Jupsin
Yo sufrí ‘daños colaterales’ terribles del acoso laboral
«Espero que este testimonio, con el que muchas personas se sentirán identificadas, sirva para poder tomar las decisiones correctas ante una situación terrible y que causa un inmenso daño no solo a las víctimas, sino a su entorno familiar», me dice ‘Mi amigo Benjamín’. «Tenemos que aprender a decir NO ante el acoso laboral, y tenemos que aprender a decirlo antes de que sea demasiado tarde», añade.
‘Mi amigo Benjamín’ trae a jupsin.com, en esta ocasión, un testimonio real sobre los daños colaterales del acoso laboral. Se trata de un caso tan real como la vida misma.
La protagonista de este testimonio no ha tenido un problema directo de acoso en el trabajo. Nadie la ha hostigado, insultado, vejado, menospreciado y anulado en la oficina. Pero ha sufrido tanto como su pareja, que padeció acoso laboral durante más de 10 años hasta que, al borde del abismo, supo decir ¡basta!.
Si queréis compartir vuestra experiencia y opinar sobre este testimonio lo podéis hacer aquí o a través del correo info@jupsin.com
«Espero que este testimonio, con el que muchas personas se sentirán identificadas, sirva para poder tomar las decisiones correctas ante una situación terrible y que causa un inmenso daño no solo a las víctimas, sino a su entorno familiar», me dice ‘Mi amigo Benjamín’.
«Tenemos que aprender a decir NO ante el acoso laboral, y tenemos que aprender a decirlo antes de que sea demasiado tarde», añade ‘Mi amigo Benjamín’.
Benjamín también pasó por una situación de acoso laboral parecida, pero la superó y hoy es solo un mal recuerdo en su vida. Os dejo con el testimonio. Si queréis compartir vuestra experiencia y opinar sobre este testimonio lo podéis hacer aquí mismo o a través del correo info@jupsin.com.
«El acoso laboral hizo pedazos mi familia»
«Soy una víctima del acoso laboral, y no porque me lo hayan hecho a mí, sino a mi marido. Soy una de las miles de personas a las que el mobbing les cambia la vida de repente, les descoloca. Y no sabes muy bien cómo recomponer los pedazos en los que se ha roto tu familia, tu pareja, tu vida.
No sabes cómo recomponer los pedazos en los que se ha roto tu familia, tu pareja, tu vida
Sabes que algo está sucediendo, pero cuando explota no te lo esperas. Mi marido, o mejor dicho mi exmarido, porque el mobbing acabó con veintiocho años de vida en común, era una persona para el que el trabajo era el principal motor de su vida.
Treinta años de carrera profesional le habían otorgado un importante posicionamiento y reconocimiento dentro de su sector y su profesión. Y cuando te gusta tu profesión, y disfrutas con el trabajo, los malos gestos de tus jefes, las groserías, los insultos y vejaciones continuas y las ‘puñaladas’, las intentas disimular volcándote en tu día a día, y en el trato con los clientes.
El veneno inoculado por el acosador
Pero ese daño se va acumulando, y ahora, echando la vista atrás, he aprendido a detectar los síntomas iniciales que no supimos identificar y que nos habrían permitido salvarnos del desastre.
Ves como tu pareja se va aislando y se va alejando de la vida de la familia, de las tutorías del colegio, de salidas al cine, de fines de semana improvisados
La forma de entrar en casa y de tirar las llaves encima de la mesa ya era un indicativo de que aquel día las cosas no habían salido bien.
Apenas sin cenar y abrir el ordenador para seguir trabajando, llamadas telefónicas con consejeros delegados y presidentes de compañías a las 12 de la noche, fines de semana plenamente dedicados al trabajo… y silencio, mucho silencio.
Así durante años, en los que ves como tu pareja se va aislando y se va alejando de la vida de la familia, de las tutorías del colegio, de salidas al cine, de fines de semana improvisados.
Todo gira en torno al trabajo, en torno al veneno que cada día el acosador te va inoculando en el cuerpo y del que no puedes prescindir.
Sentimiento de culpa y falsos amigos
Sabes que la persona que duerme a tu lado lo está pasando mal pero te sientes inútil porque su propio sentimiento de culpa, provocado por los acosadores, le impide abrirse y contar lo que le está sucediendo.
Y comienzas a ver que se refugia en sus compañeros de trabajo, que sufren el mismo asedio, que le animan a hacer frente y denunciar, pero que a la hora de la verdad te dejan absolutamente solo, porque ¡hay que vivir de algo!
Entendí que, en aquel momento, él estaba enfermo y no era momento de abandonarle a su suerte
Fue una mañana de mayo cuando mi marido me dijo que no podía más, que iba a demandar a su empresa y que además quería la separación.
Baja médica, psiquiatras, psicólogos, médicos de la mutua laboral, y a buscar abogados que pudieran ayudarnos.
Y digo ayudarnos porque, a pesar del problema que supuso contar a nuestros hijos que su padre había decidido marcharse, entendí que, en aquel momento, él estaba enfermo y no era momento de abandonarle a su suerte.
Los daños colaterales del acoso laboral
Tras un año de tratamientos, de búsqueda de una casa y de mudanzas, de convencer a nuestros hijos de que en este problema no había culpables sino víctimas, y una decisión judicial a nuestro favor, el huracán cesó, pero ¿qué fue de los daños que dejó a su paso?
Justo ahora que se cumplen tres años de aquella fatídica mañana de mayo, puedo deciros que se sale del acoso, de hecho se empieza a salir en el momento que te apartas del acosador. Obviamente nada vuelve a ser igual, pero hemos sobrevivido a las circunstancias que nos han tocado vivir y las hemos abordado a nuestra manera.
Lo peor de todo es que esa persona sigue ahí, como si nada, acosando entre sonrisas y veneno
En ningún momento he dejado de querer a mi marido, ya exmarido, porque nunca ha habido motivos para hacerlo.
Curiosamente, ahora hablamos más, él está más pendiente de los chicos y de mí, y todos sabemos que somos y seguiremos siendo una familia, aunque un acosador laboral se empeñara en destruirnos.
No lo ha conseguido con nosotros, pero el acosador sigue ahí, hostigando a otras personas entre sonrisas y veneno.