Jupsin

Soledad y solitud

Silvia EDO y Cruz GALDÓN
Una de cada diez personas vive sola y casi tres de cada cuatro
son mujeres con más de 65 años

Nuestra amiga soledad, esa que vive latente y escondida en nuestras vidas, es parte de la propia existencia, lo queramos o no.

Podemos sentir la soledad por decisión propia y voluntariamente aceptada. Y podemos sentir la soledad de manera menos atractiva y más doliente.

Como la que nace por vivencias no deseadas y que nos arrastra a un cuarto cerrado del alma, en el que no dejamos penetrar ninguna emoción.

Nadie está libre de vivir o padecer la soledad, según la elijamos o no.

Soledad y solitud

Ahora que está tan en boga el término pandemia, digamos que la soledad es una plaga incontrolable entre la humanidad, con no muchas pócimas mágicas que puedan curarla, excepto una muy especial, que eres tú.

Sólo en España, hay casi cinco millones de personas que han afrontado la pandemia en soledad, es decir, una de cada diez personas vive sola, y casi tres de cada cuatro son mujeres con más de 65 años.

Aún con esos datos, tenemos que decir que la soledad no entiende de sexos, pero sí de actitud, siendo un grupo grande de personas las que aceptan su soledad como algo normal y cotidiano actuando con solitud.

Nadie está libre de vivir o padecer la soledad, según la elijamos o no.

¿Qué es la solitud?

Solitud es la capacidad de estar con uno mismo. Escuchar la consciencia y los pensamientos individuales de cada uno no debe ser algo negativo; o no debería serlo si aprendemos a escucharlos desde el amor y el respeto a uno mismo.

En otras palabras, podemos hablar de la soledad emocional, la vinculada con los sentimientos. Pues no hemos de olvidar que, a los ojos de los demás, somos lo que sentimos.

Por un lado, si la ligamos a la incomprensión, inseguridad, desamor, duelo… sintiendo que los demás nos perciben sin comprendernos, estaremos alimentando una soledad negativa, desacertada.

Pero, por otro lado, si la ligamos a un pensamiento de descanso, de creatividad, de lectura y sosiego, estaremos siendo nosotros mismos en una solitud positiva, acercándonos a las personas que se encuentran a nuestro alrededor percibiéndonos amables, relajados y en un estado de paz que no solemos manifestar.

Yo y mis circunstancias

No podemos decir que exista una única manera de definir el estar solo o sola, porqué cada persona es única.

Como seres individuales e independientes crecemos y evolucionamos con nuestras historias de vida, así como con los factores que nos rodean, las cosas que heredamos genéticamente, el lugar donde vivimos, las personas que nos rodean, la situación socioeconómica del país, etc.

Por eso es tan importante aceptar nuestras realidades y el pasado que nos hizo crecer, sin sentimiento de culpa, añoranza o anhelo. Aquello de que «cualquier tiempo pasado fue mejor», no lo fue, sólo se vivió y se recuerda.

Del futuro no tenemos recuerdos y ahí está el reto. Aceptar vivir el presente, creando instantes maravillosos con uno mismo y con nuestro entorno.

Alimentando el cuerpo y el alma sanamente, con sentimientos que la alimenten y engrandezcan cada día la mente con aprendizajes y visiones que nos acerquen a nosotros mismos.

No podemos decir que exista una única manera de definir el estar solo o sola, porqué cada persona es única.

La solitud engancha

Sí, queridos lectores, la solitud engancha pues es el regusto de estar con uno mismo. Evitarla supone negarnos, ser eternos personajes como Peter Pan en busca del país de Nunca Jamás donde un niño nunca se siente solo.

En ocasiones, buscamos de forma absurda ocupar nuestro espacio con el ruido de la televisión, el mensaje de un móvil o la música a todo gas para huir de esa calma que da el amarse a uno mismo, porque nuestra alma nunca descansa, siempre está inquieta en la búsqueda de un “qué se yo”.

No tenemos una única mirada hacía la soledad o la solitud, pero sí una única forma de conocerla y positivizarla, nosotros mismos.

¿Nos hace daño estar solos?

Leí en una ocasión que «No hay amor suficiente en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma».

¿Tan mala y dañina es la soledad? Sí, incluso puede llegar a nuestra destrucción como seres sociales y conformantes de grupos en los que nos sentimos arropados, definidos y necesarios.

Conforme pasa la vida, el ser humano necesita buscar sus espacios, pero si éstos son impuestos la realidad cambia.

En otro artículo leí que, en estos tiempos de confinamiento, las personas hemos aprendido a valorar aún más nuestro hogar. Pero yo quiero añadir que, cada vez que la vida nos otorga la bendición de un revés doloroso, tras lamernos las heridas, cambiamos cosas en nuestra vida, el aspecto físico, la casa, muebles de sitio, libros a cajas, nuevas flores…

¿Por qué? La respuesta es porque precisamos cambiar nuestro alrededor para cambiar nuestro sentimiento de soledad buscando la solitud de nuevo en paz y amor con nosotros mismos.

Si la persona se abandona en su soledad, en su dolor, en su angustia, permite que ésta domine su vida y su cuerpo. La somatización de la misma puede llevarle a graves enfermedades e incluso en tristes casos al abandono de su vida.

En pocas palabras, es importante no perder la vista de quienes tanto amamos, sobre todo cuando están pasando por situaciones de crisis humana de cualquier índole.

La generosidad y el cuidado de los otros hace que nuestra solitud sea más segura, sabiendo que nosotros también seremos cuidados.

«Si la persona se abandona en su soledad, en su dolor, en su angustia, permite que ésta domine su vida y su cuerpo»

La enfermedad de la soledad

La protección y seguridad que nos aporta formar parte de una familia, relación o amistad, engrandece nuestro sentimiento de soledad elegida, pues aun estando cuando nos necesitan o viceversa, también elegimos momentos para estar con nosotros mismos, sabiendo que están ahí.

Hay casos de soledad máxima, donde nadie por edad o por enfermedad nos puede socorrer, y es importante “no guardarse la soledad para uno mismo y acudir a especialistas”. Porque la soledad también puede convertirse en una enfermedad, en cuyo caso, únicamente un especialista puede hacerse eco de nuestro malestar, diagnosticarlo y ayudarnos a ponerle remedio.

Hay personas que están tan felices consigo mismas que no quieren relacionarse y van en la búsqueda excesiva de solitud, no sintiéndose a gusto en reuniones sociales, donde la presencia es saludable y necesaria.

Si es cierto que, en algunos momentos del día, uno se plantea si la solitud es mejor que la propia compañía, desdeñando los valores y ventajas que tiene el compartir con el otro.

Tal como dice el dicho que “más vale estar solo que mal acompañado”, aunque sabemos que el relacionarnos con los demás nos ayuda a crecer como personas al hacernos de espejo de nuestros propios defectos y virtudes.

Relacionarnos y hacerlo tras el regusto de la solitud, también es un regalo de la vida.

¿Cómo salir de la Soledad que no deseamos?

Cruz GALDÓN.

Tomar la decisión y pasar a la acción. Así escrito, se ve muy fácil, pero no es tan fácil hacerlo. Como hemos visto, hay diferentes tipos de soledad, y salir de ella, requiere pedir ayuda, ser lo suficientemente fuertes, como para expresarlo y compartirlo. Llegar a entender cómo hemos llegado hasta el punto de estar solos.

Digamos que el primer paso para salir es ser conscientes del problema, al mismo tiempo, de ansiar salir del habitáculo de la soledad. Las formas son muchas, unas personales lo hacen a través de la fe o creencias, otras con el deporte, otras con la meditación, etc.

Silvia EDO.

No podemos dar una receta infalible para que tu soledad sea solitud. Pero sí podemos decirte que, detrás de un montículo de arena, normalmente, está el mar. Nada es para siempre, ni tan siquiera la Soledad.

A través de estas letras queremos dar las gracias a la amistad que ha surgido entre nosotras, Cruz y Sílvia, y el grupo de 15 escritores con las palabras nos hemos ayudado a hacer valer lo aprendido en solitud y esperamos que puedan ayudar a muchas personas más.

Cinco cuestiones a tener en cuenta de la soledad o la solitud

Leer

La lectura de libros, artículos enriquece y facilita la comprensión de lo que ocurre en nuestro exterior y permite explorar el universo interior de cada persona. Por ello, recomendamos la lectura del libro 15 Miradas a la Soledad, escrito para acompañar y mostrar solo 15 de las muchas caras que puede tener la soledad.

Sublimar

En el arte, en la escritura, en el trabajo es muy positivo dejar fluir, a través de un pincel, un bolígrafo, una fotografía, un exceso de trabajo… todo aquello que nos limita como seres humanos y nos hace sentir incomprendidos, por no hallar las palabras correctas para definir como nos sentimos.

¿La tecnología, nos acerca o nos aleja de la soledad?

Hay personas que apuestan por pensar que tener un perfil en las redes sociales, nos hace ser más sociables o comunicativos. Pero, quizás, solo nos hace estar más solos detrás de una pantalla de ordenador, una Tablet, un móvil dejando de disfrutar de tiempo al aire libre y la vida social.

¿Son buenas todas las compañías?

No todas las compañías son buenas, pero cada una de las personas que conocemos nos aporta alguna cosa que podemos utilizar para ser más felices. Cada momento de nuestra vida, es único e irrepetible, y con necesidades diferentes. Saber reconocer, quien eres y quien quieres a tu lado te aportará tranquilidad. Escoger tu mejor compañía, es tu mayor reto.

Depresión, suicidio…

Hay que ser muy valiente para afrontar los momentos más terribles de la existencia, por ello, es importante hacer el esfuerzo por compartir, comunicar, aunque sientas que no te entiende nadie de tu alrededor. Pedir ayuda a un profesional, es la mejor opción para avanzar en tu camino a la vida.


15 Miradas a la Soledad

Silvia Edo y Cruz Galdón reflexionan en este artículo especial para jupsin.com sobre la soledad y la solitud. Junto a un grupo de escritores y escritoras acaban de firmar el libro ’15 Miradas a la Soledad’.

7 Comments
Salir de la versión móvil