pronunciación.
- No quiere ir al colegio o instituto, se da un marcado cambio en el desempeño escolar, en los hábitos de estudio y/o en su círculo de amistades.
- Muestra desinterés por el entorno que le rodea, no tiene curiosidad por explorar, evita interactuar con otras personas.
- No expresa sus emociones o si lo hace es de manera inadecuada o desproporcionada.
- Está triste y apático la mayor parte del tiempo, parece no querer hacer nada.
- Siente ansiedad o preocupación constantes, abundan los pensamientos negativos.
- Temor o preocupación excesiva con el peso, la alimentación o la imagen.
- Se autolesiona, se come las uñas compulsivamente, se golpea, se arranca el pelo, se araña, se corta, etc.
- Presenta algún tipo de adicción (tabaco, alcohol, videojuegos, pornografía, etc.)
Situación cotidianas que afectan a los pequeños/as
Si identificas alguno de estos síntomas en tu pequeña o pequeño el siguiente paso es pensar en la causa que lo provoca. Hay muchas situaciones cotidianas que pueden afectarles y cambiar su forma de pensar y actuar de manera insospechada, algunas podrían ser:
- El nacimiento de una hermana/o
- No sentirse querida/o
- Estar hospitalizada/o
- Presenciar un accidente
- La enfermedad o muerte de un ser querido
- Vivir el proceso de separación o divorcio, especialmente si es conflictivo
- Una mala adaptación al colegio o instituto
- Ser testigo de la falta de recursos económicos de la familia
Aquellos menores que viven en contextos violentos, que han sufrido agresiones físicas y/o psicológicas por parte de sus progenitores o cuidadores, acoso escolar o abusos sexuales, tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad mental si no reciben tratamiento.
Rutinas saludables, muestras de cariño y empatía
Ante cualquiera de estas situaciones o síntomas intenta mantener la calma, esto favorecerá que confíe en ti para contarte qué le pasa. Necesita atención y comprensión, no juicios.
Además de priorizar las rutinas saludables que hemos comentado en este y anteriores artículos, conviene aumentar las muestras de cariño, empatizar con su situación y ayudar a entender y poner nombre a sus emociones.
Si no sabes cómo no te preocupes, te lo contaremos en próximas publicaciones.
Finalmente, si la situación no mejora, habrá llegado el momento de acudir a las y los profesionales de la psicología.
Lo ideal sería que acceda a ir de forma voluntaria y con el mismo pensamiento que les inculcamos a la hora de ir a la médica o médico, «te va a curar».