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¿Ser acosado es ser menos fuerte?
El acoso sexual es distinto del acoso laboral. El acoso sexual en el trabajo implica acciones verbales y no verbales, como mostrar material sexual de contenido explícito o comentarios con carácter sexual utilizados con un componente de hostilidad, atención sexual no deseada y coerción sexual.
Los medios de comunicación han recogido de forma amplia el caso de un conocido productor de la industria del cine, denunciado por un grupo de mujeres por acoso sexual e incluso violación, en un larga y oscura trayectoria de treinta años.
Tras las denuncia de algunas de las afectadas, otras muchas mujeres han alzado la voz, al mismo tiempo que a través de las redes sociales han expresado públicamente haber sido víctimas de acoso sexual por dicho productor.
Esta denuncia conjunta y pública, el cierre de filas a favor de las personas afectadas y el rechazo público a esta situación, han permitido hacer visible una realidad silenciada y normalizada por muchos.
El acoso sexual es una realidad silenciada y normalizada por muchos
Alzar la voz contra el abuso de poder a través de insinuaciones sexuales repetidas o actos flagrantes, ha conseguido que otras personas se sientan en posibilidad de manifestar su apoyo a las personas afectadas, hacer público el hecho de que ellas también lo padecieron, así como compartir la forma como algunas personas les ayudaron a hacer frente a esta agresión.
El acoso sexual es distinto del acoso laboral. El acoso sexual en el trabajo implica acciones verbales y no verbales, como mostrar material sexual de contenido explícito o comentarios con componente sexual utilizados con un componente de hostilidad, atención sexual no deseada y coerción sexual.
Comparte el carácter no deseado de estas acciones, el clima de hostilidad al cual se ve sometida la persona que es agredida y el miedo a perder algo como el trabajo, como un aspecto que frena e incluso hace que la persona calle aquello que sucede.
A pesar de ser distintos, escuchar y reconocer la voz de quienes lo han padecido, observar el apoyo con el que han contando y las acciones que se han tomado al respecto, nos llevan a plantear tanto un cambio como una reflexión.
El acoso no es nunca culpa de la víctima
A día de hoy, gracias a la investigación y la labor de divulgación continua que se hace tanto a nivel académico como a través de las redes, las personas que viven el acoso en el trabajo tienen mayor posibilidad de saber de qué se trata.
También pueden saber que depende de factores relacionados con la organización del trabajo y cuáles son esos factores que permiten que se desencadene. Y también pueden saber que el acoso no se debe a cuestiones relacionadas con la personalidad del agredido. El acoso no es nunca culpa de la víctima.
Sin embargo, a día de hoy poco se sabe de la forma cómo las personas afrontan esta situación. Sí, digo afrontar y con ello quiero hacer referencia a la forma como respondemos ante una determinada situación.
Esta respuesta puede ser pasiva o puede ser activa, podemos hacer como si nada esté pasando, quedarnos paralizados o buscar ayuda, entre otras cosas. Esta respuesta puede conducirnos a una situación beneficiosa permitiendo que superemos con éxito aquello que sucede, o llevarnos a un estado de malestar.
Leymann, uno de los primeros investigadores en Europa en temas de acoso laboral indicaba que si bien la persona no es responsable de lo que pasa, la forma de respuesta frente a lo que sucede la coloca en una posición de vulnerabilidad. ¿Qué quiere decir esto, qué eres débil?, ¿qué a quien es fuerte el acosador no le agrede?
Esta respuesta no tiene que ver con la debilidad o la fortaleza, sino la forma de cómo reaccionamos ante este tipo de agresiones. Este tipo de reacción, este tipo de respuesta, se adquiere desde la infancia, se trasmite de padres a hijos. Principalmente de la persona que ejerce de figura de cuidador, la cual en muchas ocasiones suele ser la madre.
Esto no quiere decir que por tener una mala respuesta de afrontamiento tengamos una mala madre ni debemos hacer cargar a ella la responsabilidad, ni tampoco haber sido objeto de violencia.
Posiblemente, en el caso de ellas también se trate de un aprendizaje o que probablemente la primera persona que vivió una situación parecida no las tuviera todas consigo, y aquello que aprendió después es que este tipo de circunstancias siempre llevan al mismo punto.
No es culpa de nadie, en la vida lamentablemente no podemos controlar todo, pero hay otras cosas que sí y es a ellas a las que nos podemos dedicar y poner toda nuestra voluntad de cambio
Lo que si puede suceder es que este tipo de situaciones te lleve a tomar conciencia de cómo tu reaccionas frente a este tipo de cosas.
Qué creencias vienen a tu mente cuándo lo vives, ¿te paralizas?, ¿comienzas a dar vuelta a las posibles soluciones sin actuar? O tu primera opción es pedir ayuda.
La forma en la que respondas a aquello que sucede dependerá en buena parte de aquello que suceda durante y después contigo.
Con esto me refiero a los problemas de sueño, a esa sensación de alerta constante, la irritabilidad, el evitar ciertas situaciones, a ese pesimismo, o a nivel físico sentirte mal cuando antes todo esto no pasaba. Como la forma en que poco a poco vas perdiendo fuerza ante todo lo que pasa.
Saber confiar, un reto
Indudablemente, contar con un buen apoyo es importante, saber confiar y apoyarnos en personas que nos ayudan. Identificar en quién, resulta un reto como he comentado en otros artículos, pero es un aspecto necesario.
Si lo tuyo, como en un grupo de la población de personas que viven acoso sexual es hablar continuamente de ello, recreándote en los hechos, en todo el mal que te han hecho (que nadie pone en duda), lo más probable es que sin querer entres en estados poco beneficiosos para ti y que el tipo de respuesta que puedas realizar a estas situaciones injustas que tienes por delante no sean del todo efectivas ni beneficiosas para tu salud.
Pensar demasiado sobre los hechos, en todo el mal que te han hecho, no sólo te quita capacidad de respuesta frente a lo que pasa sino que puede ser perjudicial para tu salud
Nadie dice que no pienses, ni que nada malo te esté pasando.
Te invito es a reflexionar sobre que en ocasiones poner distancia de ciertas circunstancias puede ayudar a tener más perspectiva de ellas, que el pensar demasiado sobre los hechos, pensar en todo el mal que te han hecho, no sólo te quita capacidad de respuesta frente a lo que pasa sino que puede ser perjudicial para tu salud.
Es importante que tomes en cuenta las emociones que esto te produce y, sobre todo, que puedas compartirlo con personas que realmente puedan ser un apoyo, y que explores otras soluciones distintas.
Aunque todo esto te lleve ir hacia dentro, es importante que intentes identificar grupos externos en los cuales no sólo compartas tu vivencia, sino que explores otros estados emocionales. Desde ese apoyo, hallarás la fuerza para poder actuar de la forma más conveniente para ti.
Cuando entraste en el trabajo en el que vives esta situación posiblemente tenías ciertas expectativas. El que hayas vivido esta situación no quiere decir que estas no puedan llevarse a cabo. ¿Cuántas cosas en la vida has abandonado por una decepción? ¿Cuántas oportunidades se te abrieron luego por delante?
Como lo he planteado en los anteriores artículos, no todo acaba con el acoso, la vida sigue. No es cuestión de débiles o de fuertes, sino se trata quizá de una oportunidad de explorar formas distintas de respuesta a aquello que nos acontece.
Si quieres saber más sobre afrontamiento, comparto contigo este post que de forma clara lo define: ‘La teoría del afrontamiento del estrés de Lazarus y los moldes cognitivos’.