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«Los efectos del acoso son devastadores para la mente»
Ha dedicado toda su carrera profesional a la psiquiatría con niños y adolescentes. José Luis Pedreira Massa es doctor en medicina, especialista en pediatría y psiquiatría del Hospital la Luz, Grupo Quirónsalud. «Los efectos del acoso son devastadores para la mente»,»La Sociedad no es consciente del grave problema que supone el acoso, ni es consciente ni es solidaria», afirma a jupsin.com.
ENTREVISTA / Dr. José Luis Pedreira Massa / Hospital La Luz, Grupo Quirónsalud
«La Sociedad no es consciente del grave problema del acoso, ni consciente ni solidaria»
Ha dedicado toda su carrera profesional a la psiquiatría con niños y adolescentes. José Luis Pedreira Massa es doctor en medicina, especialista en pediatría y psiquiatría del Hospital la Luz, Grupo Quirónsalud.
«La Sociedad no es consciente del grave problema que supone el acoso, ni es consciente ni es solidaria», asegura el doctor Pedreira a jupsin.com. Y enfatiza: «Los efectos del acoso son devastadores para el funcionamiento mental». Psicoterapeuta acreditado y Master en Calidad Asistencial de Servicios Sanitarios, ha publicado más de 200 artículos en revistas especializadas.
Repasamos con este reconocido profesional médico algunos aspectos claves del acoso hoy.
Jupsin. ¿Qué opina del impacto mediático sobre el acoso en general y sobre el acoso escolar en particular?
Dr. José Luis Pedreira Massa. Cuando hay mucho impacto mediático tenemos que tener en cuenta el factor de distorsión de la realidad. Es muy raro que se haga una exposición absolutamente aséptica y siempre hay implicación de otros elementos de las vivencias, emocionales, etc.
El acoso escolar no es una cuestión nueva. En 2005, publiqué el artículo ‘Children again children’ (Niños contra niños), que ha sido un referente en el top ten internacional de revistas sobre situaciones psicosociales de la infancia y la adolescencia. Entonces ya teníamos experiencia y veíamos que el acoso escolar era una situación que estaba pasando desapercibida. Siempre se tiende a la negación de este tipo de situaciones y a la banalización para no afrontar o enfrentar la situación de cara.
En 2010, el psiquiatra argentino Héctor S. Basile y yo escribimos«El acoso moral entre pares (bullying)». Se trata del capitulo 22 del libro Salud Mental infanto-juvenil: una prioridad de la humanidad, con una visión más actual del asunto.
In’. Más allá de los titulares, ¿estamos ante un grave problema?
Dr. Sí, siempre son un grave problema aquellas situaciones que aparecen y que son muy disruptivas. Además, hoy existe un arma muy poderosa que complementa la situación del acoso, los móviles y las redes que yo llamo ‘insociales’ cuando son utilizada por niños y adolescentes de manera indiscriminada. El ciberacoso representa ya una de cada dos situaciones de acoso en la infancia. Esto es muy peligroso. Además, hay algunos colectivos más vulnerables que tienen más posibilidades de ser acosados.
Hoy existe un arma muy poderosa que complementa la situación del acoso, los móviles y las redes que yo llamo ‘insociales’
Claude Levi Strauss nos enseñó que la identidad de cada sujeto la obtenemos de la diferencia, no de la homogeneidad. Con la homogeneidad lo que conseguimos es ser 1984, seríamos hombre orwellianos, autómatas.
Para tener nuestra propia identidad tenemos que ser diferentes. El problema surge cuando esta diferencia parece la diversidad, diversidad de género, de fuerza, intelectual, de capacidades o de funcionalidades. Ahí es donde el acosador se ensaña.
In’. Hablemos de acoso y salud, ¿estamos ante una enfermedad?
Dr. Esto no es una enfermedad. Entonces, ¿qué es? Los acosadores actúan sobre alguien que tiene una vulnerabilidad personal, tiene que ver con los psicobiológico. A esto se suman diversos factores de riesgo que tienen que ver siempre con los psicosocial.
Ante el acoso hay una respuesta emocional y una respuesta del conjunto del cuerpo. ¿Cómo es esa respuesta? Es lo que llamamos el síndrome de estrés postraumático (en medicina aquel conjunto de síntomas y signos comunes con etiologías diferentes). Lo que acontece en los adultos está muy escrito en los manuales, pero ¿qué pasa en los niños y adolescentes?. Según la profesora americana Eleanor Ter, existen tres tipos de estrés postraumático en los niños:
El tipo 1 es cuando el trauma es de tipo agudo. Por ejemplo, una inundación, un terremoto, un atraco… Una situación puntual de tipo agudo en la que uno se ve absolutamente comprometido en su integridad.
El tipo 2 es el crónico. Es una situación que se repite sistemáticamente, que puede ser de muy baja intensidad pero muy constante. Por ejemplo, casos de violencia familiar en los que el niño es espectador. Se trata de un caso de victimología infantil sin ser directamente afectado por la situación de violencia, que se produce entre, por y para las figuras parentales.
El tipo 3 o mixto fue catalogado por Eleanor Ter varios años después de los dos primeros tipos. Es el crónico, baja intensidad continua con fases periódicas de reagudización, de representación de nuevo de la situación traumática. Este es el acoso del que hablamos. Tiene mucho peligro, porque va minando la resistencia. Lógicamente, al miedo, a la situación de prevención de que de manera continua me están acosando, se une el recuerdo periódico de que ese acoso real está presente y que el otro, el acosador, tiene el control.
Los efectos son devastadores para el funcionamiento mental. La mente no puede pensar en otra cosa, tiene continuamente la situación del recuerdo del acoso. Se produce, además, una situación de ansiedad continua en una situación de hipervigilancia. O bien, la víctima se encierra en sí misma y no se atreve ni a salir de casa no vaya a ser que ‘me vea el acosador y entonces cumpla su cruel y fatal amenaza’.
In’. …y empiezan los síntomas
Dr. Sí, empiezan a aparecer alteraciones del sueño, de la alimentación (frecuentes. ‘Tengo un nudo en el estómago’, se dice). Empiezan a aparecer dolores, dolor de cabeza, dolor de tripa. Incluso aparecen mareos y vómitos. Aparece una ‘clínica’ somatizada, una ‘clínica’ psicosomática de una gran valor.
En las ‘clínicas’ psicosomáticas en la infancia, cuando tienen más de seis meses de evolución, tenemos que pensar en situaciones de maltrato emocional, sea en la familia o en el colegio. El acoso de los compañeros, a la postre, es otro tipo de maltrato emocional.
In’. Doctor, ¿cómo funciona la mente ante el acoso?
Dr. El psiquiatra y Premio Nobel de Medicina Eric Kandel nos explicó lo que sucede. En las situaciones de estrés agudo la acción de los corticoides hace que se alteren algunas conexiones dentríticas con las neuronas, y algunas empiezan a funcionar hacia abajo. Si el estrés es agudo, la situación es recuperable. ¿Y que pasa con el estrés crónico?
Si se produce de forma continua una elevación de corticoides, en vez de ser defensas se convierten también en ataques. Y se destruyen conexiones dentríticas elementos neuronales. Ahí es donde se junta lo biológico y lo psicosocial y se produce una permanencia constante de la lesión que se puede originar de esa vivencia. Los síntomas se cronifican.
Lo que queda es una sensación de devastación y de soledad tremenda en la persona que se encuentra acosada
Mire, al acoso escolar también se le ha llamado el silencio epidémico. Si hay algo que epidemiológicamente representativo es el silencio que hay entorno a la situación de acoso. Callan los que lo provocan, los compañeros que lo ven, la institución escolar, todo el mundo calla.
Lo que queda es una sensación de devastación y de soledad tremenda en la persona que se encuentra acosada. Esto es lo que hay. Esto es lo que yo he visto desde antes del año 2000 que trabajo con este asunto.
In’. ¿Es consciente la sociedad de la gravedad del problema del acoso?
Dr. No, no lo es, ni es consciente ni es solidaria. Una de las cuestiones más importantes ante el acoso es que hay que ser solidario y empático. Si no nos ponemos en la cabeza de la persona acosada jamás podremos entender lo que está pasando. Y así se interpretan casos de acoso escolar como rechuflas de niños que no quieren ir al colegio por que están fracasando. Y es que ese fracaso viene de la situación de acoso que les impide estudiar. Es tremendo.
In’. ¿Y que sucede con el acosador?
Dr. El acosador es un listo que presenta una serie de características como buena relación humana, va de sincero por la vida, porque él dice lo que piensa, porque él actúa así y dice las cosas porque hay que decirlas, y si aquel es un memo pues es un memo y si el otro es un mequetrefe pues es un mequetrefe. Ahí ya vemos un estilo cognitivo de la autosuficiencia, de la hipercrítica hacia los demás, de la proyección a lo mejor sus propias insuficiencias.
Decía Carl Jung que, cuando vemos cosas en los otros tienen que ver con las que no queremos identificar en nosotros. A lo mejor el acosador se muestra fuerte porque internamente es una persona que no tiene grandes fortalezas. Y tiene muchas dependencias emocionales. El acosador es una persona que tiende a una corta elaboración mental, actúa.. Y cuando actúa se encuentra pleno. Esa situación narcisista, prepotente, de agresión por agresión, es tremendamente dolorosa para el propio acosador, y lo pasa mal, y lo convierte en lo contrario. Soy autosuficiente, me como el mundo y soy el que más puedo frente a todos. Esta situación hace de equívoco. Además, como es autosuficiente, no va a aceptar fácilmente la ley del otro, la norma.
Lógicamente, en estas circunstancias, el que sigue perdiendo es el acosado. Pero a medio y largo plazo el acosador tampoco lo pasa bien, y tiene un nivel de sufrimiento. Y a lo mejor no es que repita curso, es que no consigue aprobar, por más que sea el mejor deportista del cole, pero no puede aprobar las matemáticas porque su funcionamiento cognitivo es muy concreto.. Tiene dificultad en la abstracción, en la elaboración y sobre todo en la empatía. Y al final se va quedando solo, porque todos los demás van progresando y él se queda atrás.
In’. Las familias y los colegios siguen negando el acoso
Dr. Las familias de los acosadores suelen negar la mayor. ‘Mi hijo es incapaz de hacer eso’, dicen. Este es otro problema. Y el colegio, como institución, no puede aceptar que esto ocurra en su seno porque ellos están educando. Negar, negar, negar. Y de esta forma no ayudan al acosador, que repite, repite, repite (la repetición es un síntoma) y el acosado ya no puede más y se ve totalmente desbordado.
In’. ¿Cómo se debe abordar el acoso?
Dr. Cuando más tarde se llega al problema, más difícil es actuar. Por eso hemos hablado del estrés crónico y del efecto psicoorgánico que origina. A nosotros nos llegan los casos con dos años de evolución, o tres, o bien nos llegan por otros síntomas, como el trastorno en la alimentación o de conducta y entonces descubres acoso.
No quiere ir al colegio, fobia escolar; no come, anorexia; vomita, bulimia. Esto es una barbaridad. Debemos sentarnos a escuchar al niño y conocer su dinámica interna. Y debemos volver a escucharle y reelaborar con él las cosas. El niño es incapaz de decir al principio lo que le sucede, porque le da vergüenza, porque tiene miedo, y se lo calla. Hay que ganarse su confianza y para eso hay que estar ahí, escuchar al niño, ofertarle y darle un espacio. Lo que no puede ser es decir, ‘no te pasa nada’ de entrada.
Ahora está de moda la mediación, también con los niños, pero esto también es insuficiente. La mediación sólo sirve en fase light del acoso o de dificultades entre los niños
El siguiente paso es ir al colegio y decírselo al Jefe de Estudios. Los padres deben contar en el colegio lo que está ocurriendo. El colegio va a negarlo por normal. Pero hay que insistir, con elegancia, con educación, pero con firmeza. Porque si no, el tercer paso es el que suele adoptar la mayoría, sacar al niño del colegio y llevarle a otro. Con esto sólo culpabilizamos a la víctima, como suele ocurrir en la situaciones de violencia.
Ahora está de moda la mediación, también con los niños, pero esto también es insuficiente. La mediación sólo sirve en fase light del acoso o de dificultades entre los niños. Cuando hay una situación de acoso hay un culpable, el acosador. Posiblemente la solución no es echarle del colegio, pero sí sacarle del grupo y establecer las oportunas sanciones. Es decir, hay que intervenir sobre la raíz del problema, y ahí es donde todos los niños se van a dar cuenta de la situación, cuando veas las barbas del vecino cortar…
Además, hay una acción preventiva fundamental, enseñar en valores: el valor de la amistad, de la comprensión, de la diferencia, de la diversidad. Hay que enseñar el respeto al otro. Hay que enseñar que la diversidad nos enriquece a todos. Hay que educar en la empatía, en entender lo que el otro puede sentir, en ponernos en el lugar del otro. Enseñar el valor del debate, de la discusión, de la diversidad de pareceres y opiniones.
El valor del respeto se está perdiendo. Si yo quiero que me respeten tengo que respetar al otro, y respetarle tal y como es, sujeto humano tan digno como yo. No importa la raza, la religión, no importa el sexo, no importa el género, no importa la orientación, no importa la identidad… Lo importante es que el otro es un ser humano que tiene los mismo derechos que tengo yo.
In’. ¿Doctor, y puede el acosado convertirse en acosador?
La persona que ha pasado por al experiencia devastadora del acoso puede convertirse en un acosador en el trabajo, el que haga mobbing, o puede ser objeto de una revictimización en el trabajo, y ser objeto de mobbing. Tal es la devastación que acontece en el mundo mental y en el mundo relacional, que longitudinalmente el acoso puede situarnos en una posición muy desafortunada.
In’. Para concluir, doctor, explíquenos su punto de vista sobre el ciberacoso
Existe una clara inadecuación de la potencia de los instrumentos tecnológicos con la edad de uso. Estamos hablando de móviles, tabletas muy potentes, con enormes posibilidades, que son manejadas por niños de 10 y 11 años. Esto es una locura, una auténtica locura. No vale decir, ‘lo tienen todos’, ahí está la responsabilidad de los padres. ¿Quién lo compra? ¿Quién paga la mensualidad? El padre, la madre, los papás. El control de este asunto es una clara responsabilidad de los padres, porque están dando a los niños una auténtica bomba retardada.
Ya podemos hablar de ciberadicción. Es igual que una drogadicción, es una conducta adictiva. Lo que en 1990 la escuela psicopatológica francesa llamó las adicciones sin sustancia. La facilidad de acceso y la inmediatez hacen el resto. Y a esto hay que sumar el anonimato y con la máscara del anonimato hay una mayor crueldad. El acosado sabe que con cualquier ‘pi’ que suene, viene un mensaje de agresión, de acoso. Esto es el ciberacoso