En sus Manos
Pide ayuda, ¡no estás solo! ante el acoso laboral
Ante cualquier caso de acoso laboral se tiende a minimizar la problemática por la propia empresa y por los compañeros de trabajo, pues sigue considerándose algo irreal e incierto, por lo que la negación del mismo es habitual. Dicha negación va en paralelo con el desconocimiento de este tipo de acoso y la tendencia de las personas a justificar comportamientos con frases como: “ya sabes cómo es”, “habrá tenido un mal día”.
Ante cualquier caso de acoso laboral se tiende a minimizar la problemática por la propia empresa y por los compañeros de trabajo, pues sigue considerándose algo irreal e incierto, por lo que la negación del mismo es habitual. Dicha negación va en paralelo con el desconocimiento de este tipo de acoso y la tendencia de las personas a justificar comportamientos con frases como: “ya sabes cómo es”, “habrá tenido un mal día”.
La persona acosada, hostigada va minando su autoestima hasta creer: “no valgo para nada»
Por lo tanto, el no reconocimiento del problema por parte de la empresa y los trabajadores y la justificación indebida de los sucesos de acoso, tiene como consecuencia la percepción errónea por parte de la persona acosada.
En este sentido, la persona acosada genera una serie de pensamientos despreciativos hacia sí misma, como son: “serán paranoias mías”, “estoy exagerando”, “lo habré hecho mal”, “es normal que les caiga mal”.
Con estos pensamientos enraizados a las justificaciones ajenas al propio acosado, la persona hostigada va minando su autoestima hasta creer: “no valgo para nada”.
El reconocimiento del problema y la petición de ayuda
Además, existen otra serie de justificaciones a la conducta acosadora que debemos de conocer, con el fin de no reproducirlos, como por ejemplo: “él le provocó”. Esta frase hace responsable del hostigamiento a la persona acosada, haciendo alusión a características de la víctima ficticias, creyendo y afirmando que la víctima es merecedora de tal comportamiento.
Este argumento lo denominamos error de atribución, por lo que tendemos a protegernos de ser agredido creando una respuesta a la agresión ajena con el fin de autoconvencernos de que nosotros, no somos merecedores de dicha agresión.
Por otra parte, intentamos minimizar el problema, haciendo alusión a que la víctima es exagerada, aunque la realidad es que el acoso ocasiona graves problemas en todos los ámbitos dela vida de una persona, emocional, físico y social.
Con todo esto, nos encontramos en un marco complicado para que la propia víctima reconozca lo sucedido. Lamentablemente, el final no suele ser el reconocimiento del problema y la petición de ayuda, sino que tiende a ser el abandono del puesto laboral, por baja o renuncia al puesto laboral.
No estás solo frente al acoso laboral
Aun así, dentro de este marco que podemos calificar como “espinoso”, en ocasiones las víctimas se hacen conscientes de lo que les ocurre. Muchas veces, gracias a familiares y amigos, que les dan una opinión objetiva sobre el sufrimiento que expresa la propia víctima. En otras ocasiones, son conscientes cuando comienzan un tratamiento psicológico y comprenden cuál es el proceso psicológico y los sucesos que han ocasionado el desequilibrio emocional de la persona.
El reconocimiento del problema no es admitir una debilidad o vulnerabilidad, sino todo lo contrario
El reconocimiento del problema no es admitir una debilidad o vulnerabilidad, sino todo lo contrario.
Es admitir honorablemente que una persona externa ha ejercido un hostigamiento de forma continuada en el tiempo y que cualquier persona ante esa presión se debilitaría emocionalmente.
Reconocer el problema es ser valiente y desear el cese de la agresión y en consecuencia, del malestar.
La petición de ayuda es fundamental, pues sin ella, no se abriría la puerta del fin del hostigamiento. El malestar sufrido por la víctima es una buena herramienta para la detección de la problemática y el cese de la misma.
Ponerse en contacto con profesionales como psicólogos o abogados es fundamental para abordar el acoso sufrido y eliminar el sentimiento de culpa de la propia víctima y el sentimiento de soledad, porque la realidad es que “NO ESTÁS SOLO”.