En sus Manos
Extracto del libro ‘Bullying, secuelas del pasado’
Todo empezó cuando salíamos de clase. Como de costumbre, durante todo el día, Rebecca y Sarah no han dejado de molestarme. Sarah se ha puesto detrás de mí en Matemáticas y ha estado toda la clase dando pataditas a mi mochila. Ha sido un día muy largo y cuando pensaba que ya había acabado todo y que ya podía irme a casa a disfrutar de mi soledad y de mi amargura, ha llegado él.
jupsin.com ofrece por cortesía de Emi Negre varios extractos del libro ‘Bullying, secuelas del pasado’
Ojalá algún día alguien me oiga
El miedo recorrió por completo el cuerpo de Leissy, abrió la cartera. Lo primero que vio fue una foto de él y Sarah, ambos sonriendo felices. Tras ella apareció el papel plegado en cuatro para confirmar sus peores teorías, cuando lo desdobló, la letra de Martha se clavó en la piel de Less, erizándole el vello de todas sus extremidades.
Viernes, 13 de diciembre de 2001
He visto por la tele, incluso en algunos anuncios o libros, eso de: «Querido diario» cuando comienzan a escribir. ¿Por qué iba yo a decir eso? ¿Acaso este diario es mi amigo? No. No y no. Tan solo es el cuaderno que deja como muestra todo lo que es mi penosa vida.
Me cuesta dormir, cuando lo hago, no quiero despertar y cuando despierto, tan solo me apetecer volver a dormir para siempre. Es un círculo que no me deja escapar. A veces pienso que estoy cada vez más cerca del final.
Hoy le ha tocado hacerse el gracioso a Pattrick. Cómo no, un chico. No solo soy el hazmerreír de las chicas. También lo soy de los chicos
Hoy le ha tocado hacerse el gracioso a Pattrick. Cómo no, un chico. No solo soy el hazmerreír de las chicas. También lo soy de los chicos.
Todo empezó cuando salíamos de clase. Como de costumbre, durante todo el día, Rebecca y Sarah no han dejado de molestarme. Sarah se ha puesto detrás de mí en Matemáticas y ha estado toda la clase dando pataditas a mi mochila.
Ha sido un día muy largo y cuando pensaba que ya había acabado todo y que ya podía irme a casa a disfrutar de mi soledad y de mi amargura, ha llegado él.
Saliendo de clase vi que Sarah y Rebecca me seguían, haciendo de las suyas. A ellas, se sumó Pattrick, que habló con Sarah y enseguida, los dos se han puesto a mi lado. Sarah a mi izquierda y Pattrick a mi derecha.
Tras unos segundos en los que tanto si yo aceleraba como si frenaba, ellos me imitaban, Sarah me dio un empujón con el hombro para provocar que chocara contra Patt, pero este, en vez de sujetarme, se apartó a un lado y levantó la pierna para que tropezara y me cayera al suelo.
A ver si miramos por donde vas, cojita, exclamó Patt, después se ha levantado haciendo más fuerza con la rodilla que tenía clavada en mi cuerpo, yo he vuelto a gritar
Caí sobre mi brazo, haciéndome mucho daño, tanto que el grito alertó a los demás chicos. Enseguida, Patt se ha arrodillado, pero no a mi lado, sino sobre mí. Me ha clavado su pierna en mi costado, causándome todavía más dolor.
No pude hacer nada más que soltar unas enormes lágrimas de impotencia y dolor.
A ver si miramos por donde vas, cojita, exclamó Patt, después se ha levantado haciendo más fuerza con la rodilla que tenía clavada en mi cuerpo, yo he vuelto a gritar.
Se han marchado riendo mientras yo me quedaba en el suelo retorciéndome de dolor. ¿Por qué nadie me ha ayudado? ¿Por qué, a pesar de ver que lo que hacen está mal, nadie hace nada? ¿A qué esperan, a que pase una desgracia?
Quizás sea eso lo que tengo que darles. Tal vez eso es lo que esperan. El silencio es lo que mata. El silencio de los profesores, que solo consigue dar refuerzo a los actos de los niños.
El silencio de los padres, ciegos ante lo que a su alrededor sucede. El de los demás niños, que hace que el ego de los que acosan crezca hasta límites peligrosos. Y el peor de todos. MI SILENCIO. Con el que tan solo consigo morir de agonía lentamente, y sola, muy sola. Ojalá, algún día, alguien me oiga.
Estaba sola rodeada de gente
Leissy observaba a su amiga y comprendía que aquella muchacha triste e inconsolable iba dándose cuenta de la situación en la que se encontraba. Justo en ese momento, una conversación que tuvo con su madre, apenas unos meses después de la muerte de Martha, se le presentó en la mente a modo de flashback.
—Pero, mami, Martha era una niña súper solitaria. Nunca se relacionaba con nadie.
—Es por eso, hija, porque seguramente era la que más necesitaba de esa compañía. Verás, cielo, cada persona tiene un corazón distinto a los demás. Unas lo tienen más grande que otras. Y en él vamos guardando todo lo que nos pasa, todos esos amigos nuevos que conocemos, la gente de la que nos enamoramos, pero también hay un espacio para lo malo, las penas de amor, las pérdidas familiares, todo eso va ocupando ese corazón que cada uno tiene. Pero ojo, cuando lo que guardamos es más lo malo que lo bueno, llega un punto en que nos empieza a doler, y es entonces cuando corremos el riesgo de que algún día se nos rompa. Y eso fue lo que le pasó a esa niña.
—Ya, mami, pero ¿por qué nunca pidió ayuda?
—¿A quién debería habérsela pedido?¿Vosotras la ayudabais?
—Pero es que nadie sabía los problemas que ella tenía.
Que nosotros no queramos hacer tanto daño no significa que podamos jugar con ese juego. Nunca, hija mía, y recuerda esto, nunca debemos atacar a nadie
Mira, Less. Cada uno en su vida es dueño de su verdad y libre de elegir a quién se la cuenta. Lo que tenemos que tener claro es una cosa: piensa que todo lo que conoces de una persona tan solo es la punta del iceberg. Por debajo del agua se esconde toda una historia, tan grande que solo esa persona conoce.
—Pero Sarah dice que ella no tiene culpa de que Martha fuera tan desgraciada. Que ella no tenía nada que ver con eso.
—Que nosotros no queramos hacer tanto daño no significa que podamos jugar con ese fuego. Nunca, hija mía, y recuerda esto, nunca debemos atacar a nadie. Quizás aquella persona a la que estamos hiriendo está manteniendo una dura batalla por mantenerse a flote y cada contratiempo que recibe es una piedra más con la que tiene que cargar. Nunca sabemos si será la nuestra la piedra que acabe por hundir a esa persona.
Less también recordó una frase que siempre la había acompañado.
—Recuerda, hija, que hay personas que están solas, pero que luchan por salir de esa oscura situación. Otras, en cambio, viven su soledad rodeadas de compañías que tan solo buscan conseguir algo de ellas. Cuando esas personas se dan cuenta, el dolor que sienten es inmensamente mayor.
Esa frase cobraba ahora un sentido mucho mayor que en aquel entonces, veía cómo su amiga se refugiaba en un mar de lágrimas mientras descubría una triste verdad: la del hecho de que no le quedaba nada más que cientos de comentarios en una página de internet.
Que ninguna de esas personas le mandaría un ramo de flores por su cumpleaños o la llamaría para ver qué tal había dormido, ni siquiera la saludarían si se cruzaran con ella por la calle. Estaba sola rodeada de gente.
Agradezco no haber sido yo la víctima hoy
Miércoles, 24 de octubre de 2001
Por lo visto, no soy la única víctima de las guapas de la clase. Esta mañana me he dado cuenta de que hay más niños que sufren las burlas, sobre todo las de Sarah.
Cuando hemos salido al patio, ha venido una niña de la clase de al lado comiéndose una napolitana de chocolate. La chica está algo rellenita y Sarah, en cuanto la ha visto, le ha dicho algo a Rebecca, Carmen y Leissy. Se han reído las cuatro.
Sarah fue a donde estaba la niña comiendo y se ha burlado de ella. No pude oír nada porque estaba muy lejos, pero he visto cómo Sarah inflaba las mejillas para llenar de aire su boca con gesto de burla. Se ha puesto a reír a carcajadas y ha vuelto con sus amigas.
En parte, agradezco no haber sido yo la víctima hoy. Cada día que se burlan de otra persona, es un día que paso desapercibida. Aunque me siento culpable por pensar así.
¿Soy igual de mala que ellas por eso? ¿Es normal que me alegre de que no se metan conmigo, a pesar de que el motivo sea que están entretenidas con otros?
Por la tarde, Ronny me esperaba donde siempre, le bajé su comida y me quedé un rato jugando con él.
Los odio, los odio, los odio
Jueves, 12 de diciembre de 2001
Otra vez me he reunido con la psicóloga. Otra vez para nada, o eso me parece. Me ha vuelto a preguntar por el diario. Sigo sin querer decirle nada.
Tampoco sé ni por qué sigo escribiéndolo. No veo que me haga bien, sigo poniendo todo lo que me pasa con la esperanza de que algún día pueda demostrar cómo son Sarah y sus amigas, y para que alguien haga algo por ellas. Porque está claro que con su carita de niña buena, se gana a todo el mundo, pero en realidad, es mala, muy mala. Siempre está riéndose y burlándose de todos.
Los odio, a todos, los odio con todo mi corazón. Odio a Sarah y a Rebecca. Odio al director, odio a los profesores. Odio a papá
No deberían de dejar a la gente burlarse de otros o hacerles sentir mal.
Esa gente, que es mala, mala en sus adentros, son personas que quizás tengan más problemas o los mismos que yo, pero tienen la suficiente ayuda de sus amigos para que cuando salen de casa, se les olvide todo.
Yo no tengo eso, yo cuando salgo de la pesadilla de mi casa, entro en otra pesadilla aún peor, y cuando salgo de esa, vuelvo a mi oscura realidad.
Los odio, los odio a todos, los odio con todo mi corazón. Odio a Sarah y a Rebecca. Odio al director, odio a los profesores. Odio a papá.
Los odio.
Los odio.
Los odio.