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La maldición de brillar: el acoso moral

Intentaré analizar algunas claves que nos ayuden a discernir si estamos o no realmente ante una situación de acoso moral y, en el caso de estarlo, a lograr entender por qué se produce, cómo se instrumentaliza, y a reflexionar sobre lo complejo que puede llegar a ser para la víctima probar su existencia.

Soy consciente de que el tema del acoso moral es muy complicado de abordar, y creo que gran parte de la culpa de esa complejidad la tiene el hecho de que partamos de mucha idea preconcebida errónea en el tema.

Y es que la información que se difunde en los medios sobre esta materia no siempre es todo lo rigurosa que debiera serlo, lo que contribuye de este modo a extender una cierta frivolización o ligereza en la utilización del término acoso laboral.

Si le preguntas a cualquiera, te dirá que sabe perfectamente lo que significa el término y también lo que supone ser víctima del mismo, cuando en verdad, esto no es así.

Me atrevería a decir que muchas veces llamamos acoso moral a lo que en realidad no lo es y que lo confundimos con las tensiones y confrontaciones propias del entorno laboral. Estas tensiones podrán ser importantes y constitutivas de un problema de convivencia laboral, pero no por ello necesariamente tienen que alcanzar la magnitud y gravedad extrema que entraña la figura del acoso moral.

Mi pretensión es hacer una reflexión divulgativa sobre el fenómeno del acoso exclusivamente desde su perspectiva psicosocial 

Siendo realistas, hay que reconocer además que en los últimos años el recurrir a hacer acusaciones oportunistas de estar sufriendo acoso moral es algo que casi podríamos decir que ‘está en el manual’ de cara a evitar, obstaculizar o retrasar un posible despido.

Esta práctica hace que, por desgracia, las denuncias sobre este fenómeno algunas veces se perciban de una manera desvirtuada y que corramos el peligro de que los procedimientos internos que en el ámbito de la empresa se dotan para tratar este tipo de situaciones terminen a la larga perdiendo su eficacia.

No pretendo en este artículo hacer un estudio jurisprudencial sobre el acoso moral.  Mi pretensión es hacer una reflexión divulgativa sobre el fenómeno del acoso exclusivamente desde su perspectiva psicosocial

Intentaré por tanto analizar algunas claves que nos ayuden a discernir si estamos o no realmente ante una situación de acoso moral y, en el caso de estarlo, a lograr entender por qué se produce, cómo se instrumentaliza, y a reflexionar sobre lo complejo que puede llegar a ser para la víctima probar su existencia.

Los Orígenes

“La envidia es una declaración de inferioridad” Napoleón Bonaparte

Deberíamos aproximarnos al tema teniendo claro que las raíces del acoso moral están en la envidia, ¡así de simple, y a la vez… así de complejo!.

Personalmente, nunca he conseguido entender los fundamentos en los que se basa la envidia, y en especial la envidia profesional. La persona blanco de la envidia no ha llegado a su posición por poseer un don divino, sino a base de trabajo y de poner sus capacidades a funcionar.

Si admitimos esta premisa, la envidia, entonces, se reduce a un sentimiento de negatividad hacia quien ha alcanzado una posición deseable tras haber empleado una dosis de esfuerzo que el envidioso, a su vez, no está dispuesto a invertir. En el fondo, no deja de ser una manifestación de comodidad y de frustración bastante pueril.

Las personas acosadas suelen ser personas brillantes en su profesión, luchadoras y trabajadoras que, por ello, suscitan la envidia de sus compañeros y, en ocasiones, incluso la de sus superiores. El sujeto acosado es percibido como una amenaza por sus compañeros. Resulta para ellos frustrante el tener que medirse con alguien que les supera profesionalmente de manera abrumadora.

Por otra parte, para sus superiores, tampoco el del acosado suele ser un perfil cómodo, ya que se teme que el aprendiz supere al maestro y le desplace de la estructura de poder en la que éste se encuentra instalado.

Si tenemos más o menos claro este punto de partida, lo que viene después es la consecuencia lógica del comportamiento humano ante la percepción del peligro… ¡defenderse atacando!.

La Estrategia 

“El hombre es un lobo para el hombre” Thomas Hobbes

¡Es un hecho!. Queremos ser siempre los protagonistas de la película. Y si no conseguimos prevalecer por la vía del mérito profesional tendremos que recurrir a otras estrategias para eliminar de nuestro entorno a quien nos pueda eclipsar.

Cuando el inseguro/amenazado no sepa cómo canalizar el malestar y la zozobra que le provoca la superioridad del compañero o subordinado, empezará a surgir en su  interior la malasangre, la rabia, la enquina… a partir de ese momento, el acosador valora, planifica, y premedita qué estrategia emplear para neutralizar el peligro que personifica para él el acosado.

El acoso tiene una naturaleza finalista: hacer desaparecer al acosado, anularle, provocar su desgaste y su sufrimiento moral hasta llevarle a la extenuación y desencadenar que, tras este padecimiento, por “voluntad propia” abandone la Organización.

El acosador busca deliberadamente causar daño psicológico y moral y dañar la autoestima de su víctima mostrando desprecio hacia ella y atacando públicamente a su honor e imagen.

Las técnicas para lograr tal fin son múltiples, ahora repasaremos algunas, pero más que centrarnos en la concurrencia de determinadas situaciones y concebirlas como una especie de check list, debemos ir un paso más allá y comprender que más que en las propias conductas las notas características del acoso se encuentran en estos tres elementos:

  • La intencionalidad de desgastar a la víctima
  • La persistencia continuada en el tiempo de las conductas 
  • La finalidad última de hacer desaparecer al acosado del entorno laboral.

Estamos hablando de “la gota malaya”, nos movemos en el mundo de la mayor sutileza. Hablamos de conductas aparentemente inocentes, como estas que a modo de ejemplo reproduzco y que incluso pueden presentarse con relativa facilidad de manera puntual en una relación entre compañeros o entre jefe y subordinado:

  • Que alguien olvide ponerte en copia en los mails con contenido importante y necesario para el desempeño de tus funciones
  • Que los temas de tu ámbito de responsabilidad  pasen sistemáticamente al final de la lista de cosas a tratar
  • Que alguien te salte y asuma por ti las tareas que tienes asignadas
  • Que te encomienden mayoritariamente tareas absurdas o sin sentido
  • Que te veas obligado, ante la falta de medios, a hacer tareas que por tu clasificación profesional en el organigrama no te correspondería desarrollar
  • Que dejen de convocarte a las reuniones… o ¡peor aún!, que te convoquen con cinco minutos de antelación a las misma porque “olvidaron avisarte antes”.
  • Que nunca se te reconozca un logro y se magnifiquen sistemáticamente tus errores.
  • Que siempre se sostenga la postura contraria a la que tu defiendes sin ni siquiera permitirte expresar con libertad tus puntos de vista … etc.

Pero además, podrán presentarse también otras técnicas colaterales erosionadoras tremendamente eficaces cuando se ponen al servicio de estos fines:

  • Así, si tenemos presente que el objetivo es el desgaste emocional de la víctima,  es innegable que no hay nada mejor que recurrir a la crítica difamatoria  y al descrédito por la espalda, así como a crear camarillas para hacer frente común contra el acosado, ¡la unión hace la fuerza! ¿no?.
  • El aislamiento del acosado es igualmente uno de los objetivos fundamentales que todo acosador persigue para lograr el desmoronamiento emocional  de su víctima.
  • Muchas veces también la provocación es parte fundamental de la estrategia. Si ésta rebasa ya los límites de tolerancia del acosado y éste se revelase el acosador sabrá darle la vuelta a esta situación para presentarse él mismo como víctima y desequilibrar aún más si cabe a quien está padeciendo esta estrategia de tortura. No olvidemos tampoco que el fenómeno del acoso aparte de alimentarse de la inseguridad tiene un gran componente de cobardía.

Existen casos en los que el acosador es más rudo en sus métodos, se recurre a elementos más tangibles y menos sutiles: retirar medios de trabajo, aislar físicamente el puesto de la víctima, la ofensa verbal manifiesta, el insulto, la humillación pública…

Por muy extraño que parezca, me atrevería a afirmar que este segundo escenario casi puede llegar a ser el más favorable para la víctima pero, por favor, que nadie interprete mal mis palabras. Mi afirmación se sustenta en que estas situaciones, dado su elemento de tangibilidad  permite a quién las sufre probar de una manera mucho más sencilla lo que está ocurriendo. Suelen ser además actuaciones más radicales y menos sostenidas en el tiempo, así que aunque la intensidad del sufrimiento sea mayor es muy probable que su duración se acorte, lo cual a la larga para la víctima puede llegar a ser ventajoso.

Los Efectos 

“Dad la palabra al dolor: el dolor que no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe” William Shakespeare

Llegará un momento en el que la víctima ya no sabrá cómo acertar, no sabrá si expresar o no sus opiniones, si intentar mantener una cordialidad pese a todo, o si sacar los dientes para que los ataques silenciosos y sibilinos cesen.

Las risas a su espalda se suceden, la ironía en el trato y la falsa amabilidad forzada resultan ya insultantes … la víctima no consigue entender qué es lo que ha hecho mal para generar a su alrededor esta hostilidad que debe ser transparente para todo el mundo, ya que nadie hace nada por que cese.

Lo más terrible de todo es que al final llega un momento del bucle en el cual el acosado se convierte en su propio verdugo por la vía de atribuirse a si mismo, a su carácter, a su conducta, el ser el causante de todo este orquestado mecanismo en su contra y destrozándose de este modo aún más su ya maltrecha autoestima.

Por otra parte, el entorno familiar, de manera absolutamente inocente, puede también estar contribuyendo a empeorar la situación a base de intentar restarle importancia a lo que está ocurriendo en lugar de tomar conciencia de que el ambiente laboral de su familiar está perjudicándole seriamente a su salud.

 El Remedio 

“No vayas contra lo que es justo para conseguir el elogio de los demás” Lao Tse

Si alguna vez escuchas a una víctima de acoso moral relatar su experiencia, nunca podrás olvidar su angustia, su modo de expresar su sufrimiento y su pánico al relatar lo que para esta persona es el desempeño diario de su trabajo,  recuerda mucho a los testimonios de mujeres maltratadas que algunas veces escuchamos en los medios de comunicación.

El acoso moral es una lacra, por desgracia hoy presente en la cotidianeidad de muchos entornos laborales y cuyo germen también se extiende preocupantemente por los centros escolares. Es una verdad silenciosa, a la vez que también es una fuente injusta e injustificable de sufrimiento para muchos trabajadores, cuyo único pecado consiste en ser excepcionales, y cuyo dolor irradia colateralmente a sus entornos familiares.

Todos debemos contribuir a su erradicación e implicarnos en ello activamente, evitando llamar acoso moral a lo que no lo es y abandonando la comodidad de las medias tintas cuando estemos realmente ante un caso que lo sea.  No miremos hacia otro lado y orientémonos hacia la gestión preventiva de este problema, para ello, procuremos estar alerta ante la aparición de sus señales en el entorno escolar de nuestros hijos, ya que educándoles a ellos en valores estaremos actuando también sobre el ADN emocional de los trabajadores del mañana.

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