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El acoso te destruye o te transforma, tú decides

El acoso no lo creas… ni necesariamente destruye. Si lo decides, sólo te transforma. En ocasiones, solemos tener expectativa sobre lugares, situaciones o personas. Algunas veces cuando nos encontramos frente a ellas, nos damos cuenta que los lugares no eran tan maravillosos, ni las situaciones tan idílicas como pensábamos y que las personas que tenemos delante, son eso, simplemente personas, no seres especiales.

El acoso no lo creas… ni necesariamente destruye. Si lo decides, sólo te transforma.

En ocasiones, solemos tener expectativa sobre lugares, situaciones o personas. Algunas veces cuando nos encontramos frente a ellas, nos damos cuenta que los lugares no eran tan maravillosos, ni las situaciones tan idílicas como pensábamos y que las personas que tenemos delante, son eso, simplemente personas, no seres especiales.

Del mismo modo que existen prejuicios que nos predisponen a una mala actitud frente al otro, también tenemos expectativas.

Del mismo modo que existen prejuicios que nos predisponen a una mala actitud frente al otro, también tenemos expectativas

El poder de decidir

Quisiera referirme a aquellas ocasiones que esperamos cosas del otro, en las que sin querer, le otorgamos el poder de decidir sobre nosotros.

Por su posición, por su formación, por su rango, haciéndoles guías de nuestra vida, sin cuestionar lo que la otra persona dice o hace, dado que si lo dice, es eso lo que tendrá que ser.

En otras ocasiones, esperamos que ese otro actúe frente a determinadas cosas, o que se dé cuenta de otras tantas que a nuestro modo de ver son evidentes.

Foto: Laura Quiun

Impotencia, duda, circunstancias…

Quizá por la impotencia, que nos reduce, no logremos llegar a entender qué ese otro quizá no vea las cosas del mismo modo. Dejando de lado la mala voluntad, qué también existe, y centrándonos en el que todo lo que pensamos va fuera de su alcance. Sin apenas darnos la oportunidad de hablar, total, para qué.

En esos momentos de duda buscamos en esa guía en la que tras una petición de escucha, se esconde un ¿qué hago?, o ¿está bien lo qué he hecho? 

Otras veces, en esos momentos de duda buscamos en esa guía en la que tras una petición de escucha, se esconde un ¿qué hago?, o ¿está bien lo qué he hecho?

Contradictoriamente, buscamos una validación, sin tomar plenamente conciencia que la única diferencia en todo esto, está simplemente en tomar nuestras propias decisiones.

Otras veces, son las circunstancias, los mandatos del entorno aquellos que hacen que permanezcamos a pesar de todo. Me refiero a quienes continúan a pesar de tener claro que aquello que pasa no está bien.

El motivo de la queja

Ese sentimiento de desazón, desagrado e incomodidad, que surge cuando aquello que hacemos es totalmente contrario a como creemos que debería ser. Los contextos adversos facilitan esa permanencia, como el refuerzo del discurso cercano que lo acompasa y nos da razones para seguir a pesar de todo.

Sin ánimo de juzgar y tratando de entender qué hay detrás de estas situaciones por las que algunas personas atraviesan cuando viven el mobbing. Muchas veces, a parte de la incapacidad de entender qué sucede a quien escucha esto, no entendiendo el motivo de la “queja”.

Una ausencia de empatía, cuando ven a quien cuenta como el problema, ya que todo aquello que vive el otro a ellos no les pasa, con un: por qué a ti siempre te pasan esas cosas. Y un camino para muchos evidente, y quizá para quién lo vive menos comprendido, si lo pasas mal, ¿por qué no lo dejas?

Con una respuesta que puede venir seguida de muchos peros, que entre justificaciones, se pliegan más a esa impotencia y a ese ver al otro como el culpable de todos nuestros males, como si no, el acoso mina. ¿Qué te impide actuar?

Quien lo vive muchas veces espera soluciones únicas, argumentos basados en una justa necesidad de reparación y reconocimiento de la injusticia

Soluciones

Quien lo vive muchas veces espera soluciones únicas, argumentos basados en una justa necesidad de reparación y reconocimiento de la injusticia.

Los cuales lejos de acercar a un espacio de mayor bienestar, consiguen que esa impotencia sea mayor cuando los resultados distan de lo esperado, sin ver más allá de aquello que acontece, porque lo único que se espera es que las cosas acaben como ellos esperan que lo hagan.

Pedir distancia, flexibilidad, para poder ver que nos pasa, buscar soluciones alternativas, creativas frente a lo que sucede, puede resultar un reto para quien lo vive, pero puede resultar una fórmula mágica. Las circunstancias son para muchos más difíciles que para otros, las posibilidades de acción otras tantas reducidas, el acopio de fuerza interior que ya de por si hacen para salir adelante, sin ser plenamente consciente de ellos es mucho.

Pero el ensimismarse en lo que pasa, paradójicamente lo único que consigue es alejarte más de aquello que buscas: soluciones.

Muchas veces, sin querer nos describimos en tanto lo qué hemos conseguido, no en tanto quiénes somos. Cuesta decir simplemente: soy mujer, hija, hermana, pareja, amiga y una persona soñadora. Detrás de todas estas palabras, simplemente accedes a mi dimensión humana.


Ahora, también puedes leer los artículos de la Doctora en Psicología Laura Quiun en conRderuido.com


Levantarte y sentarte en distintas sillas

Quizá el aprendizaje que trae consigo esta experiencia es precisamente, el darse cuenta que las cosas no son siempre lo que parecen, qué nuestra valía no está en aquello que dicen de nosotros sino en la conciencia real de saber quién somos y qué si estamos donde estamos es por nuestra propia capacidad de hacer.

El reto implica parar y planear. El aprendizaje asimilar las ansias y empezar a beber de la paciencia.

El aprendizaje incluye el poder aceptarnos de manera incondicional, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Aprendiendo a respetar y aceptar al otro como alguien distinto. Reconociendo en el otro a alguien que puede llegar a paralizarnos y producirnos miedo. No por ser quién es, sino por sus acciones.

Si podemos llegar a ver qué hay detrás de ellas, posiblemente podamos ver a la persona, a aquello que demanda y desde allí buscar otras alternativas de respuesta a las habituales, consiguiendo posiblemente otros resultados.

Con esta reflexión, simplemente quisiera invitarte a levantarte y sentarte en distintas sillas, y apreciar aquello que los otros viven con sus ojos. Experimentar como responderías si estuvieras en su lugar, que sensaciones y que ideas en cada una de ellas aparece, y luego cuando termines, poder volver a tu sitio y ver en síntesis lo aprendido.

Foto: DPNB

El acoso laboral puede deberse a cuestiones internas de la propia organización, o a otras personas que quieren  sus pequeños reinos dentro de un reino mayor

Reinos dentro de otros reinos

El acoso laboral en ocasiones puede deberse a cuestiones internas de la propia organización, o al hecho que otras a personas que quieren tener sus pequeños reinos dentro de un reino mayor.

Dependiendo de aquel en cuál te sitúas tú: ¿Qué esperas del otro y qué es aquello que realmente puede proporcionarte?

Detrás de esa búsqueda de control o de tirar abajo tu autoestima, qué se esconde. Cada vez qué contactas con él o con ella, qué emociones te produce. Qué ideas vienen a tu mente con ellas. Tus expectativas crees qué se ajustan a las del otro.

Foto: Laura Quiun

Qué valores comunes comparten a partir de los cuáles puedan construir. Si los valores de tu organización distan de los tuyos, qué te impulsa a seguir allí. Si has conseguido llegar dónde estás qué te impide hacerlo en otro lugar.

Diálogo interno

Buscamos escucha. Escuchar nuestro diálogo interno resulta de interés. Teniendo identificado que el pensar sobre lo mal que nos va, no resulta productivo, sino el orientarnos a soluciones, a cuestiones concretas que nos permitan recuperar nuestro bienestar.

Es posible que sintamos tristeza, quién no la sentiría si es objeto de maltrato. El ver que carecemos de nuestro apoyo habitual sorprende, duele, da rabia y mucha tristeza.

La decepción aparece cuando vemos que nuestras expectativas son distintas de la realidad que tenemos por delante, cuando nos vemos defraudados por quien creíamos confiar. Culpa de lo que pasa llegando incluso a cuestionar si hicimos bien o mal.

Sentimos, esto implica que primero nos emocionamos, surgiendo en el camino antiguas creencias, reforzándolas en muchos casos. Sé que esta situación no es fácil, no ha dependido de ti.

Puede resultar duro aceptar que las cosas no son siempre como esperábamos, lo cual tampoco significa que siempre tenga que ser así.

Si somos capaces de llegar a aquello qué está detrás y que nos mueve, buscando caminos alternativos, tendremos la oportunidad de adquirir mayor flexibilidad mental.

Soltar, ya que por mucho que te aferres a algo, la vida sigue y aquello que perdiste es solo una oportunidad, de muchas que la vida te pondrá por delante. Muchas veces detrás de una gran pérdida, podemos acceder a grandes aprendizajes.

La vida es eso, vivir, con incertidumbre…

Tú valor está en ti mismo, en tus propias capacidades, en tu humanidad, no en tu puesto, ni en tu cargo… ni la institución a la que pertenezcas te hará mejor persona.

A muchos nos gusta recibir reconocimiento por nuestras buenas acciones, pero sin ánimo de desmerecer, el saborcillo que deja el conseguir algo en lo cual pusiste tu esfuerzo, o más aún, la confianza en ti, que a pesar de todo lo conseguirás, te puedo asegurar que es incomparable.

La vida es eso, vivir, aceptando la incertidumbre y confiando simplemente en ella.

Del mismo modo que el pensar demasiado puede ser contraproducente si fijas tu atención en lo mal que va, si reflexionas sobre los aprendizajes que todo esto te está dejando, quizá tu vivencia de todo esto sea más productiva, permitiéndote una mayor apertura a todo lo nuevo que la vida te pondrá por delante.

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