Abusos sexuales a menores, terrible y cercana realidad (y 2). Publicamos la segunda parte de dos artículos sobre este grave problema, en colaboración con la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan y su proyecto Prevención y Sensibilización en Violencia de Género.
Abusos sexuales a menores, terrible y cercana realidad (1)
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Abusos sexuales a menores, el proceso judicial ( y 2)
Silvia Chamorro
Es imprescindible que se promuevan mecanismos para que la información sobre el abuso sexual llegue a la ciudadanía, que lo reconozca y que sea capaz de dar respuesta a la violencia sexual.
Según el informe de 2021 de la Fundación ANAR, en el último año ha habido un incremento del 80,9% en el número de casos de abusos sexuales. Según esta organización ahora hay una mayor presencia e información sobre estos delitos en los medios.
A pesar de este incremento, son más numerosos los casos en los que no se denuncian los abuso sexuales que aquellos en los que se hacen públicos.
Según el estudio de Save the Children que mencionamos en la primera parte de este artículo se estima que los casos de abusos sexuales que se denuncian suponen un 15% de los delitos cometidos.
El proceso judicial
La ONG menciona además que son las víctimas y las madres las que denuncian en la mayoría de los casos. Y también las que se exponen al largo y arduo proceso judicial, que lejos de inspirar confianza infunde miedo.
Son muchos los motivos que alimentan este temor:
- falta de sensibilidad y formación en género o infancia que poseen los agentes implicados (judicatura, abogacía, fiscalía, medicina y psicología forense, etc.)
- revictimización de las y los menores que se ven obligados a repetir una media de hasta 4 veces lo ocurrido ante diferentes profesionales
- y en gran medida, la posibilidad de no ser creídas sino castigadas
Ya hemos comentado la importancia de informar sobre los abusos sexuales en los medios de comunicación. Pero la información que se recibe de ellos no siempre incita a denunciar, sino que en muchos casos materializa los temores de las víctimas o de las madres.
Entregar a tu hijo a un presunto abusador
Abordamos dos ejemplos recientes. En el primero, María Sevilla estuvo a punto de ser encarcela y se le impuso el castigo de ver a su hijo únicamente una hora cada 15 días durante más de dos años. Y todo esto por haber incumplido la sentencia que ordenaba entregar a su hijo a su presunto abusador.
Y el caso de Diana García. Diana perdió la custodia de su hija de seis años en favor de su padre, denunciado previamente por violencia de género y sobre el que pesan sospechas de abusos sexuales a la menor.
En ambos casos, se duda de la credibilidad de la madre porque se presume la aplicación del inexistente SAP (Síndrome de Alienación Parental), supuesto trastorno de salud mental que sufren los hijos e hijas manipulados por uno de sus progenitores para que rechacen y muestren odio hacia el otro progenitor.
A día de hoy, el SAP no es una enfermedad reconocida por la OMS y tampoco está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM).
Como argumento jurídico está proscrito por el Art. 11.3 de la Ley Orgánica 8/2021 de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, pese a lo cual está resultando muy difícil su erradicación del sistema pericial y judicial.
La idea de mujer
La respuesta jurídica ante esta problemática social no puede ser entendida sin retrospectiva, analizando la trayectoria ideológica y el contexto histórico cultural de nuestro país que conforma el ideario colectivo actual, más concretamente la idea de mujer.
De Adán y Eva…
La tradición religiosa nos brinda un poderoso ejemplo en el pasaje bíblico del génesis, donde se narra la historia de Adán y Eva, quien se supone fueron el primer hombre y la primera mujer.
El cristianismo nos inculca la idea de que la mujer representa el pecado original, que es débil, pues se deja engañar, pero a su vez tiene poder para convencer al hombre. Eva es, en definitiva, la culpable del cruel destino de la raza humana.
… a las brujas
Otro acontecimiento histórico que representa claramente el sesgo de género en la sociedad y más concretamente en la justicia lo protagonizan las Brujas.
Durante tres siglos (del XV al XVIII) fueron perseguidas, juzgadas y condenadas a ser brutalmente asesinadas sin motivo ni pruebas, en lo que pocas veces se denomina como un feminicidio.
¿Por qué la justicia no es imparcial?
Que la mayoría de las personas que han de comparecer en concepto de acusadas en las denuncias de abuso sexual infantil, en cuyas causas se alegue la existencia de SAP, sean mujeres lleva a pensar que la justicia no es imparcial.
La justicia no ha conseguido deshacerse del bagaje cultural y social de que las mujeres son “malas” y además obvia una realidad mucho más frecuente, con dos cuestiones clave:
- el instinto de protección y cuidado de las madres hacia sus hijos e hijas,
- y el sufrimiento que experimentan al pensar que pueden estar en peligro.
Se pretende garantizar los derechos de ambos progenitores sin valorar si cumplen por igual con sus deberes. Y se ponen estos por encima de los derechos de la infancia cuando el bienestar del menor debería ser la prioridad.