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GENDERBULLYING, acoso y género

Los avances en la lucha frente a la violencia contra las mujeres deben impulsar la erradicación de otro grave problema, que limita y vulnera los derechos de la infancia y de la juventud, el acoso escolar. Ante esta situación no debemos adoptar una reacción contemplativa o valorativa sino de rechazo, condena y activismo.

Acoso y género, GENDERBULLYING María García, directora de Programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad y  Colaboradora asociada en Payperthink


“No le dolieron en la cara, sino al lado del alma, en ese rincón que no se le puede enseñar a nadie”  – Dulce Chacón


Los avances en la lucha frente a la violencia contra las mujeres deben impulsar la erradicación de otro grave problema, que limita y vulnera los derechos de la infancia y de la juventud, el acoso escolar.

No debemos adoptar una reacción contemplativa sino de rechazo, condena y activismo

Ante esta situación no debemos adoptar una reacción contemplativa o valorativa sino de rechazo, condena y activismo.

Nos encontramos ante una forma de violencia específica, que sufren niñas y niños, de forma periódica y continuada.

Estamos ante una situación de desigualdad de la persona acosada respecto a la acosadora, con la permisividad y tolerancia del entorno y aplicando diferentes formas de violencia.

María García es directora de Programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad



La relación entre el género y el acosoescolar, genderbullying

Y es que, en la propia definición del acoso, encontramos la relación con la violencia contra las mujeres.

Tienen en común la relación de poder, la instrumentalidad de la violencia para ejercer el control, la vulnerabilidad de la víctima y la complicidad del silencio que las rodea.

El acoso no tiene género, pero sí hay una relación directa entre el género y el acoso escolar

El acoso no tiene género, pero sí hay una relación directa entre el género y el acoso escolar.

Una diversidad a la que hay que dar respuesta rompiendo con la tendencia que ha reproducido en cada generación el modelo de dominio-sumisión.

No podemos abordar el acoso partiendo de una igualdad entre sexos que aún no existe, porque en este país no hay una sola generación educada en igualdad.

Las hay nacidas en democracia, con los mismos derechos, pero ni lo están en igualdad, ni en un ejercicio pleno de la ciudadanía. Esta situación es una asignatura pendiente para todos los gobiernos.



Perspectiva de género en el acoso escolar

El acoso escolar es destructivo para ambos sexos, pero lo sufren y ejercen de diferente modo siendo el género lo que determina el sesgo. Por eso, el acoso escolar debe abordarse desde la perspectiva de género y no obviarla en el análisis del problema ni en la búsqueda de las soluciones.

No existen perfiles de personas víctimas y acosadoras, pero en la mayor parte de las ocasiones víctima se escribe en femenino y agresor en masculino.

Y si bien es cierto que, a veces, agresor se escribe en femenino, es una particularidad que no desmonta la generalidad, ya que incluso cuando el bully es una chica su víctima suele ser otra niña.

El acoso escolar es destructivo para ambos sexos, pero lo sufren y ejercen de diferente modo; es el género lo que determina el sesgo

Esta realidad nos sitúa frente a la dicotomía en la que nos construimos como personas, con nuestras identidades emocionales y no lo hacemos ni libre ni plenamente.

Roles asignados y mandatos de género ancestrales

Nos educamos atendiendo a roles asignados atendiendo a nuestro sexo, siendo siempre los femeninos los menos poderoso y valorados.

Arrastramos mandatos de género ancestrales, el amor, el cuidado, la belleza, frente al poder la acción y la independencia.

Se ejerce el acoso contra aquellas personas que se perciben como distintas, vulnerables y con menos apoyos dentro del grupo de iguales.

En ese lugar, casi siempre, están las niñas y las adolescentes que crecerán conviviendo con los ataques por el aspecto físico, a cómo viven su sexualidad, a posibles rasgos de masculinidad por comportarse de forma distinta a la esperada.

La pertenencia al grupo se convierte en ley. El grupo refuerza a quienes más se acercan a los estereotipos roles y segrega a quienes no los siguen. Y esto, junto con el género en el que se ejerce y se sufre el acoso escolar como consecuencia de la transgresión de las normas tradicionales y establecidas, pero no inamovibles.

Las niñas y los niños no son seres futuros sino presentes. Construyen y destruyen cada día y buscan dar respuesta a unos papeles que les vienen asignados con todo lo que eso conlleva.

Todas y todos somos responsables de su educación, de su construcción como personas, de como crean su identidad, desde el entorno familiar hasta los espacios de juego.

No existen perfiles de personas víctimas y acosadoras, pero en la mayor parte de las ocasiones víctima se escribe en femenino y agresor en masculino.

El acoso escolar está impregnado del género, como lo está la sociedad en su totalidad a pesar de ser muchos los avances

El acoso escolar, impregnado de género

La igualdad no es dicción sino acción y está en cada gesto, acto y palabra. El acoso escolar está impregnado del género, como lo está la sociedad en su totalidad a pesar de ser muchos los avances.

Los centros educativos no pueden vivir de espaldas a la realidad femenina, a todas y cada una de las aportaciones que han hecho y hacen las mujeres a la sociedad.

No podemos prevenir el acoso desde una sociedad dicotómica, en la que mujeres y hombres siguen siendo desiguales. No podemos erradicar el acoso escolar sin mirarlo desde la igualdad real porque seguimos trabajando sin atender a la diversidad.

La realidad no es única, ni dual, es poliédrica, multisectorial. Por eso, los análisis e intervenciones deben integrar todos los aspectos del problema y el género desgarra las diferentes realidades.

Afortunadamente, son muchos los avances, cada vez menos los silencios y más las personas que eligen no mirar hacía otro lado. Somos parte del problema y debemos estar todas y todos en la solución, educando para transformar no sólo para formar.



Educación en igualdad

La educación en igualdad, la coeducación, es un derecho y debemos ejercerlo. Nuestra responsabilidad está en su exigencia y debe estar en la agenda política, no como promesa o deseo sino como reto para convertirlo en un logro.

Reflexionemos sobre otra forma se ser mujeres y hombres, que las niñas crezcan en espacios que les ha sido negados, como ciudadanas plenas

Cambiemos mentalidades, reflexionemos sobre otra forma se ser mujeres y hombres, que las niñas crezcan en espacios que les ha sido negados, como ciudadanas plenas, que los niños abandonen privilegios y vean en la pérdida los beneficios de una sociedad igualitaria.

Queremos personas presentes y futuras, libres, que elijan y disfruten en relaciones igualitarias.

Para todas y todos los niños que han sufrido y sufren acoso escolar, para las personas que les apoyan en su recuperación, reparando el daño, aminorando el dolor, que sirvan las palabras de Neruda:  “Sube a nacer conmigo, hermana. Porque siempre, siempre se puede volver a nacer”


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