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Extracto del libro sobre violencia de género de Álvaro Botias

«Pensad que a las primeras de cambio vuestra pareja, con quien tan solo lleváis unos meses, os da un guantazo en la cara. Así, sin previo aviso. Luego os dice que no tenéis permitido ver a vuestra familia ni amigos, que tenéis que estar con él las 24 horas sino queréis volver a recibir un tortazo. ¿Qué haríais? Salir corriendo, sin duda. O incluso enfrentaros. Ojalá el maltrato fuera tan simple».

jupsin.com ofrece por cortesía de Álvaro Botias un extracto del primer relato de su libro ‘La lucha contra la violencia de género – Vivencias de un policía’, de la editorial Círculo Rojo.


PRIMER RELATO – La importancia del apoyo familiar

Corría el mes de agosto de 2017. Era una tarde de viernes, calurosa en exceso, en contraste con las temperaturas medias veraniegas de Málaga capital. Sería por la mañana cuando recibí una llamada de la jefa del Gabinete de Prensa de esta Comisaría que, a la postre, daría origen a esta historia.

Una compañera le había pedido ayuda para su hermana, quien estaría viviendo una situación de maltrato en su relación de pareja

Me contaba que una compañera de profesión le había pedido ayuda para su hermana, quien estaría viviendo una situación de maltrato en su relación de pareja.

Sin dudarlo ni un instante, les hice un hueco esa misma tarde – hablo en plural porque le pedí que vinieran ambas, víctima y familiar -.

A las 17 horas, con puntualidad británica, tenía a las dos jóvenes sentadas en mi despacho (digo jóvenes porque tendrían mi edad, o incluso menos). Una vez hechas las oportunas presentaciones, me anticipé a su relato para ilustrarlas con nuestro trabajo y toda la información relativa al proceso penal.


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[Denunciar o no denunciar]

En concreto, les dije que existían dos escenarios bien distintos: el de la denuncia y el de la no denuncia. Para optar por el primero, necesitaba que tuvieran la fortaleza suficiente. Les transmití esto, ahondando más si cabe en el tema, porque la interposición de denuncia es solo el comienzo.

Hay que desglosar a la víctima, con pelos y señales, los pasos de los que se compondrá el proceso penal que se activa con la denuncia

Una de las claves que Marina, aquella superviviente que plantó la semilla de esta obra en mí, transmitió en su conferencia fue la necesidad de informar a la víctima. Me explico. Hay que desglosarle, con pelos y señales, los pasos de los que se compondrá el proceso penal que se activa con la denuncia.

Y para tener éxito en esta acción, en ningún caso diremos frases del tipo: «No te preocupes, con la denuncia ya lo tienes todo hecho»; «Declaras una vez y ya está»; “Después de la denuncia terminará”; etc.

Puede sonar extraño, poco habitual, pero me tenéis que creer si os digo que todavía se usan estas mentiras. Sí, lo habéis leído bien, mentiras. Quiero pensar que se dicen desde el desconocimiento y en ningún caso como herramienta para convenceros. Una lucha de este calibre no se puede sostener, bajo ningún concepto, en un engaño. Desde aquí os pido perdón si pasasteis por esta desinformación.

Vivencias de un policía contra la violencia de género, libro, jupsin.com

No te pierdas el artículo especial para juspin.com de Álvaro Botias, autor de ‘La lucha contra la violencia de género – Vivencias de un Policías, Círculo Rojo

[La historia de Miriam]

Bien, de vuelta al relato que nos ocupa, decía que les presenté las dos posibilidades. Para el caso, me dirigiré a nuestra víctima por el nombre de Miriam y a su hermana, por Consuelo (se trata de nombre ficticios, las razones son obvias).

Le dije a Miriam que no era necesario que tomara la decisión de inmediato, que se tomara el tiempo que necesitara para sopesarlo. Entre tanto, le pregunté si deseaba compartir conmigo su experiencia, a lo que asintió y sin mayor demora, comenzó con su historia.

En los primeros compases, como todas ya sabéis a la perfección, todo era de película. Él se mostraba cercano, atento, romántico…

Conoció a su agresor (a quien nos referiremos por el nombre de José) en el verano de 2015. José era 20 años mayor que ella, circunstancia que en los comienzos determinó que Miriam lo viera solo como un amigo.

Él, desde un principio, dejó claro lo que sentía y llevó a cabo un intenso proceso de cortejo que  finalizó con el inicio de su relación sentimental.

En los primeros compases, como todas ya sabéis a la perfección, todo era de película. Él se mostraba cercano, atento, romántico a más no poder. Un buen día, sin ella darse cuenta, comenzó a desplegar conductas un tanto extrañas.

La pasión de los primeros momentos se convirtió en depresión, en tristeza. José lloraba en presencia de Miriam con regularidad. Cuando ella le preguntaba por su actitud, este la achacaba a la felicidad que sentía, a un supuesta necesidad de tenerla cerca en todo instante.

[Antesala de la violencia de género]

Pasaban los meses y Miriam fue testigo de excepción de un giro más en su conducta, un cambio que  sería la antesala de la violencia de género. José comenzó a controlarla en exceso. Primero fue la vestimenta.

Pensad que a las primeras de cambio vuestra pareja, con quien tan solo lleváis unos meses, os da un guantazo en la cara. Así, sin previo aviso

“Cuando te maquillas no estás guapa, de hecho te veo más fea; estás mejor cuando te pones zapatillas y ropa deportiva; no me gusta que lleves tacones y ropa ajustada”. Eran algunas de las frases que José le dirigía, en su afán porque otros hombres no se fijaran en ella. Damos la bienvenida a los celos enfermizos.

De ahí subió al siguiente escalón: intentar aislar a Miriam de su círculo social. Dicho así parece un proceso fácil y sencillo. Nada más alejado de la realidad. Es, por el contrario, lento, complejo, pues requiere de buenas dotes de persuasión.

Pensad que a las primeras de cambio vuestra pareja, con quien tan solo lleváis unos meses, os da un guantazo en la cara. Así, sin previo aviso. Luego os dice que no tenéis permitido ver a vuestra familia ni amigos, que tenéis que estar con él las 24 horas sino queréis volver a recibir un tortazo. ¿Qué haríais? Salir corriendo, sin duda. O incluso enfrentaros. Ojalá el maltrato fuera tan simple.


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[Chantaje emocional]

Recuerdo como Marina Marroquí –mi inspiración para esta obra– nos decía: “La violencia física es un fallo dentro del elaborado modus operandi del maltratador. Se está exponiendo a ser descubierto”. El maltrato es sutil, es sibilino, nos atrapa sin apenas darnos cuenta. Lo veréis más claro a lo largo de la historia de Miriam.

El maltrato es sutil, es sibilino, nos atrapa sin apenas darnos cuenta. Lo veréis más claro a lo largo de la historia de Miriam

Decía que José comenzó su intento de aislar a Miriam de familiares y amigos. Contaba nuestra joven como cada vez que tenía planes con sus amigas, para salir a cenar o ir al cine, José le pedía que se quedara en casa con él. Sus motivos eran de lo más variopinto.

Por ejemplo: “hoy es que me siento muy romántico, quédate y vemos una película en el sofá abrazados; no he tenido un buen día, estoy decaído, por favor no me dejes solo; ¿Tiene que ser hoy? Desde esta mañana he estado imaginando esta velada contigo;” y un largo etcétera.

Al principio no le parecía extraño. De hecho le gustaba, se sentía feliz. Sin embargo, tras numerosas ocasiones en las que finalmente cancelaba sus planes, una noche Miriam le indicó que no se quedaría, que le apetecía mucho salir. La reacción de José fue tan inesperada como salida de tono. “¿Al final te vas? Ya no me quieres, he dejado de ser tu prioridad”. Había comenzado el chantaje emocional.


Nota de Redacción: jupsin.com ha añadido al texto original frases resaltadas, subtítulos e imágenes.

(Córdoba, 1985). Ingeniero Químico, feminista, marido, padre. Apasionado del papel y la tinta. Inspector de Policía Nacional al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga. Combate a diario la violencia por razón de género y ayuda a sobrevivir a muchas mujeres. También es criminólogo en construcción con perspectiva de especializarse en victimología en el ámbito del maltrato machista. Su objetivo, demostrar que hay salida, que existe la esperanza.

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