En sus Manos
¿Sufre mi hijo acoso escolar?
Desafortunadamente, las escuelas por más vigiladas que parezcan, tienen esa ‘veterana’ actitud de encubrir todo lo que recorra sus pasillos: desde el baño (espacio íntimo de evacuación) hasta los genuinos patios que representan los momentos de relajación para cualquiera.
La niñez es una etapa del desarrollo humano que se caracteriza por cambios bio-psico-sociales que afectan especialmente las emociones de forma positiva o negativa a las niñas y niños.
La niñez también se acompaña de enfados, insultos y peleas, que en la mayoría de los casos son hechos puntuales. Pero no podemos dejar que dichas conductas pasen inadvertidas, y aunque sean circunstanciales necesitan ser corregidas, a diferencia del bullying, que es una conducta negativa constante del acosador o acosadores contra la víctima.
Detección del acoso escolar
El acoso escolar o bullying “Es un tipo de conducta dirigida a hacer daño, es repetida en el tiempo y se produce en el seno de una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio de poder” (Olweus,1999).
Dicha conducta puede ser verbal, física o sexual y puede presentarse sin motivos justificados en el escenario escolar, que como hemos dicho con anterioridad, es el primer espacio de interacción formal donde las personas proyectan sus habilidades sociales al momento de relacionarse con sus pares.
Desafortunadamente, las escuelas tienen esa ‘veterana’ actitud de encubrir todo lo que recorra sus pasillos
Desafortunadamente, las escuelas por más vigiladas que parezcan, tienen esa ‘veterana’ actitud de encubrir todo lo que recorra sus pasillos: desde el baño (espacio íntimo de evacuación) hasta los genuinos patios que representan los momentos de relajación para cualquiera.
Por más que quisiéramos tenerlo todo bajo control, muchas veces no logramos detectar cuando un niño está siendo hostigado por otro(s), y permanece en riesgo aún cuando pasa la tercera parte del día en lugar aparentemente seguro.
Señales de alerta:
- Pretextos para evitar ir a la escuela
- Dolores de cabeza, estómago u otra enfermedad (injustificadas)
- Cambios en el comportamiento (irritabilidad, abulia, distracción, aislamiento, etc.)
- Trastornos del sueño (insomnio o somnolencia)
- Trastornos alimenticios (pérdida del apetito o comer de forma compulsiva)
- Bajada notoria en el rendimiento académico
- Rasguños, golpes, o ropa desajustada o rota.
- Pérdida constante de dinero u objetos
- Algún objeto maltratado o quebrado
Es importante que los niños y niñas cuenten con las habilidades sociales para relacionarse, así como con recursos para defenderse de forma asertiva
¿Cómo actuar?
Acercarse a los hijos siempre brinda seguridad y confianza. No se debe culpar a nadie (ni a la víctima ni a sus padres) y se debe comunicar a la escuela. Aunque sean situaciones en apariencia manejables, no deben quedar impunes y para ello se debe coordinar una red de apoyo entre directivos y maestros.
Hay que tener en cuenta que las situaciones de acoso se presentan en la ausencia de los maestros y otro personal durante la jornada escolar.
Es importante que los niños y niñas cuenten con las habilidades sociales para relacionarse, así como con los recursos que les ayuden a defenderse de forma asertiva. Es fundamental que aprendan a comunicar lo que sienten. No deben responder a las agresiones y aprender a ignorar, pero a su vez deben saber que no están solos y que pueden solicitar ayuda siempre que lo necesiten.