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Vuelta al cole: trabajo y oportunidad
Suerte es cuando el trabajo y la oportunidad se encuentran, independientemente de las herramientas externas o del coeficiente intelectual con el que uno nace. Las habilidades y capacidades del estudiante ayudan en la consecución de logros y objetivos pero, sin la actitud adecuada, es difícil encarar los obstáculos y superar los retos que todo aprendizaje conlleva.
Vuelta al cole: trabajo y oportunidad – Gisela Rodríguez, directora general del Colegio Castilla (Comunidad de Madrid)
«No es tu aptitud sino tu actitud lo que determina tu altitud»
Libros, cuadernos, mochilas, estuches, uniformes, material deportivo, clases extraescolares… Todo lo que un alumno necesita para afrontar un nuevo curso escolar se prepara minuciosamente cuando la vuelta al cole es inminente.
Son sus herramientas de trabajo, sus ‘talismanes’ para tener un buen comienzo de curso y –si la suerte acompaña– un buen final.
Suerte es cuando el trabajo y la oportunidad se encuentran, independientemente de las herramientas externas o del coeficiente intelectual
Suerte es cuando el trabajo y la oportunidad se encuentran, independientemente de las herramientas externas o del coeficiente intelectual con el que uno nace.
Las habilidades y capacidades del estudiante ayudan en la consecución de logros y objetivos pero, sin la actitud adecuada, es difícil encarar los obstáculos y superar los retos que todo aprendizaje conlleva.
La predisposición, el interés, la proactividad, la implicación, el afán, el esfuerzo y la automotivación interna del alumno son los ingredientes de la receta del éxito y la garantía de progresar cada nuevo curso escolar.
Práctica docente y educación en valores
Es la actitud un valor discreto, humilde, sencillo, invisible a veces. Las aptitudes o conocimientos hacen más ruido, crean más luz, captan más miradas y, sin embargo, son cualidades efímeras en el tiempo si no se aúnan con la fuerza interna del individuo. Las habilidades y capacidades suman, pero la actitud multiplica cada aprendizaje.
Las habilidades y capacidades suman, pero la actitud multiplica cada aprendizaje
El eje básico de toda práctica docente y educación en valores ha de ser, por tanto, este: fomentar de manera individual una actitud activa, participativa, dinámica, colaborativa e inclusiva en cada educando.
De manera paralela y complementaria se irán desarrollando en ellos muchos de los otros valores: orden, autodisciplina, respeto, responsabilidad, igualdad, justicia, tolerancia,…ya que todas nuestras acciones, sentimientos e intereses están consciente o inconscientemente regidos por la interrelación de los mismos.
No es tu APTITUD sino tu ACTITUD lo que determina tu ALTITUD
La comunidad educativa, de instituciones y familias, hemos de trabajar juntos en formarles ‘por y para’ la vida futura, creando en nuestros centros y hogares un marco de referencia y de aprendizaje para que sean personas comprometidas con su entorno.
Nuestra responsabilidad es educar, no sólo enseñar o trasmitir información, impregnando la docencia con la esencia de lo verdaderamente valioso
Esa actitud será –a buen seguro– el motor del cambio y mejora de una sociedad donde la inclusión, la interculturalidad, el cuidado del medio ambiente, el desarrollo sostenible, la educación sexual, moral y cívica y el factor social y humano formen los cimientos de una convivencia solidaria, equitativa y en equilibrio.
Nuestra responsabilidad es educar, no sólo enseñar o trasmitir información, impregnando la docencia con la esencia de lo verdaderamente valioso…
… el sabor y el gusto por aprender y hacer, la voluntad y el esfuerzo por querer superarse y enriquecerse para aunar y duplicar nuestros logros individuales y sociales. Sin ese motor interno no hay avance ni progreso.
“No es tu aptitud sino tu actitud lo que determina tu altitud”