En sus Manos
Mi ‘acosador’ interior campa a sus anchas
¿Te has parado a pensar los mensajes que te mandas a ti mismo en ocasiones? Reflexiona sobre qué te dices cuando te equivocas. Se te ha olvidado coger algo que necesitabas para el trabajo, has perdido tu reloj y no sabes dónde, o incluso te has confundido de estación al ir a coger un tren. Los sistemas de alerta se encienden y, según la gravedad de las consecuencias de esos errores, se activan determinadas emociones y pensamientos, y con ellos, comportamientos.
Elena Rubio, la psicóloga en tus zapatos
Hasta ahora siempre hemos puesto el foco en el exterior. Nos acosan los compañeros de trabajo, los alumnos de mi clase o del cole, mi pareja o ex-pareja, mi jefe… pero, ¿qué pasa cuando quien me acosa soy yo mismo?
Mi principal enemigo
¿Te has parado a pensar los mensajes que te mandas a ti mismo en ocasiones? Reflexiona sobre qué te dices cuando te equivocas. Se te ha olvidado coger algo que necesitabas para el trabajo, has perdido tu reloj y no sabes dónde, o incluso te has confundido de estación al ir a coger un tren.
¿Te has parado a pensar los mensajes que te mandas a ti mismo en ocasiones? Reflexiona sobre qué te dices cuando te equivocas
Los sistemas de alerta se encienden y, según la gravedad de las consecuencias de esos errores, se activan determinadas emociones y pensamientos, y con ellos, comportamientos.
Mensajes como “Es que soy tonta”, “Estas cosas sólo me pasan a mí”, “Siempre pierdo algo”, “¿Cómo puedo cometer estos errores?” Y un largo etcétera que os invito a reflexionar y detectar.
Os propongo que cuando os estéis diciendo mensajes de este tipo, tratéis de ser capaces de ser conscientes de ello, tal vez no en el momento, pero sí después.
Cuando me mando estos mensajes, es difícil salir de esa rueda de la desconfianza y de la profecía autocumplida.
Cuanto más cosas negativas me digo, más me ‘inutilizo’ y me vuelvo menos capaz, lo que me hará equivocarme más, olvidarme de más cosas y estar en un estado continuo de hipervigilancia y excitación difícil de controlar (lo que me lleva nuevamente a cometer más errores).
¿Por qué soy tan duro conmigo mismo?
Aquí está el quid de la cuestión. ¿Qué nos lleva a ser tan duros con nosotros mismos?. Partamos de la base que no todos somos así, hay personas a las que este tipo de situaciones no les causan el mínimo malestar (lo cual también habría que trabajar, a mi entender, pero eso no sería en este foro).
El problema es cuando ese grado de activación, de alarma o ansiedad es excesivo y nos paraliza o nos genera esa autocrítica desproporcionada
Es positivo y funcional que los errores nos activen y generen cierta ansiedad. Eso nos va a avisar de que hay algo que debe cambiarse o mejorarse.
El problema es cuando ese grado de activación, de alarma o ansiedad es excesivo y nos paraliza o nos genera esa autocrítica desproporcionada. En este punto, nos hemos pasado de la línea y no nos va a ayudar a mejorar la situación.
Revisa en tu interior y conócete mejor. Mira si eres de los que te mandas este tipo de mensajes desproporcionados y ‘acosadores’, y cuál puede ser el motivo:
- Alto grado de autoexigencia. ¿Siempre quieres hacerlo todo perfecto y a tu manera? ¿Y qué pasa si no sale como deseas? ¿No te perdonas un error?
- Baja autoestima. Revisa esos mensajes que te mandas. ¿Realmente sientes que siempre lo haces mal, o que no puedes hacer las cosas positivamente? ¿Qué otras conductas podrían hacerte pensar que tienes baja autoestima? ¿Antepones los intereses de los demás a los tuyos siempre? ¿Valoras pocas veces tus méritos? ¿Quitas hierro a las virtudes y pones el foco en lo negativo?
- En mi casa se hablaba así siempre. A menudo, hemos mamado ese tipo de mensajes. Mi madre o mi padre eran/son así de duros consigo mismos, y a mi también me llegaban esos mensajes de “Anda trae que tú no sabes”, “Quita, mejor lo hago yo”, “Pero cómo se puede ser tan torpe”… Que aunque así leídos fuera de contexto pueden parecer muy duros, son frases mucho más habituales de lo que nos pudiera parecer, y que ha calado muy hondo en nuestras autoestimas. Sin ánimo de buscar culpables, ya que nuestros mayores lo hicieron lo mejor que han podido o sabido, pero no siempre ha sido el mejor camino.
¿Qué puedo hacer para cambiar
Desde jupsin.com te invitamos a probar estas medidas:
- Conócete bien a fondo. Párate a mirarte y a conocerte, a ser consciente de esos mensajes que te mandas, con qué frecuencia lo haces y a darte cuenta de lo poco que ayudan para mejorar y solucionar el problema.
- Elimina de tu vocabulario las palabras absolutas: siempre, nunca, todo, nada… no suelen ser ciertas, pero hacen mucho daño al verbalizarlas (“Siempre hago las cosas mal” se puede cambiar por “Esta vez he cometido este error”… o es que desde que te levantas hasta que te acuestas lo haces TODO SIEMPRE mal.
- Utiliza la siguiente tabla para empezar a cambiar esos pensamientos y emociones, que te hará actuar de una forma mucho más operativa y positiva.
¿Dejarías que tu mejor amigo o pareja te dijera las cosas que tú te dices a ti mismo? Seguramente no. No permitas que ese ‘acosador interior’ campe a sus anchas
Todo esto hay que practicarlo para ir haciendo cambios poco a poco. A veces no es suficiente.
En ocasiones, si el grado de ansiedad y de “maltrato” que nos hacemos es excesivo, es recomendable pedir ayuda profesional, donde nos puedan acompañar para desenmarañar y trabajar más profundamente con el fin de echar a ese ‘acosador’ que llevamos dentro. Lo principal es quererse a uno mismo.
Pregúntate: ¿Dejarías que tu mejor amigo o pareja te dijera las cosas que tú te dices a ti mismo? Seguramente no. No permitas que ese ‘acosador interior’ campe a sus anchas.