En sus Manos
¿Qué pasa cuando el acoso laboral termina?
Te has preguntado ¿qué pasa cuando se deja atrás el acoso laboral? Lamentablemente, para muchas personas que lo han vivido, el episodio conlleva un sinnúmero de secuelas. Las laborales, posiblemente, sean más tangibles, pero las heridas a nivel psicológico que esta situación produce llegan a tener un impacto incluso mayor. La sensación de pérdida de control, el miedo y tristeza por haber dejado atrás una posición, son sentimientos que están en el fondo de quienes han sufrido acoso laboral.
A día de hoy el grado de conciencia que tenemos sobre el acoso laboral es mayor al que podía existir diez años atrás. Tenemos plena certeza que la persona que lo sufre no es la culpable, que el estilo de liderazgo que exista en la organización es un factor potenciador o moderador de esta situación y que el apoyo al afectado es lo mejor que podemos hacer por quien padece esta situación.
Pero, alguna vez te has preguntado ¿qué pasa cuando se deja atrás el acoso laboral?
Lamentablemente, para muchas personas que lo han vivido, el episodio conlleva un sinnúmero de secuelas. Las laborales, posiblemente, sean más tangibles, pero las heridas a nivel psicológico que esta situación produce llegan a tener un impacto incluso mayor. La sensación de pérdida de control, el miedo y tristeza por haber dejado atrás una posición, son sentimientos que están en el fondo de quienes han sufrido acoso laboral.
Volver a empezar tras el acoso laboral
Más allá del mayor o menor apoyo obtenido, o de seguir o haber dejado el lugar de trabajo, la situación conlleva un volver a empezar. Posiblemente, el haber contado con apoyo por parte de las personas del entorno de trabajo, el tener una noción clara de aquello que pasaba haya permitido que el impacto haya sido menor.
Y de fondo, un sentimiento de injusticia producto de la impotencia que da ver como se pierde algo logrado con gran esfuerzo
Sin embargo, un miedo qué antes no existía, aflora junto con una sensación inseguridad desconocida, la pérdida de energía vital, y en algunos casos la incomprensión.
Si el apoyo social fue menor, el aislamiento puede resultar una respuesta natural. Se crea un círculo vicioso en el que el aislamiento debilita nuestra capacidad de hacer frente a aquello que ocurre, lo que provoca un mayor aislamiento, y con ello a una menor capacidad de acción.
Y de fondo, un sentimiento de injusticia producto de la impotencia que da ver como se pierde algo logrado con gran esfuerzo, o ver con sorpresa que en lugares insospechados también sucede.
Posiblemente, pienses que tu caso sea único. Posiblemente lo sea, pero lamentablemente como te habrás dado cuenta no eres el único. Esto le pasa a distintas personas, cada situación tiene matices que hace que sea una distinta a la otra, pero las secuelas que deja según como manejes el episodio, el apoyo que cuentes, la apertura a recibir la ayuda adecuada será algo que marcará la diferencia del tiempo que finalmente convivas con todas sus secuelas.
Un espacio tras la hecatombe del acoso laboral
No te hablaré de efectos, tampoco de cómo superarlos. Sino de la forma como después de toda esta hecatombe es posible generar un espacio distinto, acorde a tus propias necesidades y en el que nuevamente si lo deseas puedes volver a ser el dueño/a de tu vida.
Toma su tiempo dejar atrás todo. Una vez pasados los hechos, son las ideas las que acompañan y los sentimientos aquellos que se te quedan pegados al cuerpo, que afloran muchas veces bloqueando o nublando el camino.
Cuesta dejar atrás la tristeza, y entrar en esa explicación constante de por qué paso todo, o el centrarte en cada una de las acciones de tu acosador/a y reflexionar incesantemente
Es verdad, cuesta dejar atrás la tristeza, y entrar en esa explicación constante de por qué paso todo, o centrarte en cada una de las acciones de tu acosador/a y reflexionar incesantemente sobre ellas. Créeme, el camino es posible, siempre y cuando te comprometas con ello.
Quizá con todo cueste recordar aquello que nos gusta, aquello con lo que nos sentimos felices. Conectar con ello, requiere constancia, pero es posible.
No se trata de ser positivo por tener que serlo, sino encontrar nuevamente el placer en pequeñas cosas que nos permitan conectar nuevamente con una visión distinta de la vida.
Calmar nuestra mente, quizá explorar en nuestras aficiones, puede ser el primer paso, que en cada uno es único. Un retorno asentado en las ganas de querer hacerlo, y no en el tener que hacerlo. Desde el hacer de nuestro entorno cercano nuevamente algo amigable, despejamos sin querer el camino para que las cosas poco a poco ocupen su lugar. Desde la energía que nos deja el crear, conectamos en una positividad que será aquella que nos abra las puertas a nuevos horizontes.
Poner luz al día a día, requiere decisión ciertamente, y el ejercicio tiene un objetivo en apariencia simple pero bastante ambicioso: recuperar las riendas de tú propia vida. Sí, y digo vida, no vida profesional, porque quizá aquello que más magullado queda después de todo esto no sólo es tu autoestima, sino tu propia vida, y tu entorno más íntimo.
No se trata de olvidar, ni negar lo que pasó. Se trata simplemente de saber que hay un momento al final del camino en que se abre un nuevo camino. Uno que será todo lo grande que tú quieres que sea, y su grandeza no dependerá de lo monumental de tus metas sino del grado que estas estén conectadas con tus necesidades más intrínsecas, y tu verdadero potencial.
No se trata de olvidar, ni negar lo que pasó. Se trata simplemente de saber que hay un momento al final del camino en que se abre un nuevo camino
¿Por dónde empezar? ¿Hacia dónde ir?
En este terreno donde nuestra capacidad de relacionarnos con el otro haya sido totalmente retada, en el que posiblemente se halla perdido amigos y pareja, a parte de un trabajo. ¿Por dónde empezar?, ¿hacia dónde ir?
Pensar en definir objetivos, priorizar, quizá resulte una tarea difícil. Pero posiblemente el camino se allane si la palabra prisa es reemplazada por la paciencia. Y en cada momento nos preguntemos, qué lugar nos estamos dando cómo personas.
Si la opción elegida implica explorar opciones distintas a las conocidas, es bastante posible que descubramos que el valor de nuestro antiguo trabajo se debía no tanto a la institución, ni al puesto, ni al proyecto en el que estábamos sino en nuestra propia capacidad; qué nuestro valor personal no estaba en aquello que lo acompaña, sino en nosotros mismos.
Si pudimos hacerlo en ese momento, podremos, seguro que podremos otra vez y otra. El llegar a hacerlo, será la medida que nos permita saber que nuestra vida nuevamente vuelve a estar en nuestras manos.
Pensar en un futuro profesional una vez superado el acoso, en algunos casos no sólo conlleva el aceptar la pérdida del lugar de trabajo. También implica el miedo a las malas referencias qué nos puedan acompañar. Ante esto, ¿qué hacer? Ciertamente, solicitar una carta de recomendación puede ayudar bastante como punto final al episodio. Tanto y más saber que aquello que dejamos atrás no es el único puesto de trabajo en el mundo.
Aunque parezca difícil de visualizar o incluso pensar en este momento, hay una vida después del acoso.
El miedo puede retarse, si apreciamos otras opciones, como por ejemplo, trabajar en nuestra propia marca personal, a partir de aspectos que consideremos acordes con nuestro verdadero potencial.
A día de hoy felizmente, la promoción de un profesional va más allá de un curriculum. Y el trabajar en ella puede llegar a ser proyecto personal que nos permita conectar nuevamente con nuestra energía creadora, al mismo tiempo con quien somos en realidad y con nuestro verdadero potencial.
Conectando con distintas opciones, y explorando proyectos que nos resulten más significativos, puede ser a su vez la oportunidad de poder desarrollar nuevas relaciones, y desde esa calma, poder reconstruir otras tantas. Aunque parezca difícil de visualizar o incluso pensar en este momento, hay una vida después del acoso.
Agradecimiento: A Alessandro Sarno, especialista en reclutamiento y selección por facilitarme una visión desde esta posición.