En sus Manos

El acosador, ahí está el problema

Leymann decía que el comportamiento del acosador, casi siempre, se debe al miedo y a la inseguridad que experimentan hacia sus propias carreras, su propia reputación o su posición en la organización, lo cual les compele a denigrar a otras personas. El acosador tiende a encubrir sus propias deficiencias profesionales, y a través de este acoso satisfacen una serie de impulsos y tendencias de tipo psicopático.

Una vez hemos dado el primer (La prueba…) y segundo paso (No eres culpable…) a cuyo recorrido aludía en anteriores post y lo hemos interiorizado, entendiendo qué es el acoso y quiénes somos (víctimas), es momento de dar el tercer paso, que no es otro que dirigir la mirada al acosador. Nuestra atención no se debe centrar en nosotros, os repito, la víctima no es el problema, dirijamos nuestra mirada hacia el acosador, hacia el verdugo, en su personalidad. Ahí radica el problema.

Heinz Leymann, doctor en psicología pedagógica y en la ciencia médica de la psiquiatría, estudió en profundidad el fenómeno que él mismo denominó como psicoterror y posteriormente mobbing logrando la atención internacional sobre este fenómeno. Defendió que la personalidad del individuo no predispone a convertirse en objeto de comportamientos de acoso.

Así lo defiende también Marie-France Hirigoyen Psiquiatra, Psicoanalista y Psicoterapeuta especializada en el acoso moral, cuando afirma que no existe un perfil psicológico específico de las personas a las que se acosa. El acoso lo podemos sufrir cualquiera de nosotros. Todos, en un momento determinado de nuestras vidas podemos convertirnos en Víctimas.

A pesar de ello, de los estudios realizados, si se observa que hay determinados contextos profesionales en los que existe un mayor índice de acoso laboral, o concretas situaciones en los que determinadas personas corren mayor riesgo de padecerlo.

Es más fácil hostigar a una persona hasta amedrentarla y hundirla para que acabe abandonando su puesto de trabajo, que cumplir la ley

Acosar antes que cumplir la ley

Se sabe que el acoso laboral se da más entre los trabajadores con contratos más estables frente a los que tienen un trabajo más precario, y entre los de mayor edad que entre los jóvenes. Ello tiene su explicación en que «desembarazarse» de un trabajador cuyo contrato es temporal es sumamente fácil, con esperar a que el contrato finalice basta.

Además, la indemnización que corresponderá a estos trabajadores suele ser ínfima en contraposición con los asalariados cuyo contrato es estable y que llevan muchos años trabajando para la empresa. A estos la indemnización que les corresponderá será de una entidad a considerar.

Aquí ya le compensa al acosador utilizar sus deleznables técnicas con el fin de eludir las obligaciones que la ley establece en materia laboral. Es más fácil hostigar a una persona hasta amedrentarla y hundirla para que acabe abandonando su puesto de trabajo, que cumplir la ley. También sabemos que el acoso laboral en el ámbito de la Administración pública es significativamente más elevado, precisamente por su mayor estabilidad en el empleo.

También resulta, de los estudios realizados, que las mujeres sufren más el acoso laboral que los hombres, y además de manera distinta, sobre todo en aquellas sociedades, como la nuestra, donde la sensibilidad en materia de igualdad de sexos se presenta todavía como muy precaria.

El problema está en la figura del acosador

Hoy, a través de los numerosos estudios psicológicos y psiquiátricos de las personalidades de acosador y acosado, podemos defender que el problema lejos de residir en la víctima, reside en el acosador.

Leymann decía que el comportamiento del acosador, casi siempre, se debe al miedo y a la inseguridad que experimentan hacia sus propias carreras, su propia reputación o su posición en la organización, lo cual les compele a denigrar a otras personas. El acosador tiende a encubrir sus propias deficiencias profesionales, y a través de este acoso satisfacen una serie de impulsos y tendencias de tipo psicopático.

Hoy, a través de los numerosos estudios psicológicos y psiquiátricos de las personalidades de acosador y acosado, podemos defender que el problema lejos de residir en la víctima, reside en el acosador

No es extraño, como defiende el profesor Piñuel que «esa necesidad insaciable de agredir, controlar y destruir que tienen en general todos los acosadores, se deba en realidad a una serie de tendencias psicopatológicas o a personalidades mórbidas o pre-morbidas».

El acosador, dice Piñuel, «suele tener una clara incapacidad emocional para resultar afectado por sentimientos como la compasión o la pena por los demás seres humanos«. Entenderéis ahora, porqué actúan con la frialdad que lo  hacen, aún sabiendo el daño que causan, porqué hagáis lo que hagáis, siguen insistiendo en su devastadora hostilidad hacía vosotros.

Una vez elegida su víctima no paran hasta conseguir que la finalidad que persiguen se haga realidad, bien que la víctima abandone voluntariamente la empresa, bien someterla y tenerla controlada con el fin de que no suponga una amenaza para su propia carrera profesional

El acosador evita  así que esa persona destaque por su brillantez y profesionalidad o por su moralidad, su ética, su sinceridad, o cualquier otra cualidad que la víctima posea, que despertó la envidia del acosador o que le resultó amenazante.

Acosadores y trastornos psicológicos

Iñaki Piñuel cifra en 8  los tipos de trastornos psicológicos, como los más frecuentes entre los acosadores. Así, explica en su libro La Evaluación del Mobbing (cuya lectura recomendamos), las siguientes características de cada uno de ellos, que a modo de resumen os quiero mostrar:

  • El Psicópata organizacional: su objetivo es llegar a lo más alto en la empresa y conversar a toda costa el poder que ha logrado alcanzar. Lo defenderá a toda costa. Utilizan un falso encanto personal, del que en realidad carecen. Son mentirosos y manipuladores, fríos y amorales. Hacen que otros trabajadores realicen su propio trabajo recogiendo éxitos que no le pertenecen. Enaltecen sus propios logros. No siente remordimientos ni culpa y mucho menos arrepentimiento del daño que causa. Examina a los compañeros que pueden convertirse en competidores, estudiándolos exhaustivamente. Cuando los identifica, los intenta seducir o comprar y si no lo consigue sencillamente los intentará eliminar.
  • Destacan también los narcisistas, personalidades que presentan un déficit de autoestima, están pendientes sólo de sí mismos y no respetan y sí violan las normas que rigen para todos. Se sienten claves en el éxito y desarrollo de la empresa para la que trabajan, creen que todo se les debe a ellos, reclaman constantemente la atención de los demás y aluden constantemente a la envidia que los demás les tienen. Pretenden que los demás vean en él al mejor trabajador de la empresa, que son imprescindibles en el organigrama de la organización. No soportan las críticas de los demás hacía él, y al igual que los psicópatas organizacionales buscan siempre a algún compañero que les haga el trabajo más duro auto adjudicándose sus logros como propios. Ven como un ataque permanente a aquellos trabajadores que le superan en brillantez profesional no permitiendo que nadie medre a su lado y tiende a rodearse de profesionales mediocres que no le hagan sombra. Únicamente tienen en cuenta las opiniones de aquellos que se sitúan en un plano jerárquico superior a él y tienden a mostrar que las decisiones de sus superiores están tomadas gracias al asesoramiento que él les presta.
  • El acosador, dice Piñuel, «suele tener una clara incapacidad emocional para resultar afectadospor sentimientos como la compasión o la pena por los demás seres humanos

    Están también los paranoides: son personas que conviven con el miedo constante. Sienten miedo a mostrar sentimientos ante los demás porque para ellos es señal de debilidad, no ofrecen información a los demás compañeros pues así ellos siguen teniendo una ventaja sobre los demás, mayor conocimiento. Sienten miedo de que los demás trabajadores cuestionen su liderato y sobre todo miedo a que subordinados suyos, más capaces, amenacen su puesto de trabajo. Dudan siempre de las intenciones de los demás. Por todo ello, siempre están a la defensiva lo cual hace que ataquen a los demás insistentemente como sistema preventivo.

  • Personalidades límite o borderline: son explosivos e imprevisibles, muy impulsivos y sometidos a un estado de ánimo cambiante por lo que suelen gritar, golpear objetos, amenazar. Tanto sus conductas como sus propias vidas son caóticas. En sus relaciones personales son simultáneamente dependientes e intolerantes, no pueden prescindir de aquél de quien se sienten dependientes (su víctima) pero a la vez no lo toleran, es un «ni contigo ni sin ti», por ello aunque machacan insistentemente a su víctima no pueden llegar a destruirla totalmente por la dependencia que siente hacia ella. Sienten terror hacia la soledad y sienten un profundo malestar interno por convivir con sentimientos como el vacío o la culpabilidad. 
  • Personalidad maquiavélica: Su obsesión es aniquilar en los demás la competencia, felicidad, brillantez profesional, salud, que viven como amenazas. Se consideran así mismos malvados y tienen una necesidad imperiosa de proteger su éxito personal a costa de quién sea y de lo que sea. Son expertos en manipular a los demás y ello les genera gran satisfacción.
  • Los autopromotores aberrantes: Es lo que conocemos como «trepas». Quieren ascender en la organización empresarial a costa de lo que sea, no importándoles denigrar a los demás para ello. Ofrecen una doble cara, dependiendo de con qué persona traten. Se presentan ante los jefes como fieles y sumisos y no dudan en adularlos y hacerles cualquier trabajo sucio o inmoral. Mienten y manipulan, con el fin de acabar con su víctima. Son muy fríos y solo se fían de sí mismos.
  • Los adictos al trabajo: la ambición personal es la característica de este tipo de personalidades. Necesitan trabajar más y cada vez mejor, lo cual acaba minando su propia salud y estabilidad emocional. Su vida se centra casi exclusivamente en el trabajo y en los logros que quieren conseguir, abandonando las demás facetas personales, por lo que su vida familiar y afectiva suele ser un desastre. Los que le rodean viven estresados por el ritmo de trabajo que él mismo impone. Utilizan su trabajo como medio para huir de sus propios problemas psicológicos. Ven el descanso como algo absurdo e inútil.
  • El directivo quemado: padecen un tipo de estrés laboral consistente en un sentimiento de desgaste ante las demandas que le exige su profesión, que ven como excesivas. Suele sucederle a los profesionales que antes sentían un gran entusiasmo en sus trabajos, ilusión que van perdiendo por el gran desgaste que sufren, haciendo que se interesen cada vez menos por su labor y por las relaciones interpersonales con los compañeros. Se sienten poco realizados y acabados profesionalmente lo cual conlleva a que estén muy irritados, con desestabilización emocional de importancia que afecta tanto a su trabajo como a su vida personal y familiar. Canalizan toda esta frustración a través del maltrato psicológico y la violencia verbal.

Defiende tu dignidad frente al acosador

Ahora que ya conocemos al hostigador, os pido que hagáis un ejercicio comparativo de estas personalidades, que nos describe el profesor Piñuel, con vuestro propio acosador. Parece increíble ¿verdad? Muchas de las características descritas coinciden plenamente con la persona que os tortura. De las mismas, seguro, que sois conscientes desde hace mucho tiempo.  Lo que no podíais imaginar, es que dichas personas en determinadas circunstancias y organizaciones empresariales pueden llegar a ser perversos acosadores.

Cuando uno lee libros dedicados a la problemática del acoso, le da la sensación de que este tipo de personas se hubiera estudiado un manual de cómo se debe acosar y lo hubiera puesto en práctica con su víctima. Desgraciadamente vuestra única culpa ha sido la de toparos en vuestra vida con una de estas personas, este es el ‘error’ que habéis cometido, solo este.

La dignidad es lo más importante que un ser humano tiene, que nadie ose despojaros de ella

Valgan estas líneas para que, al menos, podáis identificar rasgos comunes en la personalidad de los posibles acosadores y podáis entender mejor el origen de vuestro particular calvario. Una de las cosas que más desestabiliza a las víctimas es no saber porqué les está ocurriendo algo así. Se encuentran perdidas, no saben qué es, de dónde proviene, porqué, ni como atajarlo.

Mi única intención es que conozcáis, que sepáis dónde estáis, quiénes sois. No me cansare de repetirlo. Ofreceros algo de luz que alumbre el oscuro camino que recorreréis. Os lo he dicho desde el primer momento, solo sabiendo qué os está pasando podréis afrontarlo con éxito, o al menos, podréis intentar paliar en lo posible sus perversos efectos. Aprovechad esta ventaja. Las víctimas de acoso que más sufren son las que no son conscientes de su situación hasta que ya, por desgracia, es muy tarde. Cuando quieren actuar, el acosador, a través de sus infamias y torturas,  ha dañado ya tanto la imagen de la víctima y le ha causado tanto dolor que la tiene prácticamente desactivada, incapaz ya de defenderse, incluso en algunas ocasiones, fuera de la organización empresarial.

En el próximo post, daremos un pasito más. Conociendo ya que existen determinados perfiles y trastornos psicológicos frecuentes entre los  acosadores, y partiendo de la base de que no existe un perfil psicológico del acosado, veremos que hay determinadas situaciones en los que algunas personas corren mayor riesgo de padecer el acoso laboral, e incluso que determinados contextos laborales favorecen a la existencia del mismo.

Intentaremos dar respuesta a todas las preguntas que os hacéis a vosotros mismos. El conocer qué está pasando creo os proporcionará algo de estabilidad y calma y estoy seguro que del conocimiento sacaréis fuerzas para continuar.

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