Gente Jupsin
¿Soy menos víctima por decidir vivir?
Sucumbir o seguir adelante. Dos opciones. Ser objeto de una agresión y por ello entrar en una espiral hacia abajo que convierta a quien lo haya padecido en una ruina humana, o vivir una situación adversa y a pesar de ello tratar de seguir adelante, logrando sobrevivir a pesar de todo.
Lecciones de vida… con Laura Quiun
Quizá en otro momento, empezaría esta entrada de una forma distinta. Sin embargo, la realidad me lleva a comenzar haciendo nuevamente alusión a otro tipo de acoso que no es el laboral, sobre el que suelo escribir.
¿Qué requisitos necesitas cumplir para ser reconocido/a como víctima?
Me refiero al caso de actualidad de la joven española de 18 años que en 2016, en las fiestas populares de San Fermín fue presuntamente objeto de una violación grupal por parte de cinco jóvenes, conocidos por ellos mismos y ahora tristemente por todas España como ‘la manada’.
Más allá de los resultados del juicio, quisiera plantear una pregunta clave: ¿qué requisitos necesitas cumplir para ser reconocido/a cómo víctima?
Sucumbir o seguir adelante
Dos opciones. Ser objeto de una agresión y por ello entrar en una espiral hacia abajo que convierta a quien lo haya padecido en una ruina humana, o vivir una situación adversa y a pesar de ello tratar de seguir adelante, logrando sobrevivir a pesar de todo.
Los contextos y tipos de agresión son distintos, pero en ambos casos se trata de vivir una situación no deseada y, tomando en cuenta los hechos a lo que aludo, el que esta vivencia sea puesta en tela de juicio.
Si alguien desde fuera mirase y tratase de aconsejar sin ver todo el trasfondo que hay detrás se preguntaría: ¿Para qué vas a trabajar? ¿Para qué te maltraten?
Quisiera continuar con la reflexión en ámbito del acoso laboral. Su carácter no deseado va colocando a la persona agredida en una situación en la que sus recursos de defensa menguan, tanto por el carácter frecuente y repetido de las acciones, como por el poco apoyo recibido por parte de sus compañero por el miedo a perder los ingresos.
Y todo esto, sin contar, por supuesto, el maltrato tácito al cual se ve sujeta la persona de forma continua, un maltrato que va más allá de lo que pueda imaginar.
Quizá, si alguien desde fuera mirase y tratase de aconsejar sin ver todo el trasfondo que hay detrás se preguntaría: ¿Para qué vas a trabajar? ¿Para qué te maltraten? Lo cual muchas veces se responde, con un ‘voy al trabajo porque lo necesito’, ‘para poder cumplir con mis obligaciones’.
En estas situaciones, el sentido de ir a trabajar queda tergiversado por una sensación de incertidumbre: ¿y ahora, por dónde van a salir?
Esa finalidad, que para algunos conlleva el poder sacar adelante un proyecto común y recibir una remuneración por ello, queda desvirtuado por la alerta constante que mengua los recursos que se tienen para trabajar. Menguan por el dedicar tiempo y energía a hacer la vida imposible a alguien.
Me pregunto, todo esto hasta qué punto contribuye a llevar adelante esa finalidad para la cual he sido contratado/a.
¿Hasta qué punto merece la pena seguir así?
Si los planteamientos que tenemos resultan tan molestos… si a pesar de que sean lógicos para nosotros, no lo son para el resto… si los otros no comparten nuestros mismos valores… ¿hasta qué punto merece la pena seguir así? ¿Qué otras opciones tenemos por delante? ¿La denuncia?
Bien, hablamos del sentido de responsabilidad con respecto a lo que está sucediendo.
¿Eres menos víctima porque ante todas estas situaciones y piedras en el camino, optas por continuar con una vida en apariencia “normal”, dejando que la procesión vaya por dentro?
Y si no eres consciente de lo que pasa, pero de repente viene alguien y te lo dice. Y con esta actitud comparte que otros no están de acuerdo con lo que sucede. Y qué no estás solo. ¿Eres menos víctima por ello?
¿Eres menos víctima porque ante todas estas situaciones y piedras en el camino, optas por continuar con una vida en apariencia “normal”, dejando que la procesión vaya por dentro?
¿Crees que necesariamente todas las personas de tu alrededor tienen el silencio comprado? ¿Crees que únicamente no hacen nada por la conveniencia de no perder su puesto de trabajo? ¿Te has planteado alguna vez, que quizá el resto no perciba que necesitas ayuda y que cuentas con las habilidades suficientes como para salir adelante?
¿Con qué idea entraste cuando empezaste a trabajar? ¿Qué esperabas encontrar? ¿El incluir dentro de tus tareas diarias el saber cómo capear esas acciones no deseadas, formaba parte de ese componente de reto que para algunas personas supone trabajar?
¿Eres menos fuerte porque tus recursos menguan por la frecuencia y la imaginación de quienes realizan esas acciones poco deseadas?
¿Crees que en un entorno así podrán reconocer aquello qué haces? Y si lo hacen, ¿es el único lugar dónde puedes ser reconocido?
Si dices que algo no va bien y lo denuncias, ¿es esto deslealtad? Y si no lo haces, porque prevés las consecuencias, ¿es motivo de culpa y remordimiento?
¿Culpa, remordimiento, deslealtad…?
Eres un profesional válido, si no no habrías llegado donde estás. Con independencia que seas un directivo, trabajes como administrativo o personal de limpieza, hay un fin último en cada función que contribuye a un bien mayor.
Si dices que algo no va bien y lo denuncias, ¿es esto deslealtad? Y si no lo haces, porque prevés las consecuencias, ¿es motivo de culpa y remordimiento?
Si el realizar un trabajo supone una puesta en peligro de tu integridad personal, ¿hasta qué punto conviene seguir adelante?
Cuando te sinceras con los amigos y cuentas lo qué pasa, más allá de decir que el panorama es oscuro en el trabajo, qué la situación es imposible de sobrellevar, por qué no exploras posibles alternativas a tener en cuenta, como puede ser pedir apoyo en la búsqueda de un nuevo lugar donde aterrizar.
Con todas preguntas, mi objetivo es abrir campo a una reflexión que te acerque a esa necesidad que cada día a día se ve descubierta. Si realmente necesitas eso, ¿qué petición te harías a ti mismo? , ¿qué compromiso adquirirías.
Una salida única para la víctima
Entiendo que cada caso de acoso es único, que cada situación implica un sinnúmero de circunstancias que terminan minando. En algunos casos, las acciones tienen repercusiones que van más allá de nuestras propia capacidad de respuesta.
Entiendo que cada caso de acoso es único, que cada situación implica un sinnúmero de circunstancias que terminan minando
Lo cierto es que cuando llegamos a trabajar y entramos a formar parte de un equipo hay un compromiso, un contrato de trabajo, que implica sacar adelante un proyecto común.
Si un entorno de trabajo disfuncional, un estilo de liderazgo inadecuado, una baja moral con lo cual no estás de acuerdo, son aspectos que componen esta realidad, quisiera preguntarte, ¿hasta qué punto las personas que componen este entorno están dispuestas a este cambio. ¿Depende de ti ese cambio? ¿Cuál es tu necesidad real? ¿Y cómo la vas a ver atendida?
Detrás de todas estas paradojas, puede que haya una salida única para ti. Una salida que esté más cercana a tus propios objetivos, tus valores y aquello que sólo tú puedes alcanzar. Te propongo reflexionar sobre ello e imaginar que mañana te levantas y todo esto está resuelto, que puedas sentirlo y experimentarlo, ver los pasos que diste para llegar a este nuevo lugar y la forma como conseguiste calmar tus necesidades más internas.