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Una marioneta absurda en manos del destino

Por Mercè Roura
El relato de ‘una de esas noches’ que que no te dejará indiferente

Una marioneta absurda en manos del destino, un relato de Mercè Roura especial para jupsin.com


Una de esas noches en las que la vida se pone cruda y feroz. La cabeza te empieza a dar vueltas y el pecho la sigue disciplinado y servil.

Todo se desmorona y da vueltas. Todo parece ir desbocado a un final terrible, funesto. Esa vocecilla que siempre te taladra las sienes te dice cosas espeluznantes.

Miras el reloj de la cocina y desesperas porque no amanece, todavía falta…

Te levantas entre la oscuridad más rotunda y bebes agua. Esperas que el vaso de agua te lleve de vuelta a un momento racional. Miras el reloj de la cocina y desesperas porque no amanece, todavía falta…

Suspiras por la mañana como si la mañana trajera consigo la calma, el sosiego, el recuerdo de otros pensamientos menos tristes y más sosegados.

En un intento por hacer racional lo irracional, pasas revista a tus miedos, a esos pensamientos decadentes que se repiten en tus cabeza una y otra vez.

Una marioneta absurda en manos del destino

Buscas argumentos para rebatirlos, para desmentirlos, para recordar quién eres realmente, cuando a estas horas te sientes un pelele, una marioneta absurda en manos de un destino escrito y decidido y sobre todo terrible. 

Buscas la forma de engañar a tu mente para que no se crea esas historias de miedo que te cuenta, para que calle un rato y puedas dejar de sentir tambores en el pecho, para encontrar un poco de esperanza entre tanta desesperación… Una luz en esta oscuridad perfecta, rotunda y absoluta.

… te sientes un pelele, una marioneta absurda en manos de un destino escrito y decidido y sobre todo terrible

Tres de la madrugada. No ves nada de nada. Sólo las manecillas del reloj que caminan lentas, inusualmente lentas e imperfectas, y los ojos brillantes de tu gato que te contempla desde una esquina y luego se acerca para rozarte las pantorrillas.

¡Qué sabios los gatos! Piensas… Siempre en su lugar, inalterables, tranquilos, siempre alerta pero sin mutar su gesto de paz, en calma pero preparados para saltar a por comida o defender su territorio…

Siempre dignos y perfectos, sin perder la compostura ni abandonar el presente pensando en lo que salió mal en el pasado ni lo que saldrá mal en el futuro.

¡Qué sabios los gatos! Piensas… Siempre en su lugar, inalterables, tranquilos, siempre alerta pero sin mutar su gesto de paz…

Empacho de futuro y saturación de pasado

¿Será eso? ¿Será que vives empachado de futuro y saturado de pasado? ¿Qué el miedo a lo que vendrá te invade cada momento sin dejarte sentir ni respirar?

Hace tanto que no estás por estar, por sentir, por ser… A ver qué pasa. Hace tanto que no haces nada por hacer, sin esperar un resultado que nunca llega o si llega no es como deseas que sea o como habías imaginado o casi necesitado….

¿Será que vives empachado de futuro y saturado de pasado?

Hace tanto que no te echas una risas porque sí. Sin que sea para satisfacer a otro o porque uno de tus clientes está distendido y tienes ganas de guasa… Hace tanto que no listas tus prioridades y piensas en qué necesitas realmente. Hace tanto que hace tanto y ni siquiera te das cuenta ni cambias nada…

Te preocupas por dar el máximo en todo, por llegar primero, por ser mejor, por conseguir más pero nunca te planteas si te das suficiente, si te tratas bien, si te procuras lo necesario para llegar…

Tomas vitaminas para levantarte con más ganas y rendir el doble pero no te cuidas en realidad. No te escuchas.

Corres sin correr, comes sin comer, respiras sin notar que respiras, sin notar que el aire te llega al pecho. No te cuentas cosas bonitas. Siempre piensas demasiado y siempre para mal.

Lo hermoso de tu vida

Y no se trata de edulcorar tu vida pero sí de encontrar lo hermoso que hay en ella y detenerse a mirarlo y dar gracias.

Hace tanto que no te tomas un rato para comprender qué pasa y a dónde vas

No se trata de decirte cuatro frases hechas de esas que parecen reírse de tus tragedias y tragar, sino de no alimentar al miedo y saber que está ahí, que te acompaña pero que no eres tú y aceptar las cosas tal y como son. Cambiar lo que puedes cambiar y sobrellevar lo que no, mientras buscas otra forma de vivirlo…

Hace tanto que no te tomas un rato para comprender qué pasa y a dónde vas.

Has hecho mil listas de objetivos a corto, medio y largo plazo y en ninguna se habla de amor, de calma, de disfrutar, de descansar, de vivir.

Todas son una carrera para demostrar, para parecer, para conquistar, para ganarle la batalla a un mundo que parece siempre hostil para ti y que no te permite tregua…

¿Cuando llega el momento de respirar?

¿Hasta cuándo? ¿Cuándo llega el momento de respirar tras tus logros? ¿Cuándo se integra lo que se aprende? ¿Cuándo se para para repostar y recalcular el rumbo por si algo ha cambiado y ya no te interesa o lo de antes o has cambiado tu en el camino?

Cinco de la madrugada. Suma y sigue. Los pensamientos cabalgan en tu mente sin esperar tu permiso ni pedir la vez. Tu gato ronronea mientras tu notas como las lágrimas caen por tus mejillas y un consuelo balsámico te calma…

Tu gato ronronea mientras tu notas como las lágrimas caen por tus mejillas y un consuelo balsámico te calma…

El llanto acumulado sale de forma lenta y sin hacer ruido mientras empiezas a ver cada vez más en la oscuridad de esta noche que parecía absoluta, no sabes si es porque cada vez se acerca más la mañana o tu te has acostumbrado tanto a esta noche que tus ojos ya ven luz donde antes solo veían sombras.

Hace tanto que no te detienes a mirar por mirar, sin esperar encontrar nada ni ver nada concreto. Sin haber valorado ni tasado antes en coste beneficio… Sin calcular el rato invertido en mirar y prestar atención en algo que no produce ni genera más que emociones.

Hace tanto que solamente sientes que te vacías ni no te llenas de nada.

El manto oscuro que nublaba tu mente de disipa y te calmas… Respiras hondo. Ha sido una de esas noches.

Una de esas noches

Después del llanto llega la calma. El día nace poco a poco pero ya no lo necesitas tanto, ya no dependes de que llegue la mañana para soportar la noche… El sueño te vence y te acuestas para apurar poco más de una hora en la cama.

Todo está igual pero ya no es lo mismo porque tú no eres el mismo. El manto oscuro que nublaba tu mente de disipa y te calmas… Respiras hondo. Ha sido una de esas noches.

Hacía tanto que no llorabas que el peso que has soltado ha dejado en ti un espacio que ahora te deja respirar…

Hacía tanto que no llorabas que el peso que has soltado ha dejado en ti un espacio que ahora te deja respirar…

Cierras los ojos y te prometes llorar cuando te haga falta, cuando no puedas más, cuando tengas miedo y no sepas qué hacer, cuando el llanto acumulado te oprima tanto el pecho que tengas la sensación de que te vas a romper, cuando tengas una de esas noches absolutamente oscuras y quieras ver un poco de luz y esperanza.

La verdadera valentía – Por Mercè Roura

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